Suprimir los festivos, una idea que muestra el arrogante centralismo cachaco

Suprimir los festivos, una idea que muestra el arrogante centralismo cachaco

¿Por qué muchos creen que lo que le conviene a la capital es favorable para el resto del país? Hay que ver lo que pasa más allá de Bogotá...

Por: Germán Ricaurte
abril 22, 2020
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Suprimir los festivos, una idea que muestra el arrogante centralismo cachaco
Foto: Pixabay

En los últimos días se ha estado discutiendo en la opinión pública una polémica propuesta: suprimir los días festivos que restan del 2020 y convertirlos en días hábiles para aumentar la productividad del país y recuperar una fracción de las pérdidas económicas ocasionadas por cuenta de la pandemia. Yo no comparto la propuesta por los motivos que expondré a continuación, pero celebro que se busquen mecanismos para reactivar la economía. Además, al final del artículo propongo una alternativa intermedia entre esa propuesta y no tomar ninguna decisión al respecto.

La propuesta de suprimir los festivos, por supuesto, nació aquí en Bogotá. Es una muestra más de nuestro típico y arrogante centralismo cachaco en el que asumimos que lo que nos conviene en la capital le conviene también al resto del país. Bogotá no pierde dinero si se suprimen los festivos, porque muy pocas personas de otras ciudades vienen a pasar el puente y a gastar en hoteles y restaurantes locales. A Bogotá llegan visitantes nacionales más que todo entre semana por motivos de trabajo y los extranjeros que vienen por turismo lo hacen indistintamente de que haya festivos o no en el país. En cambio, la generalidad de las empresas capitalinas sí produciría más si contara con días laborales adicionales.

Pero ahora que está tan de moda hablar de empatía, seamos empáticos con los ciudadanos de las regiones que sí reciben turismo en los puentes festivos, las regiones que sí se verían golpeadas en su economía si estas fechas se suprimen. Seamos empáticos con las miles de familias que viven del turismo: aproximadamente 1,9 millones de personas trabajan en ese sector [i] y cada vez representa un mayor porcentaje del PIB nacional. Desde Bogotá es muy fácil pedir que se supriman los puentes sin pensar en el hombre humilde del Guaviare que dejó de sembrar coca para ser guía en Cerro Azul. En las vendedoras de fruta en la playa de Santa Marta. En el hombre que formó con mucho esfuerzo un hostal en Mocoa porque creyó en las oportunidades del posconflicto. En el guía del Nevado del Cocuy que vive de los recorridos que hace principalmente en puentes festivos, porque la gente necesita al menos un día para aclimatarse antes de acometer la subida. En la mujer emprendedora que estudió guianza turística en el Sena para mostrarle a los visitantes las riquezas naturales del Amazonas y de esa forma sostiene a su familia. En la persona que arregla los cuartos en un hotel de Barichara, en el cocinero de un restaurante en el Parque del Café, o en otros miles de ejemplos similares en todas las regiones de Colombia.

El sector del turismo ha sido uno de los más golpeados por la pandemia y no se va a recuperar pronto. Durante algún tiempo, muchos ciudadanos evitarán subirse a un avión o a un bus con otras decenas de personas. Millones de colombianos enfrentan una difícil situación financiera, miles han perdido su empleo o han visto reducida su capacidad adquisitiva, por lo que es previsible que no viajen por lo pronto. Otros se acogieron a vacaciones colectivas durante la cuarentena para mantener sus empleos formales, por lo que no podrán tomarse periodos de vacaciones en diciembre, la próxima semana santa ni incluso a mediados del 2021. Otros colombianos son contratistas de prestación de servicios que no cuentan con vacaciones. En resumen, se prevé que los próximos periodos de “temporada alta” sean bastante menos provechosos para el sector turístico que en los últimos años. Por lo tanto, los puentes festivos son fuente de esperanza por los colombianos que pudieran tener la posibilidad de viajar esos días, usualmente a destinos que ameritan más de un fin de semana corriente por la distancia o costo de los tiquetes. Suprimirlos sería un golpe mortal. Claro, los puentes de octubre y noviembre seguramente no van a tener la misma afluencia del año pasado, ni van a ser la salvación total del sector, pero sí van a permitir conservar algunos empleos y pagar algunas cuentas pendientes. Sin ellos, la crisis se agravaría aún más.

Ahora bien, quiero rescatar el aspecto positivo que he percibido en la propuesta de suprimir los festivos y la acogida que ha tenido entre algunos ciudadanos: está claro que la inmensa mayoría de los colombianos estamos dispuestos a hacer sacrificios, a ayudar a quienes más lo necesitan durante la crisis, a trabajar más si es necesario cuando termine la cuarentena, a poner nuestro granito de arena. Eso lo celebro, me emociona y me sumo con gusto. Pero no podemos darle ese golpe mortal al sector turístico de otras regiones del país. Por eso propongo la siguiente alternativa intermedia:

Ampliar la jornada laboral 30 minutos al día de forma generalizada, hasta completar todas las horas hábiles que se "ganarían" si los días festivos fueran suprimidos. Esta alternativa nos pone a trabajar más a todos, que es el espíritu de la propuesta original, pero mantiene los puentes festivos para dinamizar al golpeado sector turístico. Según se conoció a través de Caracol Radio [ii], la propuesta consiste en suprimir 8 días festivos. Es decir, sumar 64 horas laborales. Para compensarlas, serían necesarios 128 días hábiles en los que la jornada laboral se incrementara en 30 minutos: según mis cuentas en el calendario, estaríamos hablando de todos los días hábiles de lunes a viernes entre el 24 de junio y el 31 de diciembre de 2020.

Termino con dos reflexiones: la primera es que la productividad es un concepto compuesto de múltiples variables y la cantidad de horas laboradas es apenas una de ellas. De hecho, según la OCDE Colombia es un país de baja productividad por “la informalidad, la baja calidad educativa, el déficit de habilidades y competencias, la escasa inversión en I+D y las distorsiones del sistema tributario” [1], no porque la gente trabaje menos horas que en otros países. El objetivo a mediano plazo en Colombia debe ser aumentar la productividad nacional con educación y tecnología, no a punta de número de horas laboradas por persona. Así que todo esto de trabajar más horas para recuperar las pérdidas económicas es apenas un pañito de agua tibia en esta crisis y la verdadera transformación que requiere el país es más profunda.

Y la segunda reflexión es que claramente los días festivos ameritan una discusión con cabeza fría en Colombia. Somos uno de los países con más festivos en el mundo, en algunos meses hay 3 seguidos y en otros no hay ninguno. Debemos sentarnos a evaluar como país cuál sería un número óptimo de festivos para la economía nacional y cuál sería su distribución más apropiada en el calendario, tanto por meses como por día de la semana. Pero por supuesto esto será una discusión para cuando salgamos de la pandemia.

[1] Estudios económicos de la OCDE Colombia

[i] Las cifras récord que el 2019 le dejó al turismo en Colombia

[ii] Gobierno estudia propuesta para que días festivos del año sean laborales

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