Sobre la necesidad de una cuarta vía política colombiana

Sobre la necesidad de una cuarta vía política colombiana

"La superación del viejo esquema axial izquierda-centro-derecha debe ser categórica cuando se ha hecho obsoleto para entender la realidad nacional"

Por: Carlos Fernando Rodríguez
mayo 21, 2020
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Sobre la necesidad de una cuarta vía política colombiana

Un profundo análisis al panorama político colombiano no nos puede revelar más que una gran crisis del pensamiento, tanto en la actualidad como desde una perspectiva histórica. Los retos que nos impone el hoy en el orden nacional y geopolítico revelan la esterilidad, obsolescencia y medianía de las luchas netamente retóricas entre uribistas y petristas, y en el medio, un optimismo no menos ingenuo con respecto al centrismo. Es necio e irresponsable perpetuar estos viejos y demasiado estrechos esquemas mentales cuando las relaciones internacionales atraviesan otro gran ciclo de reconfiguración, posicionándose nuevos actores en la hegemonía del orden global. En este contexto ¿Qué hacemos los colombianos por transformar la posición subordinada y periférica de nuestro país en el tablero geopolítico? ¿Seguir enfrascados en discusiones pueriles y en categorías demagógicas de la pequeña política de barrio? Abandonemos pues estas medianías lamentables y optemos por la renovación de nuestro pensamiento político en orden de proyectar una nueva categoría ideológica: el interés nacional.

La cuarta vía política

Es la posición ideológica en boga y que ha venido a resquebrajar desde sus bases todo el pensamiento político moderno. Hablamos de la Cuarta Teoría Política (CTP) desarrollada por el filósofo y politólogo ruso Alexandr Dugin, y el intelectual de la Nouvelle Droite Francesa Alain de Benoist. ¿Qué propone? En efecto, abandonar las tres grandes teorías políticas de la modernidad, a decir, Liberalismo, Social-comunismo y Nazi-fascismo, desde una perspectiva crítica dual pre-moderna y posmoderna. ¿Por qué superarlas? Pues bien, nuestra realidad actual ha hecho de estos esquemas relictos obsoletos para pensar y actuar políticamente. Desde la caída de la unión soviética el mundo dejó de ser bipolar, es decir, dividido por dos grandes bloques de desarrollo internacional, el occidental capitalista y el soviético comunista. En los últimos treinta años hemos presenciado la dominación omnímoda del unipolarismo como proyecto único de orden global liderado por la dominación económica, política y militar estadounidense, de la mano de organismos “multilaterales” como la OTAN, Naciones Unidas, el FMI, el Banco Mundial y demás estructuras hegemónicas de dominación que han dictado el deber ser del siglo XXI.

¿Por qué las tres anteriores teorías políticas son obsoletas? La 3TP nazi-fascista desapareció de la relevancia geopolítica desde el final de la segunda guerra mundial con la caída del Eje primero, y con la transición democrática del Franquismo en España y el Salazarismo en Portugal después en los años setenta. Por su parte, el comunismo soviético desapareció totalmente en el año 1991 para transitar a la democracia liberal y al capitalismo. Tanto la 2TP como la 3TP están desde hace mucho desactualizadas tanto en su núcleo teórico como en su praxis política. El Liberalismo (1TP) triunfó como máxima representación de la modernidad; sin embargo, mutó para convertirse en la quimera pos-liberal o totalización del estilo de vida norteamericano-atlantista sobre el globo, situación expresada por la triada hegemónica: individualismo, capitalismo y democracia liberal; y de la cual no se puede escapar sin esperar, eso sí, la censura persecutoria. El liberalismo es la globalización unipolar, ergo, el enemigo de los pueblos.

¿Qué propone la Cuarta Teoría Política? en lo histórico, superar la modernidad y la ideología del progreso ¿cómo? Existen dos vías: la tradicional, como retorno de la comprensión de la vida pre-moderna, campirana, religiosa, caballeresca, a la subordinación de la función económica por el principio de la autoridad política, a las formas de actividad social descentralizada y autóctona, a la identidad profunda de los pueblos. O la posmoderna, como optimismo de la voluntad de poder y la imaginación del hombre para crear nuevas formas sociales nunca antes vistas. En lo filosófico-antropológico, superar la falsa ontología del Liberalismo que confunde al ser del hombre con el individuo, así como la del comunismo que lo confunde con la clase y del nazi-fascismo que lo imposta con la raza o el Estado. La CTP propone la visión existencialista del “ser-ahí” (Dasein) como el hombre que es/está en y con el mundo de manera auténtica. De aquí mismo se deriva la propuesta política que establece al Dasein como sujeto político que se puede traducir como comunidad o pueblo. El pueblo es el sujeto legítimo que debe dirigir sus procesos políticos soberanos. En economía nos habla del concepto de autarquía y comunitarismo, de la sujeción de la economía al proceso político. Y en lo geopolítico nos propone la creación de grandes espacios civilizatorios de integración regional en orden de crear un mundo multipolar en contra del unipolarismo en boga.

¿Cómo se aplicaría la cuarta vía en Colombia?

En primera instancia darnos cuenta de que las posturas políticas en la mesa son obsoletas y no garantizan lo que denominamos “Interés Nacional”, esto es, la defensa de la soberanía política, militar y territorial de la patria, la independencia económica y la seguridad energética-alimentaria, la integridad ecológica del país, la insubordinación geopolítica activa, y el resguardo de la continuidad histórica-identitaria nacional.  Por el contrario, sufrimos hoy la omnipotencia del pos-liberalismo en la forma de un super-centrismo socialdemócrata (tercera vía), de izquierda o derecha, pero al fin y al cabo liberal, cuyas posiciones están alineadas con el unipolarismo atlantista. ¿Acaso existe una verdadera oposición a este neoliberalismo? La segunda vía, el comunismo, se ha decantado históricamente por la acción violenta y terrorista, tanto en el plano militar como en el cultural. Sus errores teóricos son tan graves como su praxis genocida. El colombiano de a pie tiene un desprecio arraigado hacia el comunismo, desprecio que bien se ha ganado. Ahora los movimientos comunistas no son más que grupúsculos marginales que no ofrecen una adecuada interpretación de la actualidad y por ello una verdadera resistencia al sistema.

En cuanto al fascismo o la mal llamada tercera posición, no ha existido verdaderamente en el país. El grupo de Los Leopardos tuvo su relevancia en los años 30’s pero se conformó con ser un tentáculo del conservadurismo. El gobierno de Gustavo Rojas Pinilla tuvo intenciones de ser una tercera fuerza consolidada, pero su subordinación a la élite bipartidista apagó cualquier intención de nacionalismo integral. La ANAPO fue otro intento de nacionalismo integral pero degeneró en terrorismo guerrillero. Lo que quedó del nacionalismo fueron grupúsculos juveniles haciendo mímica del neofascismo europeo y cuyo racismo, además de problemas con la ley, ha hecho que estos proyectos sean ignorados por el colombiano, cuando no despreciados.

Negada la validez de las tres teorías anteriores, develada la falsa apariencia de contradicción entre las facciones del petrismo, el uribismo, el fajardismo etc. debemos afirmar el desarrollo de un esquema ideológico regido por la categoría de Interés Nacional y las funciones que ya le hemos adscrito. Para ello la superación del viejo esquema axial izquierda-centro-derecha debe ser categórica cuando se ha hecho obsoleto para entender la realidad nacional e internacional. La CTP en Colombia debe plasmarse en un nacionalismo integral que comporte las siguientes dimensiones:

1) Nacionalismo económico: protección e impulso de nuestros productores frente al comercio mundial. Desarrollo de una industria autónoma, de la ciencia y la investigación. Nacionalización de activos estratégicos de la patria, incluido el sector financiero. Autarquía alimentaria y seguridad energética. Reforma agraria integral radical. Fomento de empresas de propiedad sindicalizada. Municipalismo, cooperativismo y autogestión. Economía nacional mixta y dirigismo estatal.

2) Soberanismo político-territorial-militar: defensa de los procesos soberanos y legítimos del pueblo colombiano contra la injerencia de las estructuras hegemónicas de dominación. Imperio de la ley sobre todo el territorio nacional. Autonomía militar frente a los proyectos de la geopolítica norteamericana en el continente.

3) Multipolaridad e insubordinación geopolítica: Adopción del enfoque de la insubordinación activa frente a la hegemonía atlantista sobre nuestro continente. Desarrollo del nacional-continentalismo para el establecimiento de un gran bloque político, cultural y económico soberano y autosuficiente a nivel latinoamericano. Rechazo a las organizaciones internacionales de tipo universalista que condicionan las líneas de desarrollo del continente según intereses e ideologías ajenas a nuestro interés nacional.

4) Patriotismo cultural y comunitarismo: defensa de nuestra identidad y derecho a la continuidad histórica de las tradiciones colombianas. Protección de nuestra religión y religiosidad. Exaltación de la identidad indo-hispánica y afroamericana contra el influjo de la globalización anglosajona materialista. Superación de la antropología liberal moderna y desarrollo del enfoque humano comunitarista, heroico y auténticamente iberoamericano. Formación de la Persona Absoluta como modelo de educación en contra de los paradigmas individualistas y especulativos. Abolición de cualquier enfoque que promueva el conflicto étnico-racial y la negación de nuestras tradiciones.

5) Populismo revolucionario: movilización activa del país nacional –siguiendo la caracterización Gaitanista- contra la oligarquía, entendida ésta como sector antinacional y apátrida a nivel económico, político y cultural que pone en riesgo la soberanía, identidad e independencia del país.

 

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