Sobre cómo atravesar un país todos los días para tomar clases

Sobre cómo atravesar un país todos los días para tomar clases

A las siete de la mañana, 27 niños viajan de Ecuador a Puerto Asís, en el Putumayo colombiano

Por: Jesús Antonio Bernal Gómez.
septiembre 09, 2015
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Sobre cómo atravesar un país todos los días para tomar clases
Foto: subida por autor

Todos los días, a las siete de la mañana, atraviesa la embarcación el río que, con un motor cuarenta, transporta a los 27 niños que viven en Ecuador y que llegan a recibir sus clases en Teteyé, en el municipio de Puerto Asís, Putumayo del lado colombiano. Cruzar el río San Miguel ya es costumbre cantando el himno nacional, y luego izar el tricolor colombiano, porque es en ese territorio donde reciben sus clases de lunes a viernes en los salones que debieron ser reubicados porque la otra escuela debió ser abandonada por culpa de la destrucción que ocasionó los cilindros bomba que fueron lanzados por los combatientes de las Farc. Además, en ese mismo lugar se realizaron tareas de exploración y existe un pozo en potencia para extraer el petróleo.

En los años noventa, el corregimiento del Teteyé era una región próspera donde sus habitantes contaban con lavandería, panaderías, montallantas, discoteca, estación de servicio y tiendas de mercado donde se encontraba casi de todo, desde huevos  llevados del interior de Colombia, hasta lubricantes e insumos para el procesamiento de coca. Licores, cerveza y mujeres también se encontraban en los billares y residencias. Personas de todas parte del país llegaban allí con el propósito de hacer fortuna con el negocio de la cocaína, que se mercadeaba por sus únicas calles como si fuera un día de plaza.

Llegó el año 2000 y las cosas empezaron a cambiar en el Teteyé. Con la aplicación del Plan Colombia muchas cosas ya no fueron iguales . El gobierno combatía los cultivos de coca con las fumigaciones y al mismo tiempo daba "incentivos" a quienes promovían en sus parcelas las erradicaciones voluntarias de matas de coca.

Fue a principios del año 2004 cuando todo empezó a complicarse para los colonos y campesinos. Las tropas del Ejército colombiano llegaron al aeropuerto al de Puerto Asís el 3 de mayo, iniciando así otra fase del componente militar del Plan Colombia, y se dio la instrucción de atacar y desplazar a las FARC con dos propósitos: uno, quitarles el territorio que por casi tres décadas tenían como propio y, segundo, empezar la exploración petrolera de la zona y corredor fronterizo.

Esto permitió que Teteyé quedara desolada y todo aquello que era un negocio lucrativo quedara en el olvido. Empezó, entonces, la arremetida contra las tropas y la poca población civil que se quedó para contarlo.

Los pozos petroleros fueron construidos y la explotación petrolífera inició. Las Farc vivían al otro lado de la frontera y desde allí llegaban por los aires, noche a noche, los cilindros para debilitar a las tropas. En ese lugar, el 24 de julio de 2005, murieron entre otros 24 militares en un accionar armado. Las familias decidieron huir con lo poco que tenían y se radicaron por su seguridad en Puerto Nuevo Ecuador, locación al margen del río San Miguel, donde todo era tranquilidad para los refugiados.

Algunos colombianos, los más osados que no querían perder sus tierras por el abandono, empezaron a retornar a diario a labrar sus parcelas. El miedo es el común denominador, por lo que cada día pasan de Colombia a Ecuador a través de su límite natural.

La educación en el Teteyé, según sus papás y estudiantes es buena, a diferencia de Ecuador, lo que les ha exigido pasar la frontera todas las semanas. En las tardes, el regreso a Puerto Nuevo coincide la llegada de los estudiantes con el canto del Himno Nacional de Ecuador que los militares entonan al saludar  su bandera y ser bajada del asta a las seis de la tarde.

Cuenta doña Jael Talaga, lideresa del caserío y de la comunidad, que ha visto pasar los años y casi tres generaciones de hombres y mujeres que vivieron en Teteyé, y que hoy sus ojos lograron ver el pasar del tiempo, los días y decenas y decenas de personas a las que la lucha del Estado por hacer territorio los marginó de una vida ficticia tras la economía subterránea de la coca, pero que, tras esa estrategia de querer erradicar a la guerrilla, margina a sus niñas y niños de tener condiciones dignas para estudiar y jugar. Ellos y sus papás deben vivir en la marginalidad y a expensas de un gobierno impropio.

Los niños del Teteyé cantan el "Oh gloria inmarcesible" y el "Salve oh patria, mil veces oh patria!". Al llegar a Colombia, y a su retorno en las tardes lluviosas o soleadas, a Ecuador. Sus cuadernos muestran pintorescos paisajes sin diferencia enmarcados por su río, su vía de transporte, su límite natural, que les dio el estatus de refugiados, pero que los salvó muchas veces de la muerte. La escuela y el puesto de salud sobreviven. Pero viven también los chicos para contar sus historias de vida, y como ha sido su trasegar, día a día, viendo pasar detrás de los pupitres y la huerta, detrás de un balón y sus botas pantaneras, una realidad que les tocó por culpa del precio de la coca y el negocio de las armas.

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