Sir Paul MacCartney: del teatro Santafé al Campín
Opinión

Sir Paul MacCartney: del teatro Santafé al Campín

60 años después, ver y oír a MacCartney, infatigable e impecable,en más de 30 piezas, recorriendo todo su abanico musical, ha sido oportunidad única e irrepetible

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noviembre 04, 2024
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Llegamos al Campín, con mi hija, a eso de las seis de la tarde. El primer contacto con el concierto de Paul MacCartney, en los alrededores del estadio, fueron las ventas de camisetas, gorras, muñecos, llaveros y chucherías varias con imágenes de Los Beatles de los años sesenta y comienzos de los setenta.

Lo más llamativo fue ver gente joven portando los uniformes de los músicos cuando lanzaron Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band en el 67, esos trajes militares brillantes rojo, fucsia, verde y amarillo, con botones dorados, que los bigotudos músicos de Liverpool portaban en la carátula del álbum.

Mientras hacía la cola para la requisa de rigor, tuve el privilegio de acordarme de todas las composiciones del álbum. With A Little Help From My Friends (que también interpretó el irrepetible blanco con voz de afro, Joe Cocker), A Day In The Life, It´s Getting Better, For The Benefit Of Mr. Kite

Cuando entramos a las graderías de Oriental Bajas, calculé que había, incluyendo la gente de pie en la gramilla, unas diez mil personas y me pareció que no iban a llegar muchas más, teniendo en cuenta que la gran producción del protagonista del concierto tuvo lugar en los sesenta, atractiva solo para nostálgicos mayores, como yo. Eso pensaba. Finalmente, tres horas más tarde, cuando MacCartney dio inicio al recital, el estadio estaba repleto de jóvenes. Mas de 30.000 personas, estoy seguro. Había estado en el partido de la selección femenina de fútbol hace unos dos meses, cuando Colombia venció a Australia y MacCartney fue más taquillero.

Yo había conseguido, a fines de 1963 un álbum o como se decía, un elepé, seis piezas a un lado y seis en el lado B, que se escuchaba a 33 revoluciones por minuto, que me cautivó y que incluía All my Loving, I wanna be Your Man, This Boy, I Saw Her Standing There… Introducía el acetato en un aparato Philips inmenso, las escuchaba día y noche y me las aprendía de memoria.

A fines del 64, en primero de bachillerato, un grupo de amigos de mi edad, once, doce años, fuimos al teatro Santafé, pegado a la parroquia del Divino Salvador, en la 57, a ver A Hard Days Night, la película en blanco y negro que terminó de convertirnos.

Poco importaban los significados de las letras, de las cuales se imitaban los sonidos. Me acuerdo de una canción del álbum de Help que contenía It’ s Only Love y que en la cuadra donde vivía, el mejor cantante del vecindario, un muchacho de 14 años, la cantaba con los fonemas que encajaban: “Is-pondi-lof”. Lo que importaba era conocer los acordes en la guitarra, el ritmo, el fraseo, para instalarse como líder de la revolución de los Beatles en esa zona del barrio y, por ahí, conquistarse la chica más linda.

“¿Puedes bajarle el volumen a los responsos?” solía decirme mi abuela cuando yo me sentía parte de los Beatles y, con ellos, cantaba el estribillo de Baby You Can Drive My Car emitido por la estridente radiola monofónica Philips. De modo que, sesenta años después, ver y oír en persona al líder indiscutible de la banda, a sus 82 años, cantando las piezas que provocaban las protestas de mi querida abuela y que marcaron mi vida y la de mis contemporáneos, dejando huella en sus hijos y nietos, ha sido una oportunidad única, irrepetible, que tiene significados que aún no puedo interpretar del todo.


Qué personajes, en vida, pueden tener vigencia de más de 6 décadas, como para que decenas de miles de jóvenes de un remoto país bailaran y cantaran la música interpretada por el mismo genio que la compuso


Abrieron él y sus compañeros una época que aún está viva. Me pregunto qué personajes, en vida, pueden tener vigencia de más de seis décadas, como para que decenas de miles de jóvenes de la capital de un remoto país suramericano bailaran y cantaran la música interpretada por el mismo genio que la compuso.

Obvio que John era un creativo sin par. Qué falta ha hecho. ¿Qué tal la inmortal Across the Universe? Buena parte de las canciones de los Beatles llevan los nombres “Lennon-MacCartney”. Y Harrison, tremendo guitarrista y también autor (My Sweet Lord…). Pero MacCartney, lo demostró el viernes 1º de noviembre, fue, es, el jefe.

Mas allá de la tecnología (Paul llevándole, en vivo, la segunda voz a John, desde la eternidad, gracias a los fantásticos recursos), MacCartney, infatigable e impecable, se echó más de 30 piezas, incluyendo una para el compadre John y también otra en homenaje a George. Recorrió el abanico musical, desde que comenzaron unos jóvenes muchachos de Liverpool, menores de 20, hasta sus composiciones más recientes. Las clásicas, desde luego. All You Need Is Love, Let It be… Tocó bajo, guitarra, ukelele, bandolina, piano y Got Back, el nombre de la gira del 2024, cuenta con un equipo de músicos de primer. Guitarras y cuerdas, percusión, vientos, teclados, inmejorables.

Un honor y un privilegio ver y escuchar a Paul MacCartney al comienzo y cerca del final de un arco vital que culmina.

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