Y siguen secuestrando...
Opinión

Y siguen secuestrando...

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octubre 08, 2013
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En febrero del año pasado la guerrilla de las Farc informó que proscribía la práctica del secuestro en todas sus filas. Veinte meses después, ese anuncio parece ser una treta más del grupo terrorista que desde hace un año no hace cosa distinta que “repartir” medallitas de la Virgen del Carmen en Cuba cual mansas palomas.

Para no ir muy lejos, las Farc tienen en su poder desde el 20 de junio pasado al ciudadano estadounidense Kevin Scott Sutay, un exmilitar y andariego que, pese a las advertencias de las autoridades colombianas, le dio por internarse en el sur del país. Después de algunos días de loca aventura, finalmente fue hecho rehén en el municipio de El Retorno, en el departamento de Guaviare.

El 19 de julio siguiente las Farc informaron que tenían en su poder a Scott Sutay y que para su liberación era necesario la conformación de una comisión humanitaria encabezada por la Piedad Córdoba y personal del CICR en Colombia.

Claro, para hacer uno de los shows a que nos tienen acostumbrados, a las Farc se les dio por nombrarla en todas las comisiones que iban a la selva a ver a los guerrilleros en los momentos previos a las liberaciones de los cautivos.

Por fortuna, el presidente Juan Manuel Santos rechazó de tajo la exigencia de las Farc de que solo entregarían al estadounidense en esas condiciones: “Quiero decirles (a los guerrilleros) en forma contundente: no voy a permitir ni que la señora Piedad Córdoba ni ningún funcionario de ninguna naturaleza vaya por este señor que tienen secuestrado. Ahora pretenden liberarlo haciendo nuevamente un show mediático”, sostuvo el jefe de Estado, no sin advertir que solo facultaba al CICR para la liberación del extranjero.

El 28 de septiembre último, la señora Córdoba dijo desde La Habana que declinaba su participación en la comisión humanitaria toda vez que para ella lo más importante era la liberación de Scott Sutay. Ese mismo día estaba en la capital cubana el reverendo estadounidense Jesse Jackson. Poco después del anuncio de la exsenadora, las Farc expidieron un comunicado invitando a Jackson y al periodista Carlos Lozano, el director del semanario comunista Voz, a participar en la liberación. Sin mencionar nombres, de nuevo Santos rechazó la nueva propuesta del grupo guerrillero.

En esas estábamos desde hace nueve días cuando cuando las Farc publicaron en su cuenta oficial de Twitter una supuesta conversación que sus guerrilleros sostuvieron con Scott Sutay.

Lo más curioso es que los hombres de Timochenko  hicieron la publicación sin video, o al menos con un audio. ¿Será que las Farc piensan que somos tan pendejos como para creernos el cuento de la “entrevista”, si todo el mundo sabe que poseen toda la tecnología para este tipo de menesteres con sus víctimas?

Pero sigamos con la entrevista: en uno de los apartes, el estadounidense dizque afirma:Yo disfruto mi tiempo aquí en la selva, es una pena que usted me diga que no voy a poder estar más aquí, ustedes realmente son gente buena, me gustaría estarme por más tiempo, pero si usted dice que lo mejor para mí es irme, yo le creo. ¿Usted vendrá a visitarme?”.

O el señor Scott Sutay no está en sus cinco sentidos, o lo presionaron para decir eso, o pusieron en su boca palabras que nunca dijo. ¿Qué secuestrado puede decir que está bien, o que los guerrilleros son buena gente?

Ese es el caso del norteamericano de 26 años. Pero, ¿qué decir de los centenares de colombianos a los que las Farc se llevaron algún día y no volvieron a entregar razón de ellos?

Uno de los casos más dramáticos es el del policía Luis Hernando Peña Bonilla, quien fue secuestrado por las Farc en noviembre de 1998 en la toma guerrillera a Mitú, Vaupés.

Exrehenes que volvieron de la selva gracias a que fueron liberados por las Fuerzas Armadas han dicho que Peña Bonilla habría enloquecido y que las Farc lo asesinaron.

Aún doña Leonor, la madre del uniformado, le pide a la guerrilla le diga qué pasó con su hijo. Pero los señores de las Farc en Cuba se burlan de todo el mundo y guardan un descarado silencio. Tal vez Jesús Santrich alguna vez le responda a doña Leonor, como lo hizo alguna vez cuando le preguntaron si las Farc estaban dispuestas a pedir perdón por sus crímenes: “Quizás, quizás, quizás”.

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