¿Qué significa la independencia para los colombianos?

¿Qué significa la independencia para los colombianos?

"Días como este deberían ser inspiradores para nuestra sociedad, deberían recordarnos con ahínco, el tesón y la valentía con la que podemos lograr todo aquello que nos proponemos"

Por: Gustavo Rojas Guayara
julio 21, 2017
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¿Qué significa la independencia para los colombianos?

20 de julio de 2017, día feriado en Colombia, poco trafico en las calles bogotanas, banderas tricolor en las fachadas de algunas casas y apartamentos (las de aquellos que aún se acuerdan que este día significa algo, sin saber muy bien todo lo que realmente significa).

Tuve que trabajar, laboro para una empresa norteamericana a la cual le importa poco la docena y media de días festivos que tiene nuestro calendario nacional. No pude asistir al "emocionante" desfile del 20 de julio, tampoco puedo decir que me muriera de las ganas por verlo. Para algunos estos espectáculos tienen mas gracia que para otros. Para algunos este desfile es un acto solemne (con todo mi corazón espero que aún haya algunos que puedan tener el privilegio de verlo como tal). Para otros es solo la forma en la que el estado cumple con el mismo requisito que cumplen todos los años la mayoría de aquellos que madrugan a izar la bandera en la fachada de la casa.

Este día en la memoria de los colombianos no significa realmente nada, y decirlo parece una odiosa opinión propia, pero pregúnteselo usted. ¿Qué significa este día para usted?

Ahora, me disculpo sinceramente con aquellos en los que mis palabras puedan herir susceptibilidades. No odio a mi país, lo amo y quiero lo mejor para él, es solo que soy un patriota decepcionado de saber que las décadas de corrupción que ya tenemos encima nos han quitado a muchos (quizá la mayoría) el poco orgullo patrio con el que nacimos. Supongo que para mis abuelos (que en paz descansen) este día poseía ese realismo mágico y brillo que hoy solo puedo ver en los libros, o en mis recuerdos de niñez, en una época (dos décadas atrás) en la que el mito de Escobar, las pescas milagrosas y la crisis financiera de fines de los 90 eran el pan de cada día; y en medio de las apremiantes necesidades algunos padres se las arreglaban para infundir alegría desde su ruin tristeza.

Bogotá entonces conservaba algún dejo de esa atmósfera clásica que la infraestructura envejecida que para entonces poseía (Buses, vías, cabinas telefónicas, pero ante todo, la inexistencia del internet) le brindaba. No creo ser el único que recuerda haber sentido por esos años que vivía en un país viejo y cálido, en el que no era raro ver pasar un camión lleno de cantinas lecheras que abría por arte de magia docenas de puertas de las que emergían abuelas y mujeres empijamadas con una olleta en la mano y una sonrisa en el rostro. Eso era Colombia para mi: una bella abuelita sonriente ante las dificultades de la actualidad. Sé qué probablemente no lo era para la gente adulta, sé que quizá a los ojos de mis papás el país era mejor o peor de lo que lo es ahora y sé que para los niños del hoy, esa vieja infraestructura clásica sera recordada mañana como la que tenemos ahora: teléfonos táctiles que algún día serán holográficos (pero que en la magia de mi niñez no existieron ni eran necesarios), tabletas, laptops, relojes inteligentes, androides y demás arandelas tecnológicas que nos han distraído de recordar que lo realmente importante es lo que hemos dejado atrás con el paso de los años al permitirnos creer que la historia del lugar en el que crecimos no es importante y que por ende no interesa lo que podamos aportarle.

Creo sinceramente que ahí es donde ha nacido la falta de pertenencia para con los símbolos patrios de nuestra nación y el importaculismo colombiano que nos ha pavimentado un camino de indiferencia en continua heredad. Ya no nos importa nada de este país porque ya no sentimos que pertenezcamos. Lo único que importa es sobrevivir el día a día, ver televisión en las noches y no parar de criticar al gobierno sin hacer nada para cambiarlo. Nos hemos resignado a la impotencia y a la resignación, al "¿Eso pa' qué?". Sálvese quien pueda porque ¿protestar? ¿hacer huelga? "¿Eso pa' qué?". Ayudar al vecino a hacer valer sus derechos, "¿Eso pa' qué? Eso no es mi problema". Solidarizarnos con las exigencias de ciertos gremios porque el día de mañana podrían ser mis derechos o los de mi papá o mi hermano los que se violenten y me gustaría tener apoyo de los demás, "¿Eso pa' qué? A mi no me apoyaron, ¿Porque yo voy a apoyar?".

Y no, no crea que me he desviado del tema; 20 de Julio, día de la independencia. ¿Sabe usted por qué este día no significa nada para usted o para mi? (A quien le pueda caer la pregunta, claro esta) ¿Sabe usted por qué no siente nada cuando escucha la frase "grito de independencia" o incluso el himno nacional? Muy simple. Por la misma razón que de ese himno y esa frase solo puede recordar un par de nombres a los que el avance de esta historia desagradecida no ha podido dejar de mencionar. ¿Le ha interesado saber quiénes fueron, dónde nacieron, qué hicieron, cuándo, dónde?

La respuesta también es simple: NO.

Bien, pues interésese. Días como este deberían ser inspiradores para nuestra sociedad, deberían recordarnos con ahínco, el tesón y la valentía con la que podemos lograr todo aquello que nos proponemos, deberían recordarnos que solo el esfuerzo y la persistencia hacen que las grandes causas sean dignas de recordar. Reaccionemos de una buena vez y démonos cuenta de que un pueblo solo se siente inspirado por las acciones de sus héroes. En este momento los héroes que tenemos son los que nos venden los medios y los que gobiernan; los unos son (en su mayoría) narcos, ñeros, prostitutas, bandidos que dejaron su nombre en la historia y los otros son solo corruptos y ladrones que con frecuencia se confunden con los primeros.

Piénselo. Estoy seguro que a sus hijos les encanta la comida chatarra tanto como a usted le gustó ver Escobar, el patrón del mal, Las muñecas de la mafia o Sin tetas no hay paraíso y otras porquerías mas que estoy seguro ha consumido con deleite y cuyos nombres no me vienen a la cabeza mientras escribo estas lineas. Hasta Netflix se ha sentido inspirado con nuestra historia: Narcos. Y sí, historias que hacen parte de la realidad, y sí, historias que el pueblo "necesita" conocer, pero ¿debería estar de acuerdo en que ellos y sus historias sean nuestros héroes y nuestra inspiración diaria? ¿Le daría usted a sus hijos hamburguesa y pizza todos los días?

Nuestros verdaderos héroes tienen una historia aún mejor. Aproveche e independícese de todo eso que pudre su mente y no le permite volcar su tiempo en actividades mas nobles y productivas. Vaya y conozca esa historia, quítele la tableta a su hijo o hija, esa que usted le regaló para que no ande molestando por todos lados, siendo el niño que es. Busquen juntos las historias de esos héroes de la patria, a los niños les encantan esos relatos, enséñele a sus hijos lo que es enamorarse de un país y aunque ellos no lo sepan, apréndalo usted también.

Después de eso, si quiere, saque la bandera por la ventana.

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