Si Santos ahora es un líder social, ¿lo matarán también?

Si Santos ahora es un líder social, ¿lo matarán también?

Una perspectiva a propósito de los más recientes hechos que han sacudido al país

Por: Carlos Roberto Támara Gómez
septiembre 06, 2019
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Si Santos ahora es un líder social, ¿lo matarán también?
Foto: Instagram @juanmanuelsantos

Un poco antes de la nueva disidencia de las Farc haber pronunciado el más alambicado discurso político del cual se tenga noticia, sobre todo en su primera parte, no había forma de comprender que fuera posible poner de acuerdo a Santos, Gaviria, Vargas Lleras en una sola plataforma política y, si se quiere, en una alianza programática con fuerzas, consolidadas a su vez de la izquierda democrática con todos sus pelajes; eso sí, contra las fuerzas lideradas por el gobierno de turno que siguen pretendiendo hacer trizas los acuerdos de paz con un poco de mermelada que en su momento saldrá a relucir, más temprano que tarde.

Y qué es lo que pasa ahora. La derecha parece haber encontrado su viejo alimento nutricio nuevamente: la guerra fratricida. ¿Acaso no fueron ellos quienes la inventaron? ¿A quién se le ha olvidado?

Y entonces cabe preguntarse: si las fuerzas de la paz se unieran más allá de los partidos, sin incluir las del gobierno, ¿entonces la facción disidente reconsideraría abandonar su absurda posición y retornar sin armas? Porque si no es una revolución lo que proponen entonces todo es negociable y, asumo, cabe plenamente todavía dentro del acuerdo de paz que podría incluso reforzarse. Y luego de obtenerse tal imposible coalición, ahí sí pueden ponerse de acuerdo para una relectura de Colombia con las fuerzas que realmente la aman desde la paz.

Esto lo digo no solo tras el análisis de lo que posiblemente nos espera: la mortandad acelerada de líderes sociales, ahora con el pretexto de que hacen parte o alimentan la facción disidente. También lo hago tras analizar la increíble alianza entre el PD y el M5S en Italia tras el monumental error de la perniciosa derecha de Salvini, que luce ahora apalastrado con su desmedida ambición a cuestas.

Salvini buscaba poco menos que una dictadura constitucional a partir de fraguar un dominio electoral que a todos se les antojó imposible. Es lo mismo que buscan en Colombia. Tener una mayoría tal que pasado algún tiempo acalle y silencie todo el discurso contra la mermelada y entonces puedan quedarse con todo el pastel. Que nadie crea en su altruismo por favor. Que no se crea que Agro Ingreso Seguro fue un simple fenómeno aislado. ¿Qué tal que tras ese modelo de haber salido victorioso e indemne se escondiera una forma diabólica de socializar las entregas de los dineros públicos, disfrazadas de supuestos emprendimientos productivos en manos de quienes allí lucieron como modosos beneficiarios, como si fueran angelitos?

El análisis de la situación italiana es absolutamente aleccionador y eso que todavía no está dando tanto como lo que sería la definitiva esperanza para Italia. Ahora resulta que el PD y el M5S tienen plataformas que pueden conversar entre ellas siempre y cuando se depongan los excesivos egos que tal como en Colombia significan la división real, más que la programática. Así puede leerse:

“Sin embargo, en las negociaciones de la coalición surgió algo que en realidad no es tan sorprendente: las superposiciones programáticas entre M5S y PD son mayores que entre M5S y Lega. Ya sea en política social o fiscal, actitudes hacia Europa, educación o política de innovación: ambas partes descubrieron puntos comunes que han ignorado deliberadamente a lo largo de los años”.

Mírese que: “The Five Stars (M5S) aboga por el suministro público de agua, la protección del medio ambiente y la evitación radical de residuos, el fortalecimiento del transporte público, una política energética que favorezca las energías renovables y una mayor eficiencia, así como la expansión de la infraestructura de internet”. Y quién podría estar contra eso aquí en Colombia si alcanzara a proponerse aun con pelos y señales. Claro, matices habrá, pero solo eso.

Así como Grillo, líder de M5S se paró en la línea y espetó a Salvini y a Italia: "¡De ninguna manera tenemos nuevas elecciones!", de igual forma, similar frase puede escribirse en Colombia; que no sugerimos siquiera para dejarla a la libre imaginación política de las fuerzas que busquen unirse. Lo que estaría diciendo la situación política es que el espacio estratégico de la paz no estaba siendo satisfecho plenamente por los acuerdos y debe ampliarse el espectro, y nada más. Eso no niega el acuerdo. De todas maneras, tras el Big-Bang sucedió un periodo de Inflación que modeló la uniformidad del Universo tal y como lo conocemos.

Aquí en Colombia deberían inventarse y teñirse una camiseta que decidan ponerse todos. Luego tomar una mochila guajira y allí echar a ojos cerrados lo programático de cada cual y finalmente sacar a ciegas cinco o diez puntos y sobre eso armar la plataforma de acuerdos.

No, no sería un asunto de azar. Ni nada parecido a feriar principios. Se trata de un procedimiento estadístico sucinto que de por sí hace parte del cálculo electoral pues es de eso de lo que han venido tratando las elecciones una tras otra. Pero, además, no es lo electoral también fundamentalmente azaroso en esencia. La historia ha demostrado que ni siquiera la abundancia de dinero ha resuelto por sí misma una encrucijada política.

Obviamente, para ello, Santos, Vargas Lleras y Gaviria deben salir de su delicioso nicho de confort. Que no crean que una hegemonía de la derecha recalcitrante y guerrerista los dejará indemnes. Si Gaviria es ducho en saltos triples mortales y Vargas Lleras no se le queda atrás pues también abdicó en su momento su programa de gobierno, ¿será que pueden producir los mismos saltos pero en sentido contrario? Hasta ahora, como los gatos, siempre han caído parados. Y Santos que jugó a las escondidas en aquellas elecciones, ¿podrá asomarse a dar la lucha que nunca dio mostrando su rostro más parecido a la verdad política?

Nunca he creído que Santos no haya tenido culpa en esa elección que ahora sufrimos todos. Incluso pudo haber un pacto secreto de silencios de ultratumba tras la caída del referendo pues de qué otra manera se entiende que le hayan dejado birlarle a la vista de todos. Pusieron paños, simularon algunas cosas pero la procesión iba por dentro. ¿Quién se chupa los dedos aquí en Colombia?

Y debe decirse todo esto para que no se piense que es un lecho de rosas esa increíble plataforma unitaria. No es la ausencia de lucha. Es la lucha política real, lo que debe relucir; por un ideal de país vertido en una mochila ancestral.

Se ha hablado de la ausencia de visiones históricas de país, ¿acaso no es está la encrucijada para fundar una?

Sí, estoy de acuerdo, alguien con más enjundia y representatividad, más que un ciudadano anónimo y circunstancial, debería proponerlo pero la pregunta que da origen al artículo queda pendiente cual espada de Damocles. Que no se crea que la gran dirigencia del país esté libre de represalias. También pueden llevar del bulto ante la arremetida de la derecha ciega. Mírese si no hasta donde apuntaba la ambición de Salvini. Era sencillamente estratosférica.

Notas: Léase la cita en Más que un matrimonio de conveniencia, producido por Tobias Mörschel, Michael Braun, para la revista International Politics and Society.

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