Seis micros agradeciendo a los gringos
Opinión

Seis micros agradeciendo a los gringos

" Y me miró con ojos de ..."

Por:
enero 06, 2019
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Sin título

Le dije te quiero como se quiere a las lechugas y me miró con ojos de acelga enamorada. Nos abrazamos, aparté sus brazos y cuando comencé a morder me supo a zanahoria.

 

Resumiendo

El crítico literario comenzó a elaborar su reseña y para ello consideró oportuno y necesario hacer un bosquejo, no necesariamente breve, de la muy compleja y extensa novela que acaba de leer. Resumió y resumió y relató cómo la protagonista Chavelita se enamoró locamente de su amado Armando y de qué maravillosa forma éste último se encaprichó con la monita Andrade y el dinero del abuelo de ésta, con todos los detalles de aquellos amoríos e intereses, de uno y de otro, y de cómo y en qué forma la tía de la Chavela contrató al trío de los matarifes para que dieran cuenta de la vida de la monita Andrade, para relatar acto seguido todo lo que aconteció después y cómo el trío de los matarifes fue sobornado por la misma Chavelita que se desenamoró y al final se volvió medio buena medio mala y cuando el crítico literario iba a comenzar sus comentarios, se dio cuenta que la pequeña reseña que pensaba hacer, se había convertido en un novelón inacabado como de cuatrocientas páginas.

 

Cosas de Andrés

Los amigos dicen que Andrés no se baña hace al menos dos generaciones y la culpa, la verdad, no es suya. Él aduce que el agua hace que le salgan granitos en la piel y que le escuece cuando se pasa una toalla por el torso. Para colmo, no puede desnudarse en el cuarto de baño ya que el frío le produce dermatitis alérgica aguda y mejor no hablemos del rechazo que causa el jabón. Todo ello junto obliga al bueno de Andrés a no bañarse. Está más sano que cualquiera, aunque los amigos dicen que no le conocen novia.

 

El drive

Nuestro escritor se ha enfrentado hoy a una dura rivalidad: literatura o deporte. Tiene en su mano una raqueta de tenis y piensa en llamar a algún conocido y echar una partidita y consultó a la vez sus prioridades. Escribir un relato o enfrentarse a un saque diabólico. ¿Para qué escribo?, se preguntó. Recordó lo que habrán dicho decenas de escritores sobre el particular y anotó una sola afirmación de algún famoso: escribo para que me quieran más mis amigos, o algo parecido. Pensó en el tenis y en su compromiso, repitió aquella frase, encendió el computador y comenzó a teclear su relato así: nuestro escritor se ha enfrentado hoy...

 

Candela y Renato    

Sánscrito tenía una importante reunión con sus antiguos compañeros de universidad y debía romper de una vez por todas con esa idea general de que él es de la otra orilla, pues que le van más los hombres y esas cosas no tan fáciles de explicar y digerir. La tarea en cierta forma era complicada ya que no conocía ninguna mujer dispuesta a acompañarlo, pero preguntando aquí y allá al final su amigo Renato le prestó a su novia Candela, linda y bonita como la que más, de esas que tienen el cuello largo y la mirada matadora. Candela encandiló a todos y todos agradecían que Sánscrito hubiera tomado el camino recto. Sin embargo, tantas luces acompañaban a la Candela que todos le caían como buitres, gallinazos en busca del amor, y Sánscrito neutro, y seria necio decir que no le hiciera caso a las gracias de Amaranto, es que es un encantador de serpientes, y Amaranto se llevó a la Candela con risitas y tocamientos a la parte de atrás de la casa y parece que pasaron una noche espectacular. El problema fue después explicarle todo a Renato, quien no creía nada de lo que le decían.

Y hablando de…

Y hablando de inspiraciones…

. Desespero y Neftalí Reyes

Nuestro escritor, tan poco dado a eso tan necesario como es la inspiración, se levantó hoy peor que nunca. Se imagina a alguien caminando por la calle y a ese alguien no le ocurre nada y debe hacer su relato o su novela, debe crear  su obra literaria; a eso se dedica y esa es la meta de su vida. Piensa en un señor con su paraguas y ni siquiera logra hacer que llueva. Es triste. Acaso, ¿no es escritor? Cierra los ojos con fuerza para relajar la mente, eso cree, y en su pobre cabeza no circulan ideas, tan solo recuerdos sin fundamento. Sabe que le han golpeado el corazón, está tocado, algo ocurre con sus sentimientos que intuye que no es amor, no puede serlo, cómo va a serlo, aunque siente que le han movido el piso, como que le hubieran dado una caricia en el cuello y el hombro, como si esa sonrisa se hubiera convertido en la expresión de agrado más ancha, bella y sincera que haya visto y el pobre tipo decide encerrarse en aquel poema número ocho del hermoso Pablo Neruda en esa parte que dice: se parecen tus senos a los caracoles blancos. Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra. Ah silenciosa. Nuestro escritor relee el poema número ocho y pasa al número nueve, en pocas páginas y más versos llegará la canción desesperada. Sin embargo, a pesar del desespero, no logra la ansiada inspiración.

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