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Durante muchos a el ranking de los centros comerciales que más facturaban en Colombia lo lideró Bogotá. El centro comercial Unicentro, construido por el fallecido abogado constructor Pedro Gómez, fue hace menos de unos meses el líder de esta lista.
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Siempre el tradicional Unicentro de Bogotá, el primero construido por Pedro Gómez en 1976 había sido el número Uno en ventas en el país. Pero en el 2024 las cosas cambiaron. El Tesoro en el barrio El Poblado de Medellín gerenciado por Adriana González logró desbancarlo con unas ventas cercanas a los $ 58 mil millones. En Cali, las ventas tuvieron un muy buen comportamiento y Chipichape en el norte de la ciudad y Unicentro en el sur, ambos sectores residenciales y de oficinas, compitieron por el cuarto y quinto lugar en el Top 5 con ventas superiores a los $ 45 mil millones.
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Detrás del ascenso de El Tesoro hay una fórmula silenciosa, construida día a día, entre arquitectura pensada para caminar sin afán, y una oferta comercial que no se conforma con lo evidente. Esta localizado en el corazón del amplio sector residencia conocido El Poblado. Unicentro de Bogotá le sigue de cerca con algo más de 56 mil millones facturados en 2024.
Mientras Santa Fe Bogotá se mantiene en la tercera plaza con cifras cercanas a los $49.554 millones el top cinco lo completan el dos tradicionales de Cali, Chipichape, ubicado en el sur de la ciudad y Unicentro Cali, ubicado al otro costado, en el norte. El primero de los centros comerciales caleños vendió $46.348 y el segundo $45.790 millones respectivamente. En conjunto, estos cinco centros sumaron casi $256.000 millones en 2024, y eso sin contar los que siguen de cerca, empujando desde atrás.
Estas cifras no solamente muestran los valores por ventas en los locales. Los centros comerciales facturan por parqueaderos, zonas comunes y administración también son varios miles de millones que también suman.
Y Medellín entendió eso antes que otros. En sus centros comerciales se siente que no basta con vender ropa o comida. Hay torres médicas, hoteles, teatros, ferias temáticas, centros de eventos. Hay espacios pensados para que la gente no solo compre, sino que viva.
Mientras tanto, Bogotá parece estar viendo cómo otros mercados le respiran en la nuca. La competencia ahora está en ofrecer experiencias completas. Ya no basta con tener tiendas llenas; hay que tener razones para quedarse.