Santos II: entre las reformas y el continuismo

Santos II: entre las reformas y el continuismo

Por: Felipe Pineda
junio 24, 2014
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Santos II: entre las reformas y el continuismo

Pocos días después del triunfo de Juan Manuel Santos en la carrera por la Presidencia, y dejada atrás parcialmente la zozobra de un eventual retorno de Álvaro Uribe Vélez, en cuerpo ajeno: Oscar Iván Zuluaga, al Palacio de Nariño, es decir, superado el dilema entre institucionalidad y autoritarismo, la disyuntiva de la coalición oficialista se centra, en tiempo presente, sobre quiénes serán sus coequiperos de gobierno por los próximos 4 años. El rumbo institucional que la Unidad Nacional decida poner en marcha, ya sea reformista o continuista, definirá si dicha articulación involucra al frente por la paz o, en un giro hacia la derecha, se aproximará más bien al Centro Democrático.

El balance general del 15 de junio

El escenario posterior al triunfo del candidato-presidente, por un guarismo de más de 900.000 votos, deja un panorama de elementos que no revisten discusiones: Santos ganó con los votos de su Unidad Nacional y el apoyo de la izquierda y sectores de centro independiente que probablemente, en parte, retornen a sus funciones opositoras, el bloque parlamentario conservador santista rivalizará con el bloque uribista por el control de ese partido. El Centro Democrático como colectividad se ha convertido en la primera fuerza política del país y probablemente la más significativa, el triunfo del actual mandatario nacional se ha convertido en un mandato ciudadano gaseoso a favor de la paz.

A pesar de la reducción en 8 puntos porcentuales de los índices de abstención, que cayeron del 60 al 52 por ciento entre ambas vueltas, una porción significativa de este resultado positivo correspondió a la efectividad de ambos bandos en contienda por mover la "maquinaria política" en sus bastiones principales. Departamentos como Atlántico, Córdoba, La Guajira, Caldas y Risaralda en donde hubo incrementos superiores al 50% de la votación con respecto a la primera rueda son la prueba fehaciente de como, sobre todo en el caso de la coalición santista, el apoyo de las bancadas parlamentarias adscritas a Santos resultó fundamental en el tremendo repunte estadístico (http://alturl.com/7q7t8).

A la par del andamiaje parlamentario, el cuartel reeleccionista logró que una parte significativa de los 3 millones de sufragios de los candidatos independientes Clara López y Enrique Peñalosa se movieran hacia su discurso pro paz. Voto de opinión que en ciudades como Bogotá hizo posible para Santos casi que triplicar su caudal electoral y superar al candidato Zuluaga al pasar de 441.005 votos en la primera vuelta a más de 1.338.000 en la segunda.

La apuesta del frente amplio por la paz

La iniciativa del Frente por la Paz se plantea como una gran coalición que reúne a todos los sectores políticos no tradicionales de cara al proceso de paz, y quizá también hacia las elecciones de 2015 y 2018 procurando estrechar lazos con los procesos de movilización social que permanecen latentes en todo el territorio nacional. En tal Frente se perfila la inclusión de diversas expresiones políticas como la ASI, Alianza Verde, Progresistas, Polo Democrático, Congreso de los Pueblos, Unión Patriótica y Marcha Patriótica.

Dentro de este amplio conglomerado se sitúa la izquierda civil, la cual como proyecto político, se encuentra ante una coyuntura histórica donde tiene cada vez más cerca la posibilidad de exponer su plataforma programática sin el estigma guerrillero. Por lo tanto, el eje fundamental de este amplio esfuerzo unificador debe ser el impulso al sí en una eventual refrendación de los acuerdos de paz con la guerrilla de las FARC y la búsqueda de reformas estructurales que asfixien las causas históricas del conflicto armado.

Firmarle un cheque en blanco a Santos para que en sus manos quede el resultado de dichos acuerdos, precipitando un inocuo pacto sin transformaciones, puede costarle a la izquierda su desdibujamiento casi que total como proyecto histórico tirando por la borda el avance significativo aunque problemático que ha experimentado durante los últimos 15 años como tercería política con un ideario político propio, alternativo, plural y cercano a amplias capas de la sociedad.

La búsqueda de la paz con justicia social, así como la conformación de comités sectoriales, regionales y nacionales que incluyan a diversos actores del campo democrático ampliarán el espectro de esta franja alternativa y servirá de mecanismo de presión para lograr cambios de fondo en la nueva agenda del ejecutivo nacional en su segundo período.

La disyuntiva de la nueva coalición de Gobierno

Independientemente de lo imperiosa que resultaba la victoria de Juan Manuel Santos para el futuro del proceso de paz con las FARC, el fortalecimiento institucional y democrático del país y el freno al proyecto autoritario encabezado por Álvaro Uribe Vélez, lo cierto es que esta coyuntura fue utilizada por el candidato oficialista, más aún después del apoyo de sectores diametralmente opuestos a su proyecto político, para lavar de manera hábil su imagen negativa, para sortear sus problemas de gobernabilidad, para absolverlo de toda responsabilidad en la crisis del agro y la industria nacional y para sepultar de la memoria colectiva su pasado tortuoso como ministro de defensa del anterior gobierno.

Santos, no solo se ha adjudicado la victoria mejorando su percepción ante la opinión pública, sino que se ha convertido en el mandamás de las intenciones de las FARC -proceso de paz en La Habana-, el uribismo -paz sin condiciones-, Progresistas -sostenimiento del alcalde Petro en su cargo- y Frente por la Paz -paz con reformas sociales- logrando que sectores antagónicos dependan de él de cara al futuro. La sujeción del universo político nacional al presidente le permite firmar con la guerrilla de las FARC una paz difusa en reformas a imagen y semejanza de los sectores de poder.

Aunque el presidente Santos, solventó su triunfo en una coalición de sectores de centro derecha, centro independiente e izquierda que hizo sus apuestas más fuertes en el apoyo a la paz, la democracia y el miedo a un eventual retorno de Álvaro Uribe al poder, es prácticamente improbable que estemos, como consideran analistas de diferente cepa ideológica, ante un nuevo bloque de poder que se asemeje programáticamente a la recién consolidada nueva mayoría chilena, versión tenuemente diferente a la antigua concertación.

Por el contrario, no es lejana la posibilidad, debido a las afinidades de fondo entre el proyecto de la élite tradicional y emergente en temas como modelo económico y social de país, que la Unidad Nacional intente fragmentar al sólido uribismo por medio de la cooptación de sus sectores menos radicales, encabezados por los ex candidatos presidenciales Oscar Iván Zuluaga y Martha Lucía Ramírez, utilizando nuevamente la paz como carnada principal para asegurar en este cuatrienio su gobernabilidad sin recurrir nuevamente al favor de la izquierda en pleno.

Con este nuevo viraje el avezado presidente Santos abriría paso a una nueva coalición que defienda una institucionalidad pro statu quo que sepulte la esperanza de un nuevo bloque reformista y eclipse las aspiraciones desestabilizadoras encabezadas por Álvaro Uribe Vélez al actual gobierno.

La renovada alianza en términos de participación burocrática continuará en manos de los tres partidos del liberalismo ampliado, Cambio Radical, Partido Liberal y Partido de la U y el sector parlamentario Conservador. El gabinete ministerial seguramente, debido al escenario turbulento que la nueva oposición de extrema derecha traerá para el reelecto presidente, sufrirá un remezón que traerá cabezas visibles de perfil más político y menos tecnocrático de orígenes diferentes a Bogotá como manera de amainar la andanada del Centro Democrático y su previsible feroz control político.

Visto el panorama en retrospectiva y en perspectiva, cabe pensar en una proclividad hacia un pacto entre gobierno Santos y el uribismo moderado en lugar de hacerlo con el nuevo frente amplio por la paz como camino expedito para conseguir llegar al post-conflicto sin incluir reformas de fondo, allanando el terreno para el asentamiento definitivo del hegemónico modelo social y económico que nos rige desde hace varias décadas.

Twitter: @pineda0ruiz
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