San Gil, ¿una capital turística sin turismo?

San Gil, ¿una capital turística sin turismo?

Además de las actividades que explotan la naturaleza, ¿qué se le ofrece a los visitantes?

Por: Armando Barrera
mayo 12, 2020
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San Gil, ¿una capital turística sin turismo?
Foto: Martinduquea - CC BY-SA 3.0

El turismo en sí es una actividad que permite redistribuir la riqueza, partiendo del principio de que hay ideas emprendedoras con las cuales se atraen a los visitantes. Así fue como observamos que la cuenca del río Fonce era apta para el canotaje, las cuevas eran propicias para tener contacto con la madre tierra y las cercanías del cañón del Chicamocha servían para cumplir uno de los sueños más viejos de la humanidad, volar.

¿Notaron algo? Sí, todas esas actividades se idearon hace 20 años y en su totalidad están ligadas al regalo de la naturaleza, mas no a la idea transformadora de emprendedores, sino de explotadores. Sé que suena fuerte la expresión, pero piénsenlo, ¿por qué el río Fonce es el centro de depósitos de aguas negras de muchos de los complejos hoteleros que hay sobre él?, ¿por qué las cuevas parecen más un camino veredal más? Temo que la respuesta es sencilla, el turismo sangileño no existe.

Asumo la tesis de la inexistencia del turismo sangileño en la medida que no se le ofrece nada al turista que sea hecho por la sociedad sangileña. Por ejemplo, si bien hay una gama de hoteles, estos solo tienen por función alojar, no proporcionar entretenimiento al turista; y si bien existen muchos restaurantes (demasiados, diría yo), ¿qué sirven aparte de comida rápida?

Échenle cabeza, ¿qué más le ofertamos al turista?, ¿acaso la oportunidad de recorrer las calles de nuestra perla del Fonce? No, nada de esto. De hecho, me sinceraré y anotaré con contundencia que el centro “histórico” de la capital turística de Santander es cuando menos un lugar desagradable, tanto visual como auditivamente: no hay andenes, ni mucho menos la oportunidad de sentarse sin que le ofrezcan a uno helados de carritos, le pidan limosna, le fumen en la cara o le llenen la ropa con el olor del pincho de carne.

Sí, señor turista, así es la cosa. Además, si no hay ido le cuento: cuando usted llega desde Bogotá encontrará la casa de mercado, donde verá cerdos abiertos y chulos en la mitad de la calle, y tendrá que disminuir la velocidad a cuando mucho 10 kilómetros por hora, ya que todo el mundo transita sin mayor cuidado; y cuando usted llega de Bucaramanga, especialmente un fin de semana, tendrá que soportar 20 minutos de tráfico para poder arrivar al parque principal, único lugar que puede ser denominado atractivo turístico sangileño, ya que, como anotamos, lo que se ofrece al visitante es realmente un explotación a los recursos de la naturaleza.

Pero asumamos que usted es un turista universal, de aquellos que disfrutan de la candidez sangileña al creer que es un paraíso turístico, y opta por caminar. Pues bien, le aconsejo que se prepare para disfrutar de las más variadas infracciones ambientales y de tránsito. De hecho, podrá escuchar cómo cada local comercial (primer sector real de la economía de este lugar) opta por publicitarse a grito herido con un bafle de proporciones jorgebaronescas, en lugar de hacerlo por los medios digitales como lo haría el emprendedor promedio. Todo ello en una cuadra de no más de cuarenta metros sin anden. Así mismo, notará que no hay andenes, por lo que tenga cuidado: las leyes de tránsito tienen un principio elemental, no existen. Eso sin contar con que los motociclistas (segundo sector real de la economía) dictan qué norma cumplir, por supuesto con su propio acento, entonación y volumen...

Como ve, todo muy acogedor. Así que, por favor, recomiendo ir asegurado contra este tipo de turismo del siglo XXI. De paso, también aprovecho para hacerle un llamado para que lleve consigo una bolsa para caminar, ya que no hay un solo lugar donde depositar las basuras más allá de unas viejas canecas ubicadas en el destartalado Parque La Libertad.

Quisiera escribir un poco más, pero no sé qué más decir aparte de que fuera de las actividades sobreexplotadas desde hace 20 años, no parece haber mucho más. Espero equivocarme.

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