Respuesta a "Martín Elías: un gran parrandero y nada más”

Respuesta a "Martín Elías: un gran parrandero y nada más”

"Espero no equivocarme al interpretar que usted en su texto se la ha jugado por ser controversial, es decir, ha optado por 'aguijonear' y lo ha logrado"

Por: Juan Sebastián López Morales
abril 20, 2017
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Reciba un cordial saludo, señor Santos Gutiérrez. Ayer leí su texto Martín Elías: un gran parrandero y nada más, publicado en Las 2 Orillas y con el fin de dar mi opinión y ojalá, enriquecer la opinión alrededor de un tema tan interesante, quisiera comentar públicamente algunos argumentos que usted expone y que me parecen discutibles. Quisiera comenzar diciéndole que espero no equivocarme al interpretar que usted en su texto se la ha jugado por ser controversial, es decir, ha optado por “aguijonear” y lo ha logrado. Sin embargo, recurrir a lo emocional como argumento es, a mi parecer, una medida desesperada y que además genera confusión, por el tipo de respuesta que invoca.

Tiene usted toda la razón cuando argumenta el inmenso despliegue que tuvo y sigue teniendo en los medios la muerte del joven músico Martín Elías. Aunque los números que usted aporta son arbitrarios y a “ojo”, no están justificados. Sí existe una evidencia de lo que usted dice y para ello solo basta mirar la cantidad de titulares y espacios dedicados al tema de la muerte del cantante. ¿Por qué le sorprende esto? Los medios son viables, económicamente hablando, porque venden publicidad. La publicidad tiene sus clientes y los clientes somos consumidores de noticias. Este fenómeno existe a escala mundial. Precisamente, por eso se llaman mass media y más que un termómetro cultural o de información, son un negocio y ofrecen lo que se vende y estimulan el consumo de mil ingeniosas maneras. Uno puede beber el café de la mañana con todo el gusto del mundo, aún sabiendo esta verdad, por terrible que pueda parecer. Sin embargo, usted escogió escribir en Las 2 Orillas, posible indicador de que quizás como muchos buscamos fuentes no tradicionales de información. Así que hasta aquí no vamos tan mal.

Los criterios que usamos todos los días para realizar juicios de valor nunca son objetivos o desinteresados o inocentes. Esto también vale para el arte o para cualquier valoración estética. De verdad que muchos estaríamos encantados de conocer la forma cómo usted podría llegar a establecer un puente de apreciación estética que ayude a disfrutar y comprender la música clásica. Pero, ¿qué necesidad existe de “aguijonear” sensibilidades realizando juicios que empequeñecen y rebajan la opinión o el gusto de otras personas? Hablar de “superior” e “inferior”, “mayor” o “menor”  es excluyente, aunque es posible en términos artísticos. Dichas valoraciones obedecen a cánones y moldes preestablecidos. Por las referencias que usted cita en su texto, se puede inferir que sus juicios se basan en una valoración estética centrada en la música clásica y la literatura europea, aunque también menciona algo de Norteamérica. En este sentido es evidente que usted ha asimilado dichos cánones. También, valdría la pena recordar que la doctrina de la “superioridad” de la cultura europea por encima de “las otras” ha sido promocionada por los mismos europeos y americanos, y esta se ha extendido por sus propias manos a través de los trágicos procesos de colonización que usted ya debe conocer y se siguen manteniendo en nuestro tiempo presente. A esta creencia que tanto le ha costado al progreso del mundo se le conoce como: eurocentrismo y aunque parezca una broma, hay americanos que la practican aún con mucho fervor.

Señor Santos Gutiérrez, hay música clásica que se compuso para que en la “Corte X” hiciera la digestión. No nos enredemos creyendo dogmáticamente en la realidad independiente y objetiva de algún sistema de valoración X. Por lo tanto la tan anhelada “superioridad” no existe sino en determinado “orden arbitrario” y la guerra verbal o bélica para imponer estos moldes ya la conocemos y se le conoce con el nombre de barbarie. Así pues, carece de completo de sentido argumentar que muchos deben cambiar sus gustos musicales porque estos son mediocres o equivocados, según X. No existe "EL” evangelio, existe uno según San… y otro según otro San…

¿Seríamos más “civilizados” si consumiéramos música clásica por toneladas?, ¿seríamos más pacíficos en Colombia si las masas recitaran con deleite a Shakespeare? No creo que el Maestro Orozco Estrada tenga como sueño personal figurar en todos los medios. Tampoco creo que Laura M. Ospina se haya sentido menospreciada. Haga usted de cuenta que no estamos en un país europeo. Haga de cuenta que este país no está habitado por europeos y que no tiene una historia idéntica. Usted ha decidido creer que el arte europeo o norteamericano es superior, eso está bien. Pero, a modo de sugerencia, primero: deténgase a pensar que su opinión es una interpretación y que no tiene realidad objetiva independiente de intereses o limitaciones humanas, es decir, es falible y falsable; frágil como cualquier otra. Segundo, sería más productivo escuchar un texto suyo promoviendo la música clásica que empequeñeciendo a aquella que no pertenece a su gusto estético. Lo diferente no es malo, ni mediocre. Es un reto apreciativo y de sensibilidad estética. Lo invito a mirar la escena completa: con los dos mares, la confluencia étnica, las costumbres, los acentos, la violencia, la historia, la brutalidad, la genialidad y la belleza que le cabe a este pedazo de mundo que habitamos. Lo invito a reaccionar con la amplitud que el arte nos ha enseñado.

 

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