Respuesta a la columna '¿Quién entiende a la izquierda?'

Respuesta a la columna '¿Quién entiende a la izquierda?'

Tiberio Gutiérrez analiza la última opinión de Patricia Lara publicada el 28 de abril en El Espectador

Por: Tiberio Gutiérrez
mayo 03, 2016
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Respuesta a la columna '¿Quién entiende a la izquierda?'

“Señores de las fuerzas democráticas y de izquierda: ¿Por qué adoptan la política hipócrita de decir que apoyan el proceso (de paz), pero, a renglón seguido lanzan toda suerte de improperios contra el presidente y consiguen, así, debilitarlo más y ayudarles a las fuerzas de derecha en su propósito de que fracase la paz? “

Sea lo primero valorar la defensa del proceso en La Habana, con todas sus dificultades, incomprensiones, deficiencias, acuerdos y salvedades por resolver. Más vale un mal acuerdo que un buen pleito, dice el refrán popular, por eso una paz imperfecta es mucho mejor que una guerra fratricida.

Sin embargo, el tema tiene mucha tela para cortar. De lo que se trata, brevemente,  es del contenido de la Paz que se está negociando en La Habana. No sobra repetir que las negociaciones están basadas en el marco general de una agenda de seis puntos para acabar con el conflicto armado y dar comienzo a la construcción  de una paz estable duradera.

Quedaron por fuera el modelo económico, el régimen político y las Fuerzas Militares y de Policía, es decir, los ejes más importantes para resolver la crisis nacional. Sin embargo los puntos que se refieren a la reforma agraria integral, la erradicación de los cultivos de uso ilícito, las garantías para la participación política, y el de la  verdad, justicia, reparación y no repetición para las víctimas del conflicto, hacen parte “sine qua non” para poder abrir las compuertas de la apertura democrática.

Con toda la importancia que tienen para llegar al fin del conflicto y dar comienzo a la construcción de una paz estable y duradera,  a las Fuerzas Democráticas y de Izquierda no les quedaba otro camino que asumir con decisión la salida negociada que estaba en peligro inminente con el candidato uribista Osacar Iván Zuluaga, llamando a votar por la paz en cabeza del candidato neoliberal Juan Manuel Santos, pero sin renunciar por este motivo a  su identidad programática y a sus concepciones estratégicas para la conquista del poder.

Es decir, no se trataba de echarle agua al molino del neoliberalismo atándose las manos para la denuncia política del régimen, con el argumento de que esta actitud podría debilitar al Gobierno y “ayudarles a fuerzas de derecha en su propósito de que fracase la paz”.

Por eso hay que tener claro lo fundamental: ¿De qué paz estamos hablando? ¿De la paz de los cementerios, de la paz neoliberal, o de la paz democrática? Después de la solución del conflicto armado vienen los conflictos políticos y sociales. Aquí no puede haber confusiones que lleven a la conciliación de clases, o a posiciones contemplativas que esconden, consciente o inconscientemente, la coexistencia con el neoliberalismo que tienen algunos sectores de la supuesta “izquierda democrática”, que dejan de lado la lucha de masas para coincidir con el asistencialismo que caracteriza las actitudes de liberales y socialdemócratas frente a la justicia social.

Las Fuerzas democráticas y de izquierda deben tener una posición de cambio y de transformación desde las clases populares, desde la movilización de masas, utilizando la lucha electoral y parlamentaria como tribuna para la denuncia política régimen, y no con el “cretinismo parlamentario” que utiliza las palancas del poder para el enriquecimiento personal, abandonando la lucha por la Paz desde la calle,  para entroncarse en el berenjenal administrativo de un Gobierno neoliberal.

Hubiéramos preferido continuar con la Dra. Clara López al frente de la lucha de masas, o en el parlamento colombiano denunciando la podredumbre del régimen, o en las columnas de prensa ampliando un poco el establecimiento mediático, que verla ahora con su inteligencia maltratada por los mandaderos del neoliberalismo, asumiendo el Ministerio de Trabajo al servicio del Fondo Monetario Internacional, con la esperanza inútil de servir a la paz como una malabarista desde una cuerda floja,  para terminar una carrera brillante en las filas de la oposición democrática, como una cabaretera nostálgica de su pasado:  “Así quemaron tus alas mariposa equivocada las luces de Nueva York”.

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