René, gracias

René, gracias

"Es un tipo genuino, sin máscaras, espontáneo, que dice lo que piensa, tiene unos principios claros que no tiene que ocultar para ganar adeptos"

Por: Salomé Cardona
octubre 23, 2017
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René, gracias

Gracias a que el mismo René lo dijo en su último concierto, recordé que en el 2005 (es decir, cuando yo tenía 12 años) empezó a sonar Atrévete-te-te en la radio. Recuerdo que en ese entonces pensé que era una canción más de reguetón y por eso me parecía que cantarla iba contra mis principios... Pero fue inevitable, era muy pegajosa. Recuerdo que incluso fue el “himno” de mi equipo (se llamaba “Los Pumas” o algo así) en mi campamento de verano de ese año.

“¿Quiénes son estos?”, pensaba. ¿De dónde habrá salido este nuevo grupo llamado Calle 13? y ¿por qué a pesar de ser reguetón no lograba disgustarme? Obtuve la respuesta en un programa de La hora del regreso en W Radio (en la época en la que estaban Yamid Amat Serna y Mónica Fonseca).

Gracias a esa entrevista descubrí que René y Eduardo eran un par de jovencitos con una energía maravillosa, se expresaban tan bien, tenían tan claro lo que querían... Solo con oírlos en radio (no conocía sus rostros) me inspiraron la confianza suficiente para saber que no eran un par de reguetoneros más y decidí escucharlos sin prejuicios.

A veces —no sé por qué, ni me enorgullece— soy un poco conservadora y ortodoxa (lo era más cuando era más joven), por eso me alejé un poco de canciones que parecían muy pesadas para mis oídos inocentes. Pero luego salían otras y Calle 13 volvía a atraparme. Desde Atrévete-te-te hasta Ojos color sol, pasando por Un beso de desayuno, Pal' norte, No hay nadie como tú, La perla, La vuelta al mundo, Latinoamérica, Muerte en Hawai, todas me hacen erizar cuando las escucho. Las canto a pulmón herido y se han vuelto banda sonora de los mejores momentos de mi vida. Ocupan casi el mismo lugar que Soda Stereo, Jorge Drexler, Nina Simone, Spinetta y The Beatles en mi lista de reproducción. Por supuesto que crecí y dejé un poco lo moralista... Así que ahora también bailo en casa Fiesta de locos, La cumbia de los aburridos y Electromovimiento.

Me enamoré de Multiviral. Creo que ha sido el mejor álbum de la banda. No me canso de escuchar cada canción y hasta las repito —sin aburrirme—. ¡Es un trabajo tan profesional, tan bien hecho! ¡Las letras son tan bellas, la música es tan hermosa!

En algún momento le critiqué a René que escribiera canciones en las que se autoalababa y defendía. “¿Hay necesidad?”, pensé. Pero sí que la hay... Y si no me creen, lean, por ejemplo, un artículo que se llama 10 motivos para no escuchar Calle 13, en el que el autor dedica varias páginas a “despotricar” de René con argumentos bastante ridículos.

Lo juzgué un poco por su actitud respecto a las provocaciones de un tal “Tempo” (que ni sabía que existía). Sentía que se estaba rebajando, que él no necesitaba responder a semejantes barrabasadas, pero luego apelé a la empatía y descubrí que era muy probable que yo hubiese respondido igual.

Aunque puede parecer un poco pobre el argumento de “dime con quién andas y te diré quién eres”, confieso que lo apliqué con René. Que haya cantado junto a Mercedes Sosa, que Eduardo Galeano le haya hecho una preciosa intro a “Multiviral”, que haya grabado una canción tan divina como La Perla con Rubén Blades o que se siente a charlar y comer paella con mi amadísimo Jorge Drexler, confirma mi teoría de que el tipo no es cualquiera, de que es un hombre inteligente, sensible, culto... De que debe ser un honor ser su amigo y conversar con él.

Por eso me indignan entrevistas tan perversas como la que le hicieron hace relativamente poco en La W, en la que, a pesar de saber que acababa de decidir sacar un álbum como solista, que había viajado por más de 10 países del mundo, que seguramente tenía una cantidad enorme de historias maravillosas por contar, le preguntaron que si ya se había desligado del reguetón. ¡Qué desperdicio de entrevista! Solo recordándola me da malgenio otra vez.

Es tonto pelear contra el reguetón, quizás Totó La Momposina tenga derecho, pero para mí es una guerra perdida, es luchar contra la corriente. Además, el género por sí mismo no es el malo… Que sea malo o no depende de cómo lo use el “artista”, tal como lo dijo Drexler hace poco en una entrevista.

Lo que está haciendo Residente ahora no es reguetón. Es algo que debería tenerlo claro todo el mundo, pero parece que no (si lo estuviera, los periodistas de la W no le seguirían preguntando estupideces de ese tipo). Como él mismo lo dijo: ¿qué es un género?, ¿qué es la música urbana?, ¿qué es el rock?, ¿por qué la necesidad de encasillar las cosas? Lo que importa es el arte, el mensaje que se quiere transmitir, la actitud que se asume en un escenario o al lanzar un álbum, la emoción con la que se hacen las cosas, la capacidad de hablar acerca de los temas que nos afectan a todos (amor, sexo, política, religión) y no solo sobre lo que unas personas quieren escuchar. Residente canta sobre lo que se le antoja, así que es ridículo tratar de estigmatizarlo y decir que es música social, que es hip hop o que es cumbia. Y bueno, si fuese reguetón, ¿cuál es el problema?

Fue la segunda vez que lo vi en vivo. La primera fue en “La Macarena”, en Medellín, hace 3 años, justo después del estreno de Multiviral. Esa vez vimos a Calle 13 un poco más cerca, ayer un poco más atrás. Las cosas empezaron un poco mal. Ya estábamos frustrados porque no alcanzamos a tomarnos la foto “anormal” para participar en la rifa de un ratito para charlar con él, salimos tarde de nuestros respectivos trabajos y cuando llegamos la fila estaba eterna, no había claridad sobre cuál era la que realmente debíamos hacer, no nos dejaron entrar la cámara y no teníamos dónde guardarla, así que nos quedamos casi una hora buscando dónde dejarla... En fin. Empezamos con pie izquierdo y pensamos que había sido una mala decisión, que lo mejor hubiese sido no haber ido. Pero, cuando salió al escenario todo lo malo se olvidó, sentimos que había valido la pena.

Cuando apareció ayer, con sus mejillas coloradas y su amplia sonrisa, me inspiró, además de emoción, cariño, un afecto real, más allá de la admiración. Lo veo —a lo lejos— y leo en su expresión transparencia, sinceridad. René es un tipo genuino, sin máscaras, espontáneo, que dice lo que piensa, tiene unos principios claros que no tiene que ocultar para ganar adeptos, el que lo siga y lo quiera como es, bien, y el que no, no le importa. No me cabe duda de que es un buen tipo, de que en medio de su irreverencia y su rebeldía (absolutamente válidas y admirables) tiene un corazón de oro que palpita fuerte por amor a la humanidad.

Lo entrega todo en el escenario y uno, como espectador, se siente valioso, respetado, querido. Durante su show no para de brincar ni un segundo. Uno está “mamao”, él lo nota y grita con su marcado acento puertorriqueño: “¿Están vivos, Cali?” Y uno muere de vergüenza, toma aire y sigue. El hombre no se cansa... No sé cómo hace, ni me importa, pero es encantador... En medio de la música maravillosa interpretada por una virtuosísima banda intercontinental (alemanes, marroquíes, estadounidenses...), de su canto/rapeo y su baile; elogia nuestro país, nos dice cuán grandes somos, todo lo que podemos lograr y cómo no nos vamos a dejar amilanar por un gobierno perverso.

Uno se siente identificado con él y siente que es sincero con cada cosa que dice. Que de verdad le importa lo que pasa y hace cosas para cambiarlo. Fui feliz de verlo de nuevo ayer, soy feliz de saber que de la tierra siguen brotando artistas de esa calidad. Personas de esa calidad.

Todavía sigo un poco emocionada. Quería compartirles mi emoción.

Si lees esto, René, gracias por ser.

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