Relatos salvajes, reír a carcajada
Opinión

Relatos salvajes, reír a carcajada

Por:
octubre 19, 2014
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La película Relatos salvajes de Damián Szifrón, nos hizo reír a carcajadas como hacía rato no lo lograba ninguna otra película, ni Mr Bean, ni Woody Allen, menos Andrés, tal vez desde El Chavo o Chaplin, quién sabe. Es lógico, cuando uno se da cuenta que se está riendo es de sí mismo (ya me explicaré), no queda de otra que reír a carcajada batiente —como decían los abuelos—.

Excelentes relatos que comienzan con el reparto en el que se muestran los nombres de los actores sobre fotos de animales salvajes; mi esposa es quien se da cuenta de que coinciden el número de animales con el de actores en cada recuadro. Desde allí comenzamos a percibir la naturaleza indómita del ser humano. La película no solo es para reír, es denuncia pura de hechos en la sociedad y del comportamiento ante ellos, llevado al límite que no siempre es ficción.

Primer relato, el bullying extendido. El menos verosímil en su desenlace, muestra como una persona puede sufrir el bullying no solo de sus compañeros de estudio, sino de profesores, críticos de su arte, novias, amigos, empleadores y ser este una constante en la vida. No lo imagino en toda su extensión a pesar de haberlo sufrido por dos o tres compañeros en el colegio. Sí imagino cómo la vida se convierte en infierno que la persona quisiera acabar con la destrucción total, no solo el suicidio que hemos visto en estos casos, sino con la aniquilación de los protagonistas. Me recuerda las frecuentes conversaciones light en que despotricamos de familiares y amigos luego de una reunión social donde hemos sido todo sonrisas.

Segundo, el deseo de venganza. El dolor infantil al ver el maltrato en familiares se convierte en deseo de venganza. Cuando llega la ocasión tambalean nuestros valores entre satisfacerlo o preservar la vida de inocentes y aun la del perpetrador mismo. ¿Cuál sería nuestro camino?, es la pregunta que queda en el aire.

Tercero, la ira contenida. Los hechos más sencillos, en este caso en una carretera, van escalando alturas insospechadas de rabia, ira, temor, excelentemente retratados y actuados en la película. El desenlace, nada lejos de una realidad que en nuestro medio es vivida en asesinatos por hechos fútiles. No vuelvo a hacer señas... es mi promesa hoy.

Cuarto, la injusticia y el poder —de mandos medios— en la sombra. Un hombre de familia, común y corriente, se transforma en héroe para el común de la gente. Héroe que no mata, su lucha es contra la corrupción y las normas sin fundamento o seguidas como borregos —sin pensar—. Héroes que necesitamos aunque acaben en la cárcel.

Quinto, la reconciliación. La bondad y el amor se sobreponen luego de una intensa expresión de sentimientos ante la traición. El caos se desencadena luego de una simple sospecha y la confesión de la verdad. Los sentimientos a flor de piel, y aquellos escondidos, hacen su aparición con actos que, si sencillamente somos observadores en cualquier reunión, veremos surgir fácilmente, en nosotros y en los demás.

La identificación con uno o varios de los relatos salvajes no se hace esperar en el espectador atento y reflexivo. Los gestos, las palabras, los hechos reflejan nuestro cotidiano vivir y nos hacen reflexionar hasta dónde hemos llegado en circunstancias similares y si podríamos pasar a niveles insospechados como lo visto en la película. Altamente recomendada para quien quiera reír, llorar y reflexionar.

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