Reflexiones en torno a “El hombre que amaba los perros” de Fernando Padura

Reflexiones en torno a “El hombre que amaba los perros” de Fernando Padura

El historiador Manuel Cardozo recorre la historia que tomó el escritor cubano para hacer la gran novela latinoamericana de lo que va de siglo

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septiembre 23, 2017
Reflexiones en torno a  “El hombre que amaba los perros” de Fernando Padura

En el 2015, el escritor y periodista Leonardo Padura (1955)  recibió el premio Princesa de Asturias de las Letras por su ensayo “Yo quisiera ser Paul Auster (2015)”.  Pero más que un premio a un muy buen ensayo literario, este fue un reconocimiento a su trayectoria como escritor. Pues Padura ha conseguido posicionarse como un escritor de carácter universal en los últimos años. Esta universalidad la ha logrado, como muchos, partiendo de la exploración literaria de realidades locales. Este escritor se convirtió en un vocero consciente de una generación sin esperanza, cansada, que vio frustrados sus sueños de esplendor e igualdad socialista. Una generación que se enfrenta día a día con la realidad de vivir en un país como Cuba.

Leonardo Padura vive en Mantilla, la Habana, en la misma casa donde nació. Pero cuando viaja por el mundo promocionando sus libros, invitado por ferias internacionales, lo que más le suelen preguntar es dónde vive, porque debido a lo que se desprende de  sus escritos, muchos podrían asumir que vive en el exilio. Expone una visión muy crítica de la sociedad cubana en sus libros, desde los altos círculos burocráticos, hasta la vida de cubanos simples, de a pie, dejando de esta forma claro, la existencia de fuertes diferencias sociales dentro de una sociedad que muestra la igualdad social como una bandera de su sistema. Expone el sentimiento de miedo y paranoia que sus personajes vivencian frente al control del Estado socialista, la falta de libertad justificada en el bienestar de la mayoría, la inoperatividad burocrática, la corrupción y la discriminación. Quizá lo que Padura ha creado en su obra ha sido un espejo en el que la sociedad  puede reflejarse, no solo la cubana, porque los problemas que muestran sus trabajos literarios policiacos y de novela histórica, son los problemas sociales de la sociedad moderna.  El trabajo de Alejandro Padura es una invitación a la reflexión de nuestra realidad, de nuestra identidad, de nuestros contextos sociales, pero sobre todo, un llamado a reconocernos a nosotros mismos como actores de un contexto.

El autor y su obra

Desde el inicio las producciones literarias de Leonardo Padura han poseído un contenido social y humano, fuertemente influenciado por Alejo Carpentier en lo que se refiere a la “narrativa social”. Ya lo hizo en su diario periodístico “El Viaje más Largo” (1994) donde recrea la localidad de Mantilla en la Habana, el lugar donde creció, y expone problemáticas sociales de deferente índole. A través de las páginas de este diario periodístico recreó y revivió toda una galería de tipos y ambientes, leyendas y costumbres que conforman el fenómeno bautizado por Carpentier como lo “real maravilloso americano”. Después de publicar “El Viaje más Largo” en 1994, Padura desarrolla una tetralogía literaria llamada “Las Cuatro Estaciones” (compuesta por los títulos “Pasado Perfecto” (1991), “Vientos de Cuaresma” (1994), “Mascaras” (1997) y “Paisaje de Otoño” (1998)) que lo catapulta internacionalmente. Todos estos títulos tienen como personaje principal al detective Mario Conde, figura literaria que Padura utiliza para resolver los crímenes de sus relatos policiacos. De estos libros también se desprenden temas sociales como el pasado turbio de un funcionario oficial en “Pasado Perfecto” y se pone al descubierto un lado oscuro de la sociedad cubana contemporánea como en el asesinato de una profesora universitaria que esconde un mundo de descomposición, chantaje y tráfico de influencias en “Vientos de cuaresma”.  En su libro “Mascaras” el autor nos ofrece el misterioso caso de una mujer, que resulta ser el hijo travesti de un importante diplomático del régimen cubano, encontrada ahorcada con su pañoleta roja. Vemos como el escritor, sin exceso de sangre, refleja también un fenómeno muy latinoamericano: la violencia y el miedo que esta genera. La violencia social, la política, la común, esas violencias tan propias de nuestra calles latinoamericanas.

Es un autor muy prolífico el cual proyecta su personaje detectivesco más allá de su tetralogía cuando escribe “Adiós, Hemingway” en el año 2001; una trama donde el teniente Mario Conde tiene que resolver el caso de un cadáver encontrado enterrado en la casa del fallecido escritor norteamericano. “La neblina de ayer” (2005) y “La cola de la serpiente” (2011), son los últimos libros en donde vemos de nuevo al detective Mario Conde en acción, personaje que Alejandro Padura pretende llevar al cine en los próximos años y con el que el autor ha destripado la realidad de su país y retratado la decepción de una generación que dio todo por la revolución.

De la obra de Padura se desprenden una visión casi que vivencial de la sociedad cubano-latinoamericana. En la medida en que muestra los sueños y las frustraciones de la sociedad que le ha tocado vivir, genera una visión crítica.  En otras palabras es lo que se denomina un hijo de su tiempo: tiempo de cambios, de crisis, de aperturas. Solo así se explica que el régimen al que directa o indirectamente critica, premie su obra como aporte  a la cultura y a la sociedad cubana.

El trabajo de Alejandro Padura es esencialmente ficción, sin embargo, la que es considerada su obra cumbre es la novela histórica, “El hombre que amaba los perros “(2009), la cual fue premiada con el premio de la crítica por el Instituto Cubano del Libro en el año 2012. En esta obra relata el asesinato del líder revolucionario León Trotsky a manos del militante comunista Ramón Mercader. Padura revela - con datos hasta el momento desconocidos - uno de los grandes dramas históricos del siglo XX y los avatares del más sostenido sueno histórico de la humanidad, el comunismo soviético.

En múltiples entrevistas se le ha preguntado al escritor que lo motivó a escribir  esta novela, y su respuesta siempre es la misma. Las razones por las cuales el escritor cubano emprende la titánica labor de investigación sobre este hecho es la falta de información en la isla sobre León Trotsky y el Trotskismo. Es este desconocimiento, estos vacíos de información, los que llevan a Padura a interesarse en el tema.

La primera vez que Padura estuvo en México en el año de 1989, visitó la casa de Trotsky en Coyoacán, ya desde esa época convertida en Museo del Derecho de Asilo, la cual deja impactantes imágenes en él. Sobre todo el despacho donde ocurrió el asesinato, pues todavía aun hoy se conserva la escena del crimen tal y como se halló el 20 de agosto de 1940. Estas imágenes conmocionarían de tal forma al autor, que años después cuando se enteró de que Ramón Mercader, asesino de Trotsky, había vivido sus últimos días en La Habana, terminaron por convencerlo de la necesidad de emprender una investigación en torno a estos dos personajes históricos.

Las fuentes

Este es un texto que hubiera sido imposible escribir antes de los años 90’s, que es cuando la caída Unión Soviética abre sus archivos al mundo. Es durante estos años en que las traducciones del ruso de estos documentos llegan a manos de Padura; documentos relacionados con el papel de los asesores soviéticos en la guerra civil española y los procesos judiciales de Moscú, como aquel famoso caso del “complot de los médicos judíos” que en 1949 son perseguidos y ejecutados después de ser acusados de intentar a asesinar al jefe máximo de la revolución Josef Stalin. Para esta época también fueron liberados documentos donde se leen las órdenes dirigidas a la implementación de la “Operación Pato” de 1939. Estos documentos detallan las órdenes directas por parte de Stalin al director del Departamento de Operaciones Especiales, Sudoplatov, de acabar con la vida de León Trotsky. Sudoplatov a su vez pasa estas órdenes al agente de la NKVD Nahum Eitingon, quien venía desde hace años asesorando a los comunistas en la guerra civil en España y quien tenía una estrecha relación con Caridad Mercader Del Rio, militante del partido comunista español y su hijo Ramón Mercader. Esta operación comprendía varios operativos con comunistas españoles y mexicanos reclutados en España durante la guerra.

Una vez más es la labor investigativa del autor la que proporciona las herramientas, indispensables en este caso, para crear un escenario literario de importancia histórica con una veracidad científica. “El Hombre que Amaba los Perros” responde a un vacío de información sobre un hecho del que solo se conocía información superficial como el proceso seguido a un individuo que decía llamarse Jacques Monard Vandendrechs.  Monard había atacado a León Trotsky en su casa de Michoacán la noche del 20 de agosto de 1940 con un golpe mortal en la cabeza. A pesar de la importancia de este evento histórico solo existía la información que se publicó por esos días en prensa y radio sobre ese incidente. Información por lo demás superficial, pues no daba cuenta de los móviles del crimen y sus autores intelectuales. De alguna forma resultaba obvio hacer una relación directa de los hechos con órdenes provenientes de Moscú. Sin embargo, no existía ningún indicio o pista que así lo pudiera comprobar. Son las cualidades inquisitivas, producto de la curiosidad del autor, las que convierten este texto literario en un desenmascaramiento de este capítulo de la historia mundial, develando detalles desconocidos en la vida de los protagonistas y sus contextos.

 

Estructura del texto

La novela discurre en tres escenarios diferentes: el Primero, es el del escritor cubano Iván, quien para el año 2004 se enfrenta a la muerte de su mujer. Situación que lo lleva a enfrentar un hecho que marcó su vida hace 17 años: el encuentro casual con un misterioso hombre que pasea dos galgos rusos en las playas del este de La Habana. Este hombre dice llamarse Jaime Ramón López y sufre una enfermedad que los médicos no pueden diagnosticar. De este encuentro se desprende el hilo conductor de esta novela. El hombre le cuenta una historia, que Iván sospecha es la historia de su propia vida, y de la cual le hace prometer no contar a nadie, ni siquiera a su esposa. Esta historia resulta ser la de Ramón Mercader, militante comunista, líder del quinto regimiento en la guerra civil española, convertido por los  asesores soviéticos en un agente de la NKVD, a quien se le ha entrenado para llevar a cabo una de las misiones más complicadas: eliminar al renegado y traicionero de la revolución rusa, León Trotsky. Si bien esta parte del texto trata sobre la relación de estos dos personajes y de sus encuentros y conversaciones en la playa, trata también sobre la crisis del escritor y la libertad de expresión dentro del régimen cubano. Toca temas como la censura y el miedo a escribir y vivir en un régimen que parece totalmente controlarlo.  Donde la libertad de expresión tiene límites muy estrechos, limites que pueden llevar al escritor a la cárcel, el exilio, o ser enviado a un pueblo olvidado como parte del servicio social, donde sus ideas no tenga la difusión y la importancia que se merecen. El autor crea este escenario ficticio no solo para retratar las angustias del escritor cubano sino para hilvanar la historia que necesita ser contada.

El segundo escenario relata los últimos años de la vida de Liev Davidovich Trotsky.  Esta parte del libro es la que mejor se encuentra documentada históricamente, puesto que la vida del que fue comandante del ejército rojo se encuentra casi que totalmente registrada y documentada.  Además de la autobiografía “Mi vida” (1930) existe múltiples biografías y documentos sobre la vida de Trotsky que facilitan la reconstrucción histórica de la vida de este personaje. Es en los años 1930, cuando el líder revolucionario se ve en la necesidad de partir al exilio, donde empieza el relato de este escenario de la novela.

Un dato que se sabe es que Alejandro Padura empezó a escribir esta novela en primera persona, quizá pretendiendo realizar la continuación de la autobiografía “Mi Vida”.  Pero pronto se dio cuenta de las limitaciones de su propia formación y contexto histórico para realizar la narración de esta manera, es decir, encarnando al propio Trotsky en su novela. Por ello desistió de abordar la narración literaria de esta forma.

No obstante, este segundo escenario no deja de mostrar a un Trotsky humano, no ya como líder único del gran ejército rojo, sino como un ser humano que sufre los rigores del exilio y la desintegración familiar causada por la persecución política. Vemos como en esta parte del texto se dan a conocer todas las rutas por mar y tierra que el exiliado recorre con su inseparable esposa Natalia Sedova. Juntos toman el camino hacia el Asia central (parte de la Unión Soviética), desde donde es expulsado finalmente del país. El primer destino fuera de la Unión Soviética fue la isla de Buyuk Ada en  Turquía  en 1929. Posteriormente llegaría a Francia en julio de 1933, desde donde es expulsado nuevamente por acusársele de participar en política. De allí es recibido en calidad de exiliado en Noruega hacia el año de 1935, donde las autoridades de este país le concedieron asilo y donde se publicó su libro La Revolución Traicionada, texto que genera gran controversia pues analiza el ascenso de Stalin al poder y acusa a la burocracia soviética de traicionar la revolución. Diversas acusaciones de comunistas y fascistas noruegos llevan a las autoridades a solicitar su expulsión del país nórdico. Hacia el año 1936 empieza su periplo hacia América cuando el presidente de México Lázaro Cárdenas lo acoge como exiliado a través de una serie de intervenciones realizadas por el muralista Diego Rivera.  Llega a México el 9 de enero de 1937 y es recibido por Frida Kahlo y su esposo Diego, quienes los llevan a Ciudad de México en el tren presidencial. En esta parte del texto el autor recrea la vida doméstica de la familia Trotsky – incluso la sonada relación sentimental entre Trotsky y Frida Kahlo y las desavenencias con Diego Rivera.

Desde que comenzó su exilio los dirigentes en Moscú mostraban a la figura de Trotsky como un enemigo de la revolución.  Con igual empeño Trotsky se dedicaba a atacar al Estalinismo y su sistema burocrático.  Llamaba a Stalin “el Sepulturero de la Revolución” mientras desde Moscú se llamaba a Trotsky “El Renegado”.  Este conflicto de intereses proporciona a Padura el escenario propicio para describir el contexto político-social de Rusia en la época de Stalin.

Tercer escenario: Este escenario es el que corresponde al asesino, Ramón Mercader y explora los métodos de acción de los agentes soviéticos: su capacidad para adoptar otras identidades, asumir otras personalidades, reclutar y entrenar personal para ejecutar las más peligrosas misiones. Este escenario muestra a Mercader infiltrándose en el corazón propio de los círculos que consideraban una amenaza para los intereses del Kremlin.

Mercader entra en la historia el 20 de agosto de 1940 cuando, armado con una pica para escalar - una fusión macabramente  simbólica de hoz y martillo - atacó a Trotsky en el despacho de su propia casa en Coyoacán. En este escenario literario el autor se valió de la documentación histórica y la ficción para recrear la vida de este excéntrico y enigmático personaje. Los elementos documentales producidos por el caso judicial permiten al escritor una reconstrucción histórica  referente al proceso en el que se vio envuelto Mercader. Pero la vida de este catalán, antes del incidente en Coyoacán, es una invención del autor de la novela; una fantástica historia que el autor recrea desde sus inicios.  En Mercader Padura crea un personaje nacido en una familia Burguesa que termina militando en los círculos del partido comunista y participando en la guerra civil española. Es el agente Ellington de la NKVD, amante de su madre y casi convertido en su figura paterna, quien lo convirtió en el arma secreta de Stalin para matar a su archienemigo León Trotsky. Ramón Mercader es un personaje que juega entre el primer escenario y el tercero. En el primero personifica Jaime Ramón Lopez, un hombre que amaba sus dos perros Borsoi quien es víctima de una extraña enfermedad. En el tercer escenario Ramón Mercader es mostrado como un militante comunista convencido de su papel, sacrificando su vida en procura de los designios de la revolución, del bien y la igualdad.

Mercader fue descrito como: “Ramón era exaltado, simpático y alto. La sublevación del 18 de julio de 1936 lo pilló en Barcelona organizando la «Olimpiada Popular» pues [...] era un deportista notable. Este rasgo de su formación hizo de él un buen comandante, algo presumido, es cierto, pues le gustaba lucir buen uniforme y calzar polainas sobre unos pantalones de montar color café con leche. Era, como suele decirse, un muchacho guapo, apuesto y simpático. Las chicas se lo disputaban. Le conocí tantas novias que he perdido la cuenta. Pero Ramón Mercader amó a una más que a ninguna. La quiso de verdad y la muerte de la muchacha debió afectarle profundamente”. Fueron estas quizás las características que le llevaron directo al nido del “pato” pues solo a través de la relación que estableció con la hermana de la secretaria de Trotsky pudo acceder al círculo más cercano del líder revolucionario sin levantar sospechas.

La historia de Mercader es la historia de un hombre que lo sacrifica todo por unos ideales, quizá a su vez víctima de su propio contexto.  Una persona que purgó una condena de 20 años por lo que hizo y Una vez cumplida su condena corre presuroso a las puertas de Moscú, donde se radica por catorce años varios años y donde es condecorado con la orden Lenin como héroe de guerra. Mercader pasa sus últimos cuatro años  en la Habana donde muere de cáncer en 1978.  Pero su cuerpo se halla  enterrado en el cementerio moscovita de Kúntsevo, reservado a Héroes de la Unión Soviética, bajo el nombre falso de Ramón Ivánovich López.

No es poca la literatura que ha generado el personaje de Mercader. Son conocidos los textos de su hermano Luis Mercader, “Ramón Mercader, mi hermano. Cincuenta años después (1990)” y los de Teresa Pamies, “Cuando éramos capitanes” (1975) y “Ramón Mercader, misión cumplida” (1978). También algunos más recientes como el de Silvia Amat “Amor y Guerra” (2011). Este episodio de la historia del siglo XX también tiene su película, llamada “El Asesinato de Trotsky” (1972), dirigida por Joseph Losey. Sin embargo, es la novela de Padura, “El hombre que amaba los perros” que mejor ha sabido retratar este episodio macabro de la historia y ha logrado fundir no solo la historia de los personajes involucrados sino sus contextos históricos donde se engendraron los hechos que marcarían sus roles en esta historia.

 

Bibliografía

AMAT, Nuria Amor y Guerra Ed. Planeta 2011.

CARPENTIER, Alejo. El reino de este mundo. Ed. Alianza 2004.

GORKIN, Julián. Contra el estalinismo. Ed. Laertes 2001. 

MERCADER, Luis. . Ramón Mercader, mi hermano. Cincuenta años después. Ed. Espasa Calpe 1990.

PADURA, Leonardo. El hombre que amaba los perros Ed. Unión 2012.

PAMIES, TeresaCuando éramos capitanes. Ed. Dopesa 1975.

MERCADER, RAMÓN: Misión cumplida. Ed. Triunfo 1978.

 

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