El duelo ante la partida de un ser sintiente, animal de compañía, mascota o miembro más de familia como lo consideran muchas personas, ha existido siempre, pero hasta hace 24 años casi nadie, excepto el médico veterinario, Henry Cortés Gonzáles, pensaba en ritos, funerales, visitas y flores para ellos en un cementerios para mascotas.
En octubre de 2001, después de graduarse en la Universidad Nacional, a Henry Cortés Gonzáles se le ocurrió poner en marcha Funeravet, un emprendimiento que después se transformó en la gran empresa funeraria para mascotas que es hoy y con la que también creó el primer parque cementerio en Bogotá para que las familias pudieran despedir dignamente a sus seres sintientes cercanos.
Es que hace más de dos décadas, no había cómo darle una despedida digna a una mascota cuando se moría, aunque hubiera pasado toda su vida dándole alegría y compañía con sus travesuras a una familia que, tras la partida, estaba pasando por un nostálgico y costoso duelo.
En aquel momento, no había ritos funerarios para las mascotas. Por el contrario, y antes de crear a Funeravet, Cortés Gonzáles veía cómo los cadáveres de los animales de compañía eran arrojados a las canecas de la basura, a un caño, tirados a la calle en sitios de acumulación de residuos, o en el menos peor de los casos, los enterraban en cualquier parque sin un tratamiento sanitario adecuado para evitar riesgos para la salud pública.
Nadie por ese entonces, hablaba ni mencionaba algo relacionado con tratamiento digno para los animales, pero la idea le daba vueltas en la cabeza desde que el médico veterinario estaba estudiando en la Nacho, donde, a propósito del festivo del 1 de mayo, hay cerca de 10 mil miembros de diferentes comunidades en la llamada Minga indígena.
Así comenzaron los servicios de la primera funeraria para mascotas en Bogotá
Cuando Funeravet arrancó hace más de 20 años como un emprendimiento, ofrecía el servicio de cremación colectiva con hornos arrendados en las instalaciones del Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) de la calle 26 en Bogotá.
El doctor Henry Cortés recuerda que el día que iba a hacer su primer servicio de cremación, habló con algunos colegas médicos veterinarios, propietarios de clínicas y pusieron el grito en el cielo. Para ellos, eso era algo inconcebible. Le dijeron que estaba loco, que cómo se le ocurría hacer algo así y le insistieron en que lo mejor era que los dueños de las mascotas decidieran qué hacer con el animal muerto.
Sin embargo, Cortés Gonzáles, no le prestó atención al comentario de sus colegas y siguió adelante con su idea. El primer servicio que prestó fue una cremación. Recogió el animal en una vivienda a la que llegó en taxi y en el mismo taxi lo trasladó al horno del ICA donde fue cremado y las cenizas quedaron en el sitio. En esa época todavía no se entregaban al propietario.
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Pasó un tiempo y los clientes empezaron a exigir las cenizas de su tesoro más preciado. Así surgieron las urnas de madera para entregar las cenizas solo a clientes exclusivos, pues no todos tenían ese privilegio de recibir y quedarse con las cenizas de su mascota. Hoy, ya se les entrega en la urna de madera a todos los clientes que piden este servicio.
Con persistencia y tenacidad, Henry Cortés Gonzáles compró muchos años después, unos terrenos en La Calera, donde hoy funciona el parque cementerio, y luego un horno crematorio diseñado especialmente para mascotas que puso a funcionar en unos lotes adquiridos en el municipio de Funza, Cundinamarca.
Jacobo, un peludo famoso en el cementerio de Funeravet en La Calera
Después de varios años de estar haciendo las cremaciones individuales y colectivas, los mismos clientes de Funeravet empezaron a pedir las inhumaciones para su mascota, porque no querían que fuera a parar a un horno, sino tener un sitio dónde visitarlo.
Este fue el comienzo, en 2007, del Parque Cementerio en La Calera, Cundinamarca, creado para que los propietarios tengan alternativas y la posibilidad de darle el último adiós a su animal de compañía, según sus creencias.
El único peludo que está en el cementerio de forma vitalicia es Jacobo, el perro de rescate que participó en el terremoto de Haití en 2010, donde logró salvar a más de un centenar de personas, estuvo socorriendo en otros desastres naturales y murió el 12 de febrero de 2015. Perteneció al Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá.
Lo curioso de este cementerio, a diferencia de uno para los humanos, es que en este hay muchos adornos, colorido y no es triste ni lúgubre. Se siente mucha tranquilidad, las familias lo visitan con frecuencia para poner juguetes, flores y decoración que cuesta hasta 2 millones de pesos.
Francisco Moreno Rojas, director de Mercadeo de Funeravet, comenta que este proceso que este proceso se inicia desde el mismo momento en que el dueño de la mascota se comunica con la funeraria para solicitar el servicio, ya sea desde su casa o desde la clínica veterinaria donde muere el paciente peludo y termina con la cremación, compostaje o en el parque cementerio donde es sepultado el difunto de cuatro patas.
Lo cierto es que estos ritos funerarios y los costos, al igual que ocurre con los servicios exequiales para los humanos, cada vez son más complejos y costosos. Funeravet, por ejemplo, ofrece cuatro servicios:
- Cremación individual presencial
- Compostaje es un nuevo servicio que presta la empresa, implementado desde la industria, cien por ciento natural y que puede durar entre 2 y 5 meses.
- Parque cementerio, aquí también puede asistir la familia a despedir el peludo.
- Cremación colectiva o básica, no se hace devolución de restos.
En la cremación colectiva, máximo se pueden cremar 12 animales. Los que más creman son gatos y perros, pero también han pasado por el horno 2 pony y las cenizas sirven de abono para las plantas en el cementerio.
Además de estos cuatro servicios, la empresa también tiene servicio de eutanasia que prestan los veterinarios de Funeravet a domicilio y tiene un valor que oscila entre 250 y 420 mil pesos, dependiendo del peso del animal.
Una despedida digna y cariñosa para la mascota en Funeravet
Un servicio básico para un animal menor a 10 kilos cuesta $ 200.000, el servicio más costoso es el parque cementerio. Para una mascota que pesa más de 40 kilos, cuesta $1.050.000. Todo depende del servicio y el tamaño de la mascota.
La cremación está entre los $ 800.000 y el $ 1.000.000. Durante el tiempo que lleva de funcionamiento el cementerio, más de 3 mil mascotas, entre perros, gatos, gallinas, conejos y aves ornamentales, han sido sepultadas. Actualmente, en el parque hay unas mil mascotas y pueden permanecer allí por un lapso de 3 años, excepto Jacobo, el famoso perro rescatista con los bomberos de Bogotá.
