¿Quién pidió pizza?
Opinión

¿Quién pidió pizza?

Por:
marzo 06, 2014
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Depende del jolgorio del que estemos hablando. Si es del que sirvió de escenografía a la entrega de los Premios Óscar del domingo pasado, la pizza la pidió la presentadora, Ellen DeGeneres. Bueno, en versión libre para la galería; en versión real, la pidió algún acucioso ayudante del equipo de producción, ciñéndose a rajatabla a las anotaciones del libreto: cuando DeGeneres diga “Angie” por decimotercera vez, sale el chico uniformado, sonriente y mudo con tres cajas de pizza para los asistentes más taquilleros de la ceremonia, los de las primeras filas; luego, se esfuma. (Y se esfumó, puro arte efímero).

Si es del jolgorio que servirá de casting para el reality de la democracia, el domingo próximo en Colombia, la megapizza con extraqueso la pedirá, entonces, el constituyente primario —usted y yo, los vecinos y los demás—, también en versión libre para la galería porque, en la real, la pedirán los de costumbre: los que acaparan porciones y las estiran hasta hacerlas reventar. Históricamente la pizza (léase Colombia) les pertenece. Y ha sido así, no solo por culpa de ellos; usted y yo, los vecinos y los demás también la tenemos. Por cómodos, por conformistas, por indiferentes, por desesperanzados, por no enterarnos, por criticar y punto… Por lo que sea, pero no somos del todo víctimas en la guerra de votos que se avecina. (Hay que romper la etiqueta “esculturas efímeras” que identifica a los electores potenciales, en los libretos políticos que otros escriben. No más apariciones relámpago en el show de las urnas, porque lo que importa es lo que sigue).

Volviendo a lo del casting, no lo digo en sentido figurado. Con tantos y tan diversos intérpretes de sí mismos que aspiran al Congreso, ¿cómo más se le puede llamar a lo que va a pasar el 9 de marzo? Sobre todo porque en esta edición del reality, los tarjetones se llenaron de hombres y mujeres que creen que a punta de jingles, videoclips, avivatadas y frases efectistas (ojo con los condones de Roy; fijo resultan porosos) conseguirán conquistar la opinión del jurado; igualito a como sucede en Hollywood, solo que sin glamour. Y sin audiencia, la abstención en nuestros comicios es crónica y muy significativa: un promedio de 55 por ciento, uno de los más altos en Latinoamérica. Para estas elecciones y para las del próximo 25 de mayo, si el porcentaje se mantiene, solo 14 de los 33 millones de colombianos aptos para votar, lo harán. Y, eso, en un país que se precia de tener la democracia más antigua del continente, tendría que ser motivo de profundas reflexiones y prontas acciones. Bueno, si habláramos de un país serio en el que la politiquería que corroe la ética de la llamada clase política fuera menos evidente e infecciosa. (Menudo reto para la academia, protagonista pendiente en la formación de una cultura que blinde al ciudadano –un tris aunque sea– contra los oportunistas, los clientelistas, los vividores, los negociadores de votos, los vendedores de ilusiones…, los corruptos que se expanden como mancha de aceite y, frente a nuestras narices, se reparten la mermelada o la jalea o la compota o como sea que se llame hoy día el botín).

De todos modos no es imposible –muy difícil sí que lo es– encontrar entre la multitud de nominados que desfilan por la alfombra roja, en la que por estos días se ha convertido el país, a los pocos de ellos que merecen alzarse con la estatuilla de la elección. And the Oscar goes to… Pero hay que buscarlos con buena lupa, las propuestas válidas amenazan con naufragar por cuenta del oleaje que levantan la danza de los billetes y la lujuria del merchandising. Y, también hay que decirlo, los movimientos que quieren sacar réditos del legítimo derecho que tenemos usted y yo, los vecinos y los demás de votar en blanco si la conciencia así nos lo exige. (He sido votoblanquista, por decisión, en varias oportunidades y creo en el poder simbólico de esa equis cruzada sobre el espacio vacío, pero desconfío del llamado al votoblanquismo visceral que se ha apoderado de las redes sociales; corre el peligro de caer en los mismos vicios de los movimientos y partidos que pretende castigar). Si no apoyamos a uno que otro de esos pocos, ¿cómo empezar a cambiar las muchas cosas que queremos que cambien aquí y ahora?, ¿eligiendo, sin querer queriendo, a los perversos? Borregos, ni pío.La pizza es suya y mía, de los vecinos y los demás; no importa quién la haya pedido.

COPETE DE CREMA: Lo leí en el periódico de la Universidad de Antioquia, Alma Mater. Es de Bertolt Brecht: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos… Es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”. (Que cada quien vote como quiera; en blanco y negro o en color).

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