Que vivan los estudiantes, que viva la Nacional
Opinión

Que vivan los estudiantes, que viva la Nacional

El reclamo de matrícula cero de los estudiantes de la Nacional es el preámbulo para la gigantesca movilización social que florecerá terminada la cuarentena

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agosto 28, 2020
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Escribir de la Universidad Nacional me despierta enorme nostalgia. Allí pasé poco más de siete años entre 1976 y 1983, hasta obtener mi título de abogado. En su facultad de Derecho y Ciencias Políticas, como se llamaba entonces. La ciudad blanca, que también podría llamarse ciudad verde por los prados que rodean sus edificaciones, acoge miles de jóvenes estudiantes de todos los sexos, provenientes de las más disímiles regiones del país.

Allí comienzan a convivir en los salones de clase, cafeterías, prados, campos deportivos y actos culturales, al tiempo que en sus ánimos germina y crece una nueva conciencia social, cultural, política. Ser de la Nacho se torna un orgullo, una manera de pensar y vivir. Caracterizada por un rasgo particular, el espíritu de lucha contra el orden establecido. Imperialismo y oligarquía, represión fascista y caverna académica se tornan detestables.

En abril de 1976 el secretario de Estado Henry Kissinger vino a Colombia, dando lugar a la más grande movilización de protesta por parte los estudiantes de la Universidad Nacional. Fueron tales la multitud y los choques con la Policía, que el gobierno de López Michelsen  dispuso el cierre de la universidad por seis meses. En adelante, con cada cierre, se fueron desmontando los beneficios conquistados por los estudiantes.

Las residencias estudiantiles, la cafetería central, los bajos costos académicos. Dicen que hasta cambiaron la composición social del estudiantado, para que los estratos inferiores no tuvieran acceso en beneficio de los que pudieran pagar. En su odio de clase la concepción dominante achaca la rebeldía de por sí a las gentes de bajos recursos. Por eso basa la estabilidad en su exclusión, que estudien los que cuenten con ingresos suficientes.

Para que sostengan la educación pública, que debe autofinanciarse. La lógica neoliberal obró igual con la salud y demás bienestar social. Un pueblo sano estudiando, es la mejor fórmula para acabar la pobreza y poner fin definitivo a la rebeldía. Nuestros gobernantes deberían hacer lo imposible para facilitarlo. Pero no, para ellos todo debe ser negocio y por tanto debe ser privatizado. Para la protesta están las balas y las cárceles.

Una decena de estudiantes de la Universidad Nacional tomó la iniciativa de protestar de manera pacífica, a fin de llamar la atención sobre una necesidad que reclaman con urgencia. Matrícula cero para el siguiente semestre. Vivimos una enorme crisis económica por la pandemia, aunque haya sectores que cuentan con el apoyo decidido del ministro de Hacienda para sortear sus dificultades. Los estudiantes universitarios y sus familias son parte de los invisibles.

A finales de julio se armaron de valor, ingresaron a la ciudad universitaria e instalaron un campamento de cara a la entrada de la calle 26. Por cuestión de la pandemia la Universidad permanece casi vacía. Una de las consignas que levantan los estudiantes es diciente, comer o estudiar.  La situación de sus familias no da para más. Apurado consiguen para sobrevivir, igual que la mayoría de los colombianos angustiados que reclaman renta básica.

A los pocos días se les habían sumado muchos más. Pero Bienestar Estudiantil les hizo saber que sólo permitirían un campamento de 20 estudiantes dentro de la Universidad. El resto podrían apoyarlos desde fuera, por la entrada de la 26. Así se distribuyeron. Un grupo de seis se declaró en huelga de hambre. Casi un mes después solo la continúan 4, pues por razones médicas fueron obligados a retirarse dos de ellos. Los demás permanecen allí, en sus carpas.

 

Aspiran que la rectora abra un diálogo  sobre la situación económica de la Universidad y el apoyo del gobierno

Con la solidaridad que llega de afuera. Estudiantes, profesores, gente sencilla que colabora con almuerzos, cobijas, medicinas. Aspiran que la rectora Dolly Montoya abra un diálogo con todos los estamentos universitarios sobre la situación económica de la Universidad y el apoyo financiero efectivo que debe otorgarle el gobierno. Para este solo hay dos fórmulas, el autosostenimiento o el crédito. Lo que exigen los estudiantes es que se meta la mano al bolsillo.

Para que cubra el déficit, que cifran en casi 33.000 millones de pesos, y la matrícula cero que calculan en 70.000 millones para pregrado y postgrado. El lunes pasado, ante el silencio de la rectoría, intentaron una toma simbólica de las oficinas de registro, una especie de performance sin ninguna clase de violencia. Fueron golpeados salvajemente por el personal de seguridad, que les rompió la cabeza a varios. Una de sus pancartas dice que tienen hambre de estudio.

Duque se valió del estudio socioeconómico PBM, que excluye de pago a los de más bajo estrato, para asegurar que ya había matrícula cero. Mera simulación, como siempre. El reclamo de los estudiantes de la Nacional es el preámbulo para la gigantesca movilización social que florecerá terminada la cuarentena. Me gustan los estudiantes porque son la levadura, del pan que saldrá del horno con toda su sabrosura. Que vivan los estudiantes, que viva la Nacional.

 

 

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