Hasta antes del 18 de agosto la capacidad de procesamiento diario de pruebas diarias para detectar contagiados de coronavirus en Colombia era de 54.681. De sopetón estas se bajaron dramáticamente a las 30.564 que tuvimos el pasado miércoles 26 de agosto. Esa es la única explicación por la cual la famosa curva se aplanó. Ya no tenemos 14.000 infectados al día sino 10.000. Usando la sabiduría Trumpiana este gobierno, que admira sin cortapisas al de Estados Unidos, bajó los contagios por decreto, a menores pruebas menores contagios.
Y por eso pueden sacar las tablitas de excell, los powerpoint que estos tecnócratas siguen y muestras a rajatabla. Es una manera de mentir y en eso sí que se sienten cómodos. Las cifras los estaban condenando, es mejor negar, es fácil engañar a un pueblo al que ya no le importa el virus. Sin ayudas, olvidados, les toca escoger entre la muerte por hambre que da no recibir ingresos o la asfixia que provoca el coronavirus.
El ministerio cambió los lineamientos hace unas semanas y dijo que ya no había que hacer segunda prueba a los que están confinados después de haber sido diagnosticado con covid y, lo más grave, si en una familia de cinco personas una de ellas está infectada, ya se da por hecho que el resto también lo está entonces ¿para qué gastarse la prueba en esa gente? Señores, nos quitaron de un plumazo la posibilidad si somos o no asintomáticos, si esta moqueadera o el dolor de huesos que cargamos es síntoma o no de la temida enfermedad.
En una muestra más de su inhumanidad los gomelitos del gobierno Duque nos están sacando a la calle con mentiras. Es necesario tranquilizar al empresariado poderoso y poner a los esclavos a trabajar mientras ellos guardan estricta cuarentena en sus fincas en Anapoima, Ibiza o Grecia. Alejados de la peste piden informes diarios de rentabilidad y la exigen a su empleado, Iván Duque, encontrar la forma de acabar con el coronavirus por decreto, y vaya que lo están logrando.
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Acá se aplica es el principio malthusiano del que mueran los pobres y solo queden los que puedan ser productivos
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Sigo creyendo que la única forma en proteger a la gente del virus es el aislamiento pero el experimento duró solo 15 días. Una semana más le hubiera costado al pobre del Duque la bajada de pulgar de sus patrones. Acá se aplica es el principio malthusiano del que mueran los pobres y solo queden los que puedan ser productivos. Colombia como un inmenso campo de concentración en donde viejos, enfermos, débiles y niños serán puestos en fila india hacia los hornos crematorios y que queden solo los que tengan la energía para seguir poniendo ladrillos. Afortunadamente, para ellos, acá lo que hay es pobres y de acá a que se acaben ya tendrán la vacuna los poderosos que están aislados en sus fincas y regresarán con el látigo en la mano para seguir viendo como estallan sus trabajadores.
Una lástima que la alcaldesa Claudia López, último bastión de humanidad que teníamos, le haya tocado cambiar el discurso por la presión -comprensible- de los comerciantes de San Victorino y, sobre todo, de los gremios que le recordaban que ella, por más duro que hable, también es una empleada. El gobierno que solucionó el tema de las masacres poniéndole eufemismos tecnócratas como el de los Homicidios colectivos o abiertamente canallas como el del nefasto Alto Comisionado de Paz Miguel Ceballos quien los llamó “guerra de bandas de narcotraficantes” ahora también nos ha curado con un decreto del COVID-19.
Duque hace rato dejó de ser inepto. Ahora es simplemente diabólico.
