Los hijos del M-19: de la clandestinidad al exilio

Los hijos del M-19: de la clandestinidad al exilio

Crecieron en medio de sueños revolucionarios. Nicolás Quimbayo, uno de ellos, escribió esta carta para el Encuentro que hubo en Bogotá

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agosto 12, 2013
Los hijos del M-19: de la clandestinidad al exilio

Todos tiene un pasado en común: son hijos de guerrilleros del M-19, muchos nacieron en a clandestinidad de padres encapuchados que cargaban el arma mientras hacían las labores cotidianas de cualquier padres o cualquier madre. Mas de un centenar de ellos se reunieron en Bogotá a recordar y reflexionar.

Nicolás Quimbayo es hijo de Ligia, quien participó en la toma de la embajada de la República Dominicana. Salió del país hace años y vive en Paris donde se desempeña como camarógrafo. Cubrió con la periodista Natalia Orozco la caída de Gadaffi en Libia, con el que ganaron el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar para televisión en el 2011.

Nicolás  añora Colombia y para él, como para muchos otros hijos del M19 su mayor condena es el exilio. Escribió desde París esta conmovedora carta.

La condena del exilio

Hola a todos y todas,

No les digo hermanos porque mi férreo ateísmo no me lo permite y porque soy hijo único; así que me suena raro. Cuando me comprometí a mandarles un mensaje desde Paris pensé que no iba a ser fácil. Primero porque no sé por dónde empezar, cómo presentarme, pero sobre todo porque cada vez que toco el tema del Eme siento que me quiebro. Se me vienen una cantidad de recuerdos y sensaciones que no logro comunicar, que me cuestan traspasar a las palabras, y me angustia no poder ser fiel, como si tuviera la misión de no fallar.

No fallarle a la memoria, no fallarle a nuestros muertos, a nuestros desaparecidos, no fallarle a tanta gente linda que lo dio todo por un país lleno de injusticias. Siento, personalmente, haber heredado un compromiso con todos ellos, un deber de memoria que no puedo desconocer y me alegra encontrar otros hijos e hijas que,  imagino, compartirán este tipo de sentimiento o, por lo menos, me entenderán.

Yo me llamo Nicolás Quimbayo Vásquez, mis papás entraron al Eme en el 76 y se pusieron los nombres de Jorge y María. Entre muchas hazañas, estuvieron en la Embajada. Yo nací en el 77. Así que desde siempre la casa, o mas bien las casas -porque nos trasteábamos muy seguido- estuvieron llenas de gente que se quería mucho. Ahí reían, se tomaban del pelo, rumbeaban y por supuesto, se tomaban sus copitas, cumpliendo aquel mandamiento de que "la revolución es una fiesta". Desde chiquito sentí ese afecto que se tenían, y que, por ende, me tenían.

Me acuerdo de Ramiro (Elvecio Ruiz). Lo recuerdo montándome en su moto amarilla, o desarmando su 9mm o regalándome una bala para mi colección.

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Durante 60 días el M-19 secuestro la Embajada de República Dominicana en Colombia, en febrero de 1980. Carmenza Cardona Londoño, conocida como La Chiqui (izq) fue la guerrillera más popular, pues era la encargada de las declaraciones a la prensa por parte del M-19. FOTO: El Tiempo

A la Chiqui, la recuerdo haciéndome un oso de peluche que todavía existe y, claro, se llama Chiqui. Del Ciego (Agusto Lara), que como en las películas de espías siempre aparecía por ahí, en el Centro de Bogotá, disfrazado de yo no se qué. Recuerdo que mis papás se reían y se ponían a hablar con él. Después de un buen rato y solo observando sus gafas culoebotella, yo lograba reconocerlo. Me acuerdo de unos compas que vivieron mucho tiempo donde una tía. Una noche hicieron una reunión para despedirlos, pues "se iban para el monte". En medio de el ánimo y la emoción que generó en mi esa partida, yo comenté que también tenia muchas ganas de irme pal monte, pero me retracté rápidamente cuando vi a mi mamá y mi tía haciéndome un morralito con piyama, oso de peluche y uno que otro juguete. Yo tenía entonces 7 años.

Más grandecito tuve la oportunidad de ver muy seguido a Lucho Otero en nuestra casa, contaba muchas historias, veíamos películas en Betamax. Me acuerdo haber visto la película The Wall con él. De hecho, cada vez que oigo esa canción, Lucho vuelve a mi memoria. Lo quise mucho, lo lloré mucho, a solas.

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En noviembre de 1986 el M-19 se toma el Palacio de Justicia bajo la presidencia de Belisario Betancur. Las Fuerzas Militares hacen una operación de retoma del tribunal y entrada la noche toda la edificación arde en llamas. FOTO: El Tiempo

Después de lo del Palacio tuvimos que irnos obligados de la casa, después de la muerte de Fayad también. Y así, son muchos los recuerdos llenos de afecto y de dolor que me mostraban una forma de ser, una identidad, una gente con mucha fortaleza en el amor. Unos afectos que sobrepasaban "La Organización" -como la llamaban ellos-. Un afecto que se sentía en mi familia materna que nos mantenía económicamente -pues la platica del Eme llegaba muy de vez en cuando- . Un afecto que se sentía en los amigos que colaboraban, en la gente del barrio de mis abuelas, que  sabían muy bien en qué andaban mis papás, y de muchos otros colombianos que, de alguna forma, se reconocieron y se reconocen con el Eme.

Ya en el 88, tuvimos que salir corriendo de Colombia para Francia. Afortunadamente mis padres sobrevivieron a esta guerra y he podido recuperar con sus relatos parte de mi historia, de nuestra historia. Ahora, tengo una niña de ocho años con una compañera también del Eme, y la pequeña ya comienza a hacernos muchas preguntas de nuestro pasado.

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Nicolás Quimbayo hizo equipo con la periodista Natalia Orozco para cubrir la caída de Gadaffi en Libia, trabajo con el que ganaron el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar para televisión en el 2011.

Les mando un abrazo fuerte, un día me gustaría poder mirarlos a los ojos, (re) conocerlos, abrazarlos y compartir todas nuestras vivencias.

Con mucho afecto,

 

Nicolás.

 

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