Que se cuide la JEP, que el uribismo viene por ella

Que se cuide la JEP, que el uribismo viene por ella

Primero fueron las objeciones a la ley estatutaria y después, la valla publicitaria en contra de quienes apoyan el mecanismo de justicia transicional. ¿Qué seguirá?

Por: Tiberio Gutièrrez Echeverri
marzo 28, 2019
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Que se cuide la JEP, que el uribismo viene por ella

Para los sectores democráticos y progresistas es alarmante lo que está pasando con el gobierno en sus primeros 8 meses de actividad. Parece como si las premoniciones de su inexperiencia se estuvieran cumpliendo al pie de la letra.

Lo que se está ventilando con las objeciones a la ley estatutaria de la JEP y con las discusiones sobre el contenido de las vallas contra el mecanismo de la justicia transicional está poniendo en evidencia las verdaderas intenciones del lobo con piel de oveja que ya arrancó la campaña electoral con las vallas del Centro Democrático contra la Justicia Especial para la Paz.

Lo que se viene en estos seis meses para las elecciones de octubre es toda una estrategia del uribismo más reaccionario para continuar y profundizar la polarización política de la sociedad colombiana, reviviendo el plebiscito de 2016 y aumentando mucho más la división de los colombianos con sus instrumentos predilectos: el odio, el miedo y la mentira, elementos que saben utilizar a las mil maravillas, sin ningún reato de conciencia, de moral ni de vergüenza, para poder salir incólumes de las denuncias contra sus procederes de lumpen-burguesía con las mismas armas que utilizan los contradictores de su misma clase social: la mejor defensa es el ataque por encima de cualquier otra consideración.

Ahora resulta que, con la aparición del libro del expresidente Santos, La batalla por la paz, que entre otras cosas continúa como si en este país no hubiera pasado nada con el desarme y los acuerdos con el grupo guerrillero más grande y antiguo de América Latina, se ha formado todo un escándalo por parte de los medios de comunicación afectos al régimen, con una caja de resonancia al comandante mayor, quien en forma desmesurada y truculenta ha tildado al presidente Santos, ya no solamente de ser un traidor de su gobierno, sino también de ser un mentiroso, porque engañó a los colombianos con un discurso que, cuando llegó a la presidencia, salió a hacer otra cosa muy distinta.

Es y ha sido la estrategia política del senador que ahora está utilizando muy bien para las elecciones de octubre y para tratar de salir del pantanero cubriendo las denuncias en su contra por sus procederes como gobernante y legislador, fundamentalmente a través de la demolición de la Justicia Especial para la Paz, una de las columnas vertebrales de los acuerdos de paz, para que no se sepa la verdad sobre el conflicto armado.

Y hacen el teatro tan bien hecho, tan sigilosamente bien montado, que la gente del común ante el prestidigitador maravilloso, se la cree de una en forma automática, y rinde sus pasiones y sentimientos acudiendo a la rabia y a la indignación el día de las elecciones, para poder resarcir tanta maldad y tanta perfidia de persecución política de la justicia y de los “castrochavistas” de la Colombia Humana.

Ahora dicen sin pudor a través de las vallas contra la paz: ¿Y tú con quién estás? ¿Con las víctimas de la JEP o con los victimarios de la JEP? Lo que en plata blanca es lo mismo, pero mucho más inteligente y productivo para engañar a la gente psicológicamente: ¿Y tú con quién estás? ¿Con la JEP para las víctimas o con la JEP para los victimarios? Por supuesto que la gente va a estar con las víctimas y no con los victimarios, abriéndole camino a la impunidad de los crímenes de lesa humanidad, para salvar su propio pellejo y dejar hundidos a los demás responsables de las atrocidades de la guerra.

Es toda una estrategia publicitaria de alto calado para enredar y complicar el desarrollo de la Justicia Transicional, echándole tierra a la verdad sobre la responsabilidad de los crímenes de guerra y de lesa humanidad durante el desarrollo del conflicto armado con las Farc y con los paramilitares.

“Cojan al ladrón” dice el delincuente señalando a otra persona que corre asustada. Es la misma táctica electoral para poder despistar a la opinión pública de los verdaderos causantes del estropicio. La mejor defensa es el ataque dicen los tratados milenarios de la guerra, que entre otras cosas le ha producido muy buenos resultados electorales para el cubrimiento de sus complicidades gubernamentales.

Esta es la perspectiva política que se les viene encima a los sectores democráticos y alternativos en la campaña electoral, ante la cual no queda otro camino que responder oportunamente con la unidad de acción política, no solo con la iniciativa publicitaria, sino también con la movilización de masas y los debates parlamentarios, denunciando las trapisondas del el miedo y la mentira como armas políticas para la campaña electoral.

Es hora de tomar la iniciativa en la defensa de la JEP con una campaña publicitaria más agresiva, contundente y persuasiva, en defensa de la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición, no solamente para las víctimas sino también para para toda la opinión pública, desmontando el discurso mentiroso de una JEP a favor de los victimarios, con el fin real de esconder y escamotear los responsables de los crímenes de guerra, del paramilitarismo, de los falsos positivos, de las “chuzadas”, precisamente acudiendo al desmonte de la JEP con el argumento de unas simples objeciones a la ley estatutaria, y como la última oportunidad que le queda al senador Uribe para salir incólume y bien librado de la justicia.

Esta es pues la esencia del asunto: la lucha por la democracia constituye en este momento la almendra del problema. La coyuntura creada por el gobierno de Uribe y del presidente Duque no da más opción para la ambivalencia y las vacilaciones de los sectores que se dicen estar más allá del bien y del mal, por encima de las confrontaciones reales del tipo de democracia que necesita este país, que no es otro que la construcción del verdadero estado social de derecho, cuya ausencia está explicando, en gran medida, la profunda crisis que estamos atravesando.

Porque no solo es el problema de las vallas “defendiendo” a las víctimas y “contra” los victimarios, es también pretender acabar con las JEP a través de las objeciones a la ley estatutaria del sistema de justicia transicional, para poder saldar sus responsabilidades con la verdad en el conflicto armado, y aprovechar para ejercer la propaganda electoral en la campaña de las elecciones del mes de octubre.

Los sectores alternativos no pueden continuar indecisos, vacilantes e indiferentes, al margen de la que se viene encima para el país con el gobierno del senador Uribe y del presidente Duque. No puede ser que las reservas democráticas de este país continúen indiferentes en la dispersión, ausentes del protagonismo necesario que exige el momento para cambiar el rumbo.

Lo que está pasando con las manifestaciones de los campesinos e indígenas del Cauca, con el bloqueo en las vías desde hace 15 días, donde ya hay 11 muertos y donde más comunidades indígenas se suman a la minga nacional; lo que está pasando en Cúcuta con las consecuencias de la promoción de la guerra contra Venezuela; lo que se viene con la aplicación de la ley de financiamiento (reforma tributaria), lo que está en discusión con el proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo; y lo que se viene encima con el desmonte de la JEP, no puede ser más catastrófico para los colombianos: la negación del Estado social de derecho para entronizar la impunidad de la clase dominante y abrirle paso a las multinacionales del capital financiero, en contra de los intereses de las clases trabajadoras colombianas.

Así las cosas, a la izquierda democrática y a los sectores progresistas no les queda otro camino que la unidad de acción política para defender desde el Congreso, la movilización ciudadana y la participación electoral, el proyecto de vida, paz y democracia para las nuevas generaciones de colombianas.

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