Durante los últimos años, el mundo ha sido testigo del inicio de una guerra comercial y financiera que incluye a las potencias emergentes y a los países que tradicionalmente han liderado la economía internacional. De este modo, países como Estados Unidos le han apostado a las relaciones económicas como instrumento estratégico para consolidar su poder y para asegurar su posición como centro de la economía mundial. Por tal motivo, el Acuerdo de Asociación Transpacífico puede ser analizado como un mecanismo concebido para asegurar y mantener un régimen comercial a favor de las potencias tradicionales.
Así, en el contexto actual es evidente el ingreso de la región asiática al escenario central de la economía y la política mundial, lo cual ha supuesto un gradual desplazamiento de un mundo occidental (liderado por E.U) hacia un mundo asiático y Pacífico (influenciado, potencialmente, por China). En este sentido, el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP por su sigla en inglés) ha surgido como un espacio de negociación con importantes implicaciones para las relaciones entre Asia y América, no sólo por sus efectos comerciales sino por sus consecuencias de índole política.
En efecto, el TPP parece ser un instrumento enfocado hacia el manteniendo de un equilibrio de poder, y para avanzar hacia una mayor liberalización del comercio internacional, pues se visualiza como un mecanismo adoptado por Estados Unidos para re-balancear la influencia China en el Sudeste Asiático. De hecho, Asia en general, y China especialmente, parecen ser el motor del crecimiento mundial de los próximos años, por lo que la verdadera potencialidad del acuerdo radica en que Estados Unidos podrá participar de las oportunidades derivadas de ese crecimiento. Al respecto, el TPP parece ser la vía elegida por la potencia norteamericana para fortalecer su posición política-económica en Asia, pues el acuerdo supone un régimen normativo y legal altamente influenciado por este país.
En definitiva, el Acuerdo de Asociación Transpacífico evidencia la creciente regionalización del comercio internacional, pues en un sistema multipolar en desarrollo ha sido innegable el creciente enfrentamiento entre bloques de potencias comerciales. Efectivamente, el ascenso de los países emergentes y la generalizada crisis económica han sido factores que han dado lugar a un contexto internacional con profundas modificaciones, por lo que estos mega-acuerdos materializan la posibilidad de hacer contrapeso a estos nuevos actores en el escenario global, para que países como Estados Unidos puedan defender y corroborar su lugar como potencias económicas.