¿Qué hacer, qué hacer conmigo?
Opinión

¿Qué hacer, qué hacer conmigo?

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noviembre 29, 2013
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Es risible y cierto que quienes manejaban la imagen pública de Liberace, como se muestra en el reciente film Detrás del Candelabro, trataron de ocultar su estado de seropositivo para el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) explicando sus síntomas por una dieta extrema con sandía. Aunque años después se propuso que la citrulina de este pepónide podría ayudar en algunas disfunciones eréctiles, la sandía no es causa de la infección por VIH.  Ni dejarla de comer la previene.

Son frecuentes las publicaciones asociando ciertos alimentos sin mucho análisis a enfermedades (p. ej. El Secreto de la comida  que publicará el artista Draco Rosa).  ¿Qué hacer? es una pregunta común. Quisiera citar a los Enanitos Verdes para precisar más su sentido: “Sé que estás preguntándote qué hacer, qué hacer conmigo”. Conmigo, pues preocupados por nuestra salud nos preguntamos ansiosamente qué hacer con nosotros mismos. Es problema filosófico la muerte del hombre, que yo muera es miedo raizal. Entonces ¿qué hacer en nuestra dieta individual para prevenir enfermedades y muerte? La evidencia para responder este interrogante es confusa, a veces contradictoria, y las celebridades no son nutricionistas.

Todos los días encontramos en los medios de comunicación consejos sobre comer esto o no comer aquello. Casi todas esas noticias surgen de estudios de asociación, no de estudios prospectivos o de seguimiento. Y probablemente señalan factores particulares que tienen poco o ningún peso en la prevención de una enfermedad y la salud del individuo. Por ejemplo voy a investigar el peso del factor A en una situación médica. Escojo dos grupos: uno tiene el factor A (come sandía) y otro no lo tiene (no come sandía). Miro cual grupo sufre más la enfermedad y asocio el factor A (comer sandía) a esa patología. Pero resulta que los individuos de ambos grupos tienen otros miles de factores no estudiados (B, C, D, E, F, etc.)  Esta multitud de factores esconden la verdadera causa de la enfermedad que por diversas razones es más frecuente entre quienes comen sandía (factor A en nuestro ejemplo). Entonces A es simplemente un red herring como se dice en inglés porque se usaba arenque rojo para entrenar a los sabuesos de caza a no seguir un rastro engañoso.  En palabras sencillas, comer sandía es una pista falsa y ahí no está el problema ni su prevención.

Entonces ya que hablamos de ingleses y persecuciones con sabueso (o epidemiólogo para nosotros) podemos preguntar como Alicia en el País de las Maravillas: ¿Qué hacer?  Debemos esperar un estudio de seguimiento que observe por años una población con un factor específico y defina que tan importante o significativo es como causa del problema que investigamos. El tiempo nos aclara la asociación y midiendo probabilidades nos define su papel como posible causa de la enfermedad. Por todo esto, que es bastante complicado, la verdad en medicina es relativa y probabilística. Las cosas no son blanco y negro y las decisiones difíciles pues las verdades en medicina son casi siempre “verdades provisionales” como ya decía Louis a comienzos del siglo XIX. Provisionales hasta que alguien encuentre tras seguir una población un factor de mayor peso o importancia causal (por ejemplo un gen o su mutación).

Cuando yo era estudiante se nos enseñaba que la promiscuidad sexual era “el” factor importante asociado al cáncer de cuello uterino. Años después y tras largas investigaciones que contaron con la participación de la investigadora caleña Nubia Muñoz, candidata real al Premio Nobel, se determinó que un factor causal más importante era el virus del papiloma humano (VPH). Esto que la causa de una neoplasia maligna humana sea infecciosa fue un hallazgo sorprendente e importante pues podemos hacer una vacuna contra el virus pero sería imposible vacunar contra la promiscuidad sexual. He ahí la importancia de estudios de seguimiento y no sólo de asociación para la medicina preventiva.

El problema de las investigaciones de seguimiento es que son largas y costosas. Y debo escoger con cuidado el factor que voy a estudiar por varios años. ¿Cómo escojo qué factor seguir? Probablemente con estudios previos de observación y asociación que aunque no son definitivos nos proponen hipótesis para costosas investigaciones prospectivas o de seguimiento. Pero lo que salta primero a los medios de comunicación por nuestra afición a la inmediatez son las tempranas y dudosas asociaciones. Proponiendo un disparatado ejemplo: se da la noticia que el consumo de naranjas está asociado al infarto de miocardio.  Difícilmente puede usted concluir ya que el disminuir naranjas en su dieta le evite un infarto de miocardio. Debe esperar cuidadosas investigaciones que sopesen el riesgo real de comer naranjas. Por esto la próxima semana discutiremos la evidencia a favor o en contra del café, las frutas y la aspirinita diaria para nuestra salud.

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