¡Qué calor!
Opinión

¡Qué calor!

Entrándole a proteger la vida en estos calores y riesgos, quizá encontremos claves para rectificar el “hiperniño” de los calores políticos y sociales

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julio 07, 2023
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Ya sabemos que el entorno social y político del país está muy caldeado por aquello de las disputas de gobernabilidad, por las prácticas de violencia que no ceden y porque se acercan las elecciones locales y departamentales. Se asiste a los acaloramientos electorales respecto a la feria de avales para cargos uninominales (alcaldías y gobernaciones) y conformación de listas a corporaciones (concejos municipales y dumas departamentales). Eso inflama los ímpetus, asunto que se debería pensar bien respecto a la necesidad de que los proyectos y liderazgos en disputa se ocupen más de ser alternativa que problema. Me refiero a la necesidad de superar los ardores vacíos, el incendio de las palabras y la promoción de conflagraciones. No obstante, con conciencia de esos ardores, esta columna se dedica a otra dinámica de los acaloramientos más cotidianos y familiares.

Hay sed, bochorno, agotamiento físico; el sol calienta todos los rincones de casas, vecindarios y avenidas; además en algunas áreas hay bichos, especialmente zancudos de diferentes especies que afectan el entorno, generando vectores de múltiples enfermedades. Esto sucede porque estamos viviendo los rigores de El Niño, un fenómeno climático que radicaliza la temporada de verano y calor, haciendo que aumenten las temperaturas y disminuyan las posibilidades de lluvias. En esas circunstancias, se ven venir posibles interrupciones de los servicios básicos domiciliarios de agua y energía, también aumentan los riesgos ambientales y de salud, propiciando la preminencia de afecciones como el Dengue, Chikunguña y Zika y en general cuadros virales, infecciones respiratorias y cardiovasculares. Sobre ese escenario es deseable que pensemos el comportamiento ciudadano básico respecto a este tiempo de calor. Veamos algunas anotaciones que pueden ayudar:

  1. No desperdiciar el agua: en nuestro medio aún existen muchas fuentes hídricas, aunque no en el mejor estado, por esa razón tenemos la costumbre de dejar que el agua corra; pues bien, es necesario rectificar ese comportamiento y racionalizar el uso del agua, lo cual podrá contribuir a que los posibles racionamientos no se den y si se dan no sean tan drásticos.
  • La sequía obliga a las personas a recoger y almacenar agua, como una previsión para afrontar los posibles cortes; ese proceso es adecuado para afrontar emergencias; sin embargo, es recomendable que se haga moderadamente y con mecanismos de higiene y seguridad para que el acopio de agua no genere más vectores y riesgos de enfermedad. Es clave que el agua se tenga en recipientes cerrados y no tenga el síntoma de la acumulación desmedida.
  • Tomar agua para hidratarse es un asunto del cual tenemos que estar más pendientes porque nuestros cuerpos lo requieren, especialmente con la infancia, la población adulta mayor y personas con enfermedades crónicas. Esta es una tarea familiar, necesaria para brindar las garantías mínimas de protección y cuidado.
  • Aseo personal y de los entornos: como se percibe que hay riesgo de escasez, las personas disminuyen el uso de agua en el aseo personal y de los hogares y vecindarios, eso es entendible dadas las circunstancias que se presentan; sin embargo, va el llamado a no descuidar las prácticas de limpieza tanto a nivel personal, como de los espacios de hábitat, pues con moderación se necesita limpieza y frescura.
  • Lavado de manos constante y de los alimentos de consumo: el período de pandemia nos dejó esa buena práctica que ayuda a prevenir riesgos de virus y enfermedades; pues bien, en estas circunstancias es necesario mantenerla y promover que se extienda en los hábitos y rutinas.
  • Protección del sol en la movilidad y en la estadía en sitios a cielo abierto; se recomienda el uso de protectores solares, sombrillas, gafas de sol, y respecto al comportamiento en los espacios públicos, es importante además evitar acciones que depositen desechos y materiales inflamables en zonas verdes y predios abandonados, pues este es el mayor factor generador de incendios.
  • Tener conexión con autoridades responsables de manejar situaciones de riesgo, salud y atención de emergencias, pues hay condiciones de vulnerabilidad y emergencia que requieren la presencia de autoridades y de personal especializado que es necesario tener en disposición de comunicación y llamado.
  • Prevenir encarecimiento de productos: en esta temporada cualquier bebida fría, e incluso otros alimentos que están a la mano se encarecen con el argumento de la sequía; es importante entonces que la ciudadanía prevea la situación especial y planee bien sus consumos de alimentos y bebidas procesadas, para evitar especulaciones que afecten el bolsillo.  

Estas cuestiones tan domésticas están en el resorte de todos y todas; son asuntos comunes, en los cuales no debería existir disputa, sino simplemente cooperación, solidaridad y acción ciudadana ejemplar. Quizá entrándole a proteger la vida en medio de estos calores y riesgos, podemos encontrar otras claves para rectificar en el campo de los calores políticos y sociales, en los cuales tenemos al parecer un “hiperniño” de agresividades desaforadas que nos va incendiando los caminos.

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