"Proponer soluciones desde la religión a los problemas técnicos de movilidad puede empeorar el problema"

"Proponer soluciones desde la religión a los problemas técnicos de movilidad puede empeorar el problema"

Según esta perspectiva, la idea de mujer que está detrás de esta propuesta no es otra que la que predominó en este país hasta finales de siglo pasado

Por: Ismael Ortiz Medina
diciembre 15, 2017
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Foto: .bogota.gov.co

Si las pocas sillas del TransMilenio son la explicación y causa del acoso contra las mujeres en la ciudad, la solución por supuesto está a la vuelta de la esquina: para acabar con el acoso hay que acabar con TransMilenio o ponerle más sillas. Por supuesto, que lo que está detrás de esta propuesta nada tiene que ver con el TransMilenio y sus múltiples y endémicos males —sobrecupo, presencia de vendedores, mendicantes y desplazados, robo de celulares, agresiones cotidianas por ocupar un silla—,  sino con un aspecto más de fondo: con el concepto religioso mariano que sobre las mujeres tiene el concejal que  lidera la iniciativa de “Sillas solo para las mujeres”;  estamos hablando del autodenomina concejal de la familia, sobra decir que de la familia cristiana.

Y es que Marco Fidel Ramírez, concejal de la línea del exprocurador Alejandro Ordóñez, que se ha destacado no precisamente por defender sino por atacar todo lo que le suene a diversidad en temas de familia —separaciones, LGBT, uniones entre personas del mismo sexo, aborto, etc— desde su sectaria concepción religiosa sobre la familia, resulta ahora ser el abanderado defensor de las mujeres. De allí su caricaturesca y medieval propuesta de volver a segregar y separar a los sexos en los espacios públicos so pena del riesgo de que cualquier tipo de contacto o encuentro corra el peligro de convertirse en un asunto de sexo. Decimos caricaturesca porque este señor ha llegado al extremo de vetar películas infantiles por supuestamente inducir al homosexualismo, como ocurrió con la película La Bella y la Bestia, frente a la cual inició la campaña "Disney, con mis hijos no te metas".

Y es que la idea de mujer que está detrás de esta propuesta no es otra que la que predominó en este país hasta finales de siglo pasado: la de mujer excluida de los espacios públicos y vista exclusivamente como madre o monja. Esto quiere decir, enclaustrada en el hogar o en el convento, sin ningún derecho civil e incapaz de poder circular y “defenderse” en lo público como si el lugar natural de las mujeres fuera la casa o en el claustro.

“Soledad, silencio, sacrificio y sepultura”, era así como definía la condición femenina, Soledad Acosta de Samper por allá en el siglo XIX, ni más ni menos una imagen de debilidad, resignación, incapacidad y de minoría de edad. Marianismo trasnochado no solo contrario a lo que muestran los datos sobre “cosquilleo” y robos en TransMilenio en donde también participan mujeres como víctimas y victimarias sino que revuelve y confunde los problemas de movilidad en la ciudad con asuntos de sectarismo religioso.

¿Y cuál es la relación causa efecto entre sillas escasas, estaciones estrechas, robos, ventas ambulantes y cosquilleos que son una pesadilla para hombres y mujeres con el problema del acoso sexual? Es que ni siquiera hay suficientes sillas para todas las mujeres, lo que significa o que se van paradas o  hacen bajar a todos los hombres.

Considerar que todo hombre que se sube a un TransMilenio es un violador o acosador en potencia es tener una idea absolutamente perversa no solo de la sexualidad sino del género masculino. Y si así fuera el asunto tendríamos que tomar otras medidas para separar o segregar a los machos predadores de las débiles e incapaces mujeres como por ejemplo:

  1. Andenes exclusivos para que circulen solo las mujeres: Los hombres deben circular siempre “por la acera de enfrente”. Para evitar toda clase de piropos y acoso callejero.
  2. Horarios laborales especiales para hombres y mujeres, para evitar el acoso laboral.
  3. Escuelas, colegios y universidades con horarios separaos y exclusivos para hombres y mujeres: Los hombres en horarios nocturnos y las mujeres diurnos. Esto por los peligros de la noche.
  4. Parques públicos con horarios exclusivos para mujeres. Una especie de pico y placa de género. (No sabemos si es posible aplicar esta medida a los LGBT).
  5. Filas en los bancos separadas para hombres y mujeres, etc.

En los problemas sociales las ideas de lo malo o bueno se hacen peores si se miran con ojos fundamentalistas. Proponer soluciones desde la religión a los problemas técnicos de movilidad puede empeorar el problema. A los hombres y  mujeres no se les toca ni manosea en la casa, en la calle ni en la oficina; no solo los hombres acosan, el acoso está relacionado con problemas de cultura que empiezan con los modelos de masculinidad y feminidad y por supuesto eso no se resuelve haciendo ahora con los hombres lo que se hacía con las mujeres: vetándolos de los espacios públicos.

Por supuesto que es la idea de la inmaculada concepción, de la Virgen que está oculta detrás de esta noción de lo femenino y su relación con la vida pública. Un concejal de este talante jamás ha defendido los derechos de las mujeres ni la perspectiva de género y mucho menos está preocupado por la movilidad; y para los que le quedan dudas, basta con citar el eslogan de campaña de su hijo candidato al Congreso: “Defendamos la familia del socialismo y de la ideología de género”.

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