¿Procrastino ahora… o mejor mañana?
Opinión

¿Procrastino ahora… o mejor mañana?

Por:
enero 20, 2015
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.

Domingo en la mañana: hay miles de temas para tratar, tantas situaciones que inquietan e inspiran, ganas de escribir, hay un computador a mano y tiempo suficiente para hacer una buena columna.

Es por todo esto que decido aplazar su escritura hasta después de hacer un par de cositas o revisar y leer mi correo, o atender a las mascotas, o meter una ropa a la lavadora. No llamé a mi mamá esta semana. Mejor la llamo primero.

Qué rico escribir con una tacita de café como compañía. Tengo las manos resecas. Ahora quedaron muy húmedas con la crema. Mejor espero que se me sequen.

Reviso las notas que he hecho para escribir uno y otro tema. Recuerdo que debo enviar un documento urgente a la universidad. Busco música para un domingo. Converso con mi novio sobre la música.

Recuerdo las palabras de uno de mis sensei: “Hacer las cosas a última hora es horrible y hacerlas antes es imposible”. Me río con una ocurrencia tan genial y que describe perfectamente el ritmo de mis tareas.

Miro el video de la Procrastinación. De dónde vendrá esa palabra? Busco en Wikipedia: “La procrastinación (del latín: pro, adelante, y crastinus, referente al futuro), postergación o posposición es la acción o hábito de retrasar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes o agradables.Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro sine die idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.”

Sigo revisando y me encuentro con que hay clasificación de la procrastinación. Según la misma Wikipedia; Existen tres tipos de procrastinación:

  • Por evasión, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso. Es un problema de autoestima.
  • Por activación, cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla. Es un problema contrario al anterior.
  • Por indecisión, típico de las personas indecisas que intentan realizar la tarea pero se pierden en pensar la mejor manera de hacerlo sin llegar a tomar una decisión. Se denomina también complejo de Penélope (la mujer de Ulises, que tejía y destejía siempre la misma tela para evitar casarse con los pretendientes al reino insular de Itaca mientras esperaba que volviera Ulises).

Me ubico fácilmente: pertenezco al segundo grupo de procrastinación. Pienso en el origen de mi manía: me comprometo con más cosas de las que puedo y además… descubro que me gusta el estrés. Esa adrenalina que se genera cuando estás al límite, cuando faltan pocos metros para llegar al suelo y el paracaídas no se ha abierto. Me encanta el tirón cuando por fin se abre a escasos centímetros del estrellón.

Otra característica de mi procrastinación es que siempre encuentro solidaridades para alimentarla: Mi hijo, una amiga, mi novio, mis mascotas. Casi nunca hago un ejercicio solitario y aburrido. Las compañías son fantásticas y aportan bastante a mi capacidad de crear nuevas oportunidades de distracción y actividades entre mí y mi tarea.

Se acabó el día. No hice mi columna pero me divertí pensando, viendo y escuchando sobre la procrastinación. Mañana empiezo.

Y como no pretendo dejar sin terminar esta columna, les cuento que antes de abordar el tema que tenía pensado, supe de la muerte de Germán Patiño, un sabio buena gente, erudito que supo que de todos los lugares del planeta aquí en Colombia, específicamente  en su amado Pacífico, teníamos los mejores sabores, los mejores saberes, los mejores ritmos, las mejores gentes. En octubre del año pasado, en el Festival Campo y Sabor, Germán ponía como ejemplo que el “Pipilongo” o pimienta de rama, especia que se da silvestre en nuestro pacífico, fue la famosa Pepper Longum, una de las razones por las cuales Alejandro Magno invadió gran parte de los territorios de Asia, pues en Europa no pelecha, por muchos esfuerzos que se hicieran. De tal manera que en un palafito en nuestro litoral pacífico cualquier familia humilde puede estar disfrutando de lo que ni Alejandro Magno tuvo a su alcance. Con su corazón y su sensibilidad nos demostró una y mil veces por qué sentirnos orgullosos de este país que generosamente ofrece manjares que han causado dolor y muertes en otras épocas y latitudes. Pero sobre todo, dedicó gran parte de su vida a mostrar de qué se pierde Colombia cuando trata desde la discriminación, la exclusión y la rapiña al Pacífico, tierra magnífica que muchas y muchos reconocemos con orgullo gracias al esfuerzo decidido de Germán Patiño.

Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / Diario ADN

Foto: Juan Pablo Rueda Bustamante / Diario ADN

@normaluber

 

Sigue a Las2orillas.co en Google News
-.
0

Día de las insumisas y las libertarias

¿Dónde escondes tu racismo?

Los comentarios son realizados por los usuarios del portal y no representan la opinión ni el pensamiento de Las2Orillas.CO
Lo invitamos a leer y a debatir de forma respetuosa.
-
comments powered by Disqus
--Publicidad--