Primer año de pandemia, ¿cuántos faltarán?

Primer año de pandemia, ¿cuántos faltarán?

"No cabe hacerse ilusiones de que no nos estén metiendo gato por liebre. Sabemos que a esa gente no le interesa nuestra salud, ni siquiera la economía. Les interesa el billete"

Por: Carlos Tamara
febrero 08, 2021
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Primer año de pandemia, ¿cuántos faltarán?
Foto: Leonel Cordero - Las2orillas

La palabra cuantos (quantos) se utilizó por primera vez para introducir el genio Max Planck su principio de cómo la energía transmitida por los átomos se producía de manera discreta en vez de continua. El asunto resultó contraintuitivo a cómo sentíamos que ocurrían los flujos en la naturaleza, en un caudaloso río. Los saltos cuánticos desafiaban lo ínfimo. Nunca nos imaginamos que eso parecido a un destroncone fincaba todo. Mire bien, el río tampoco fluye como un continuo: las olas son demostración de ello.

Y eso nos salió caro. Los sistemas mentales que habíamos heredado de la mecánica de Newton se vinieron abajo. Se derrumbó el escaparate. El desastre persiste: todavía no pensamos cuánticamente. Y eso sale caro. ¡Muy caro!

Lo cierto es que la cuántica derivó en toda una ciencia. Más adelante tornó en una serie de principios de difícil dominio, empezando porque su formulación matemática sigue siendo abstrusa. Incluso un mar de genios se reunió en Copenhague para en su Interpretación tragarse el tarugo. Algún día hablaremos de ello. Tras leer a Werner Heisenberg todavía me indigesto.

Hoy, tal como vamos, debería utilizarse cual modelo de comprensión de cómo a trompicones, a manera de cantidades discretas, bastante discretas, el mundo, las transnacionales farmacéuticas, el neoliberalismo, los sobrevivientes estados nacionales y, peor, los gobiernos, quieren tratar el asunto de resolver las crisis suscitadas por la pandemia.

La primera de ella: la tarea exorcista de salvar la economía.

Es decir, como si realmente se estuviera intentando siquiera eso, sin pretender simular que se trata de salvar a la gente.

No, no vayan a creer que la economía va a salvarse a sí misma. Es exiguo, por no decir nulo, el esfuerzo derivado de los capitales mundiales para invertir en la vacunación de su propio personal. Lo más lógico hubiera sido que cada empresa salvara su propia economía vacunando a su propio personal, dirigidos por un proceso estatal de agrupación masiva y control sistemático, hacia permitir el reintegro rápido de las economías. Son más duros que sancocho de balín.

Ni siquiera los bancos, ni las grandes empresas transnacionales que nuclean gran número de personal empleado, y que recibieron cargamentos industriales de ayuda pública a intereses exiguos, sin intereses, e incluso sin reintegro, están procediendo así. Esta forma sería quizás la más productiva, según principios del neoliberalismo, pues los contratos derivados de la compra de vacunas, podrían conllevar cualquier número de garantías exigibles acerca de la idoneidad del material. ¡Y harían responsables a las empresas de escoger la mejor vacuna!

Apuntamos cómo están de grave las cosas: “Según la campaña People's Vaccine, los tres mayores fabricantes del mundo solo producen vacunas para aproximadamente el 1,5% de la población mundial, mucho menos que su capacidad total si las patentes no se interpusieran en el camino”.

“La semana pasada, la empresa danesa Bavarian Nordic ofreció fabricar hasta 240 millones de vacunas en sus instalaciones de nueva construcción, pero esta oferta aún no ha sido adoptada por ninguna de las principales empresas de vacunas”.

“Si bien los países ricos han comprado la mayoría de las primeras existencias de vacunas candidatas viables, también existe un potencial de producción sin explotar en diferentes regiones, con 20 fabricantes de vacunas más solo en la India”.

“Al ritmo actual de vacunación, se necesitarán siete años para que se vacune una cantidad suficiente del mundo para evitar una mayor transmisión. Siete años es mucho tiempo para que el virus mute y desarrolle resistencia a las vacunas actualmente viables, un riesgo recientemente destacado por la aparición de nuevas cepas”.

Cualquiera que lea tales párrafos encontrará vetas explotables mineralógicamente. ¿Cómo es que las patentes se interponen siendo que hay tantas empresas capaces de fabricar las vacunas? ¿Cómo es que ni siquiera en siete años estaremos con una economía normal siendo que ese era el objetivo de acelerar la producción, que no de salvar a la humanidad? Pero, ¿por qué ni siquiera eso están haciendo?

Parodiamos aquella canción que presumía la existencia de la mafia, cabría murmurar. ¿Y qué es lo que hacen? ¿Cuál es el negocio? Y sigue: cómo viste ese señor/ cómo viste esa señora….

Y en cuanto a la parte de salvar a la humanidad eso que quede en manos del Estado o, peor, de los gobiernos del mundo. Ni siquiera se reunió la ONU para trazar una estrategia mundial. Eso porque cada gobierno quiso pelechar en los capitales que se invertirían en las soluciones políticas derivadas. Esa es la misma razón por la cual se desmontó la idea originaria que creó la OMS.

Y aquí es dOnde están los negocios. Incluyendo los supuestos acuerdos de confidencialidad. La confidencialidad es algo que se dispensa en frascos… pudieran ser de mermelada.

Hemos dicho de la tarea exorcista. Y es que los gobiernos preferirían que la pandemia se extirpara con rezos. De ser así o, mejor, si creemos que así pudiera ser, (en tanto considerarse como verdad alternativa), entonces más plata cabría en los bolsillos de la confidencialidad. ¡Ese es el negocio!

En todo esto se ve, se sigue viendo, el fracaso absoluto del neoliberalismo como forma de manejar los asuntos de la humanidad, es decir, aquellos bienes que escapan del control individual y empresarial. Pero eso casi nunca se denuncia. ¿Qué se va a denunciar si ese es el modelo histriónico, la ideología neoliberal, que fundamenta los negociados?

Pero si se creyera que eso es todo, todavía cabe más. En efecto, nos estamos refiriendo a que estamos apenas en la primera dosis de vacunación. Estamos suponiendo que las vacunas le sirven a todo el mundo, sin distingos. Estamos imaginando que las mutaciones van a ser cubiertas, cualesquiera que sean, por las vacunas que están en el mercado. Estamos soñando con que la velocidad en que se produjeron las vacunas, si no pretermitieron eventuales protocolos todavía desconocidos, es válida. Estaríamos pensando, con el credo en la boca, que en lo sucesivo solo correrán ríos de leche y miel.

¡Mentiras!

No cabe hacerse ilusiones de que no nos estén metiendo gato por liebre. Sabemos que a esa gente no le interesa nuestra salud, ni siquiera la economía. Les interesa el billete. Estamos hablando de usted señor que se cree rico. También cae en esta colada el gran dirigente político. Nos damos perfecta cuenta que se pretende colar por la puerta de atrás. Vano intento. La pandemia es simétrica. Su plata o poder no cuentan. Ojo, si no cae con esta cepa puede descuidarse con la que sigue. Y la otra…

Si la primera ola de vacunación sale mal, ¡usted estaría llevando del bulto! Si esto se demora mucho más de siete años, usted también sufrirá.

A estas alturas uno creería que tal como están funcionando las cosas puede resultar en un chiripazo de buena suerte. Que los países ricos asuman el riesgo en sus poblaciones de las primeras olas de vacunas puede resultar una ganga para los pobres si algo sale mal. ¡No hay mal que por bien no venga!

¡Claro que cabría otra más cruel: mal de muchos, consuelo de tontos!

“Una exención sobre la propiedad intelectual supondría una disminución drástica en el costo de la vacunación para todos los gobiernos, con más producción regional desatada en todo el mundo. No se trata simplemente de un caso de países de altos ingresos frente a países de bajos ingresos, sino de monopolios de patentes, apoyados por unos pocos miembros de la OMC, frente a la seguridad de todos”.

¡Qué diáfana dilucidación! ¿Por qué ni siquiera el Congreso lidera una opción de estas? Mandela ya lideró un proceso similar y triunfó. ¿En dónde tienen metida la lengua los supuestos líderes opositores al actual sistema de gobierno? Ya se sabe a juzgar por el olor que despiden lo que dicen.

Cabe preguntarse, ¿cómo es que Pfizer resultó la recipiendaria de la producción mundial? Mírese que eso de más producción regional podría despertar la acción de mucho de nuestros talentos.

Aquí hay un misterio. ¡Pero será llover sobre mojado!

Nota. Las citas son tomadas de La falsa escasez de vacunas y tensiones comerciales, publicado por Social Europe, pegado a su newsletter.

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