Aún no existe la primera prueba de COVID-19 que certifique que hay un contagiado en el patio cuatro de La Picota, pero entre los 450 presos ya hay más de 50 aislados por dolores de cabeza, escalofríos y dificultad para respirar. En los pasillos de todo el penal se siente el miedo de tener hasta la fecha 1.426 vecinos contagiados en medio del hacinamiento, protocolos poco estrictos del Inpec y la falta de medicamentos. Parte de los reclusos de este pedazo del penal son 62 prisioneros políticos de las FARC, a la espera de que el gobierno o la JEP reconozcan la amnistía y le pongan fin a su presidio tras cuatro años de haber firmado el acuerdo de paz.
El contagio en La Picota empezó el 18 de abril con dos presos trasladados desde la cárcel de Villavicencio, el primer penal donde se confirmó un brote de coronavirus. Desde entonces el virus ha adquirido una velocidad de contagio imparable sin que el decreto 546 de la ministra de Justicia Margarita Cabello para excarcelar 4.000 reclusos de todo el país – de los que a la fecha solo han salido 908 -, ni el aislamiento que asumieron varios pabellones para evitar que los guardias del INPEC lleven la enfermedad de un lado a otro, hayan frenado la expansión.
Prisioneros políticos y sociales contagiados de COVID19 recluidos en el Patrio 4 de La Picota, enfermos de Hepatitis, Diabetes y cáncer hacen un llamado al Gobierno Nacional y al @INPEC_Colombia denuncian que no se les ha suministrado los insumos para salvar sus vidas #SOS pic.twitter.com/oYiQMtMTZQ
— FARC (@PartidoFARC) July 27, 2020
El patio cuatro de La Picota, ubicado en la antigua estructura de la cárcel, que ha concentrado desde la firma del acuerdo de paz a los prisioneros de las Farc parece no haber quedado exento. Mientras los exguerrilleros se ubicaban en las zonas veredales para iniciar su proceso de reincorporación, al patio cuatro eran traslados para finales de 2016 los integrantes de la extinta guerrilla recluidos en los mismos patios del penal, de La Modelo y algunos cuantos de Chiquinquirá y Combita. Eran cerca de 350.
Pero después de cuatro años, son 62 los prisioneros políticos de las FARC en La Picota que no podido solucionar su situación jurídica. Algunos porque no se encuentran en lista de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, o porque no han sido reconocidos por el gobierno pues fueron sentenciados por delitos al parecer no relacionados por el conflicto armado. Su caso es similar al de otros 296 presos en el resto del país.
A falta de medicinas, los presos políticos de las Farc han encontrado en el coctel de Pax caliente, panela, limón y jengibre la receta para palear los síntomas de la Covid-19. A pesar de no ser mayoría dentro del patio cuatro, los 62 exguerrilleros mantienen el liderazgo en medio de los demás prisioneros por delitos comunes. Llevan la interlocución con el director del Inpec, general Norberto Mujica, y han conseguido donaciones de tapabocas y alimentos para hacerle frente a la enfermedad mientras pasa el embate de la pandemia dentro de La Picota.