Preso en su propia casa: así se encuentra el hombre al que Catastro le quiere robar unos metros cuadrados

Preso en su propia casa: así se encuentra el hombre al que Catastro le quiere robar unos metros cuadrados

Hace 30 años Orlando compró una casa en Engativá, pero el metraje de los planos no coincidían con los de Catastro, que no le ha devuelto el terreno que le quitó

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septiembre 27, 2022
Preso en su propia casa: así se encuentra el hombre al que Catastro le quiere robar unos metros cuadrados

Era 1991 cuando Orlando Jiménez, un padre de familia nacido en Suesca, Cundinamarca, hace 70 años, logró materializar el sueño de comprar su casa. Había pagado millón seiscientos por ella. Sin embargo, todo se convertiría en una pesadilla en 1994 que todavía no tiene solución.

Todo inició cuando Orlando se dio cuenta que los planos que le dieron por el predio que compró, ubicado en el barrio Villa Gladys, de la localidad de Engativá, con registro público en la notaría octava, hacia 1991, no eran iguales a los que aparecían en Catastro para 1994. Orlando tiene cómo comprobar que los planos de 1991, que tiene en su poder, son los que le reconoció Catastro Bogotá como los originales. La evidencia reposa en la escritura pública de la notaría octava con la que hizo la negociación que lo convirtió en dueño de la casa en la que aún vive.

—Yo compré en el 91 con promesa de venta y las escrituras salieron en el noventa y cuatro. Fue cuando me di cuenta— dice don Orlando, poniendo sobre una mesa las escrituras de 1991, desgastadas de tanto usarse como evidencia física de la injusticia. En dichas escrituras aparecen 119 metros cuadrados, los cuales son reconocidos por Catastro Bogotá en 1991. A los ojos de un abogado, este metraje reconocido es el que tendría mayor validez en la lucha jurídica contra Catastro y que le daría la victoria a Orlando, quien asegura con la más absoluta certeza fue el área que compró en 1991 a los hermanos Luis Mayorga y Francisco Mayorga.

Planos de Catastro Bogotá que recibió don Orlando cuando compró el predio en 1991; aparece el lote completo.

 

Planos modificados de Catastro Bogotá del año 1996 en el que el terreno comprado por Orlando Jiménez aparece incompleto.

La anomalía sin solución lleva a Orlando Jiménez, invadido de pensamientos avasallantes e inquietantes, a frenar bruscamente la totalidad del tiempo destinado a su labor de conductor de bus en la empresa Panamericana—un trabajo que inició en 1981 y terminó en 2015 en la empresa Nuevo Horizonte— para dedicarse, a partir de 1994, por más de 10 ocasiones, a la odisea titánica de buscar una respuesta de Catastro Bogotá, que le diera luces a la duda de saber, como él dice:

—Qué ley o qué decreto ha sido para cambiar los planos—.

Como el coronel Aureliano Buendía que no recibe respuestas satisfactorias a sus cartas con la noticia de una pensión reconfortante que alegre su alma, así mismo han sido las respuestas de las cruzadas judiciales de Orlando. El Tribunal de Cundinamarca le dio la razón a Catastro, dejando a Orlando como un David, aparentemente, derrotado por Goliat.

—Entonces las escrituras y los planos de Catastro quedaron de sobra… Tengo las escrituras, planos y todo coordinando, y no me atendieron ninguno —dice don Orlando, emanando impotencia producto de la respuesta dada por el Tribunal de Cundinamarca—.

Pero Goliat no ha derrotado a David. Don Orlando descubre dos irregularidades más en los planos que, a lo largo de los años de lucha jurídica, le entrega Catastro:

—En los planos hay uno metraje de 7,0; hay otro de 7,5; Y son 8,5 mi metraje de frente, y nunca me dan el metraje completo. Lo han estado modificando. Lo han estado modificando en todo momento. Entonces necesito saber qué puedo hacer y quien puede ayudarme en este caso—.

La batalla continúa, pero llega lo que pareciera una broma de mal gusto: Catastro  responde, en un derecho de petición, reconociendo el metraje original de 119 metros cuadrados, que es el mismo que reza en las escrituras entregadas en 1991 cuando compró su terreno; en otras palabras: Catastro, aparentemente, reconoce  la totalidad del predio como suya y no la que modificaron en 1994, es decir, el terreno que aparece en los planos dados por Catastro publicados en la primera imagen de esta historia.

 

Respuesta de Catastro Bogotá al derecho de petición interpuesto por don Orlando Jiménez.

A pesar de la respuesta, Catastro sigue sin devolverle el terreno de 10 x 4 que le quitó en los planos de 1994. Tampoco ha existido un ente jurídico que le reconozca sus escrituras y planos iniciales como válidos por encima de los que aparecen modificados. Esta situación lo tiene preso en su propia casa y bajo el yugo de la desesperación que desencadenó la siguiente situación en palabras de Orlado:

—No he podido vender el predio; no he podido construir, porque no me dan licencia. Me valí del Fondo Nacional del Ahorro y me aprobaron 50 millones, y cuando vieron que tenía el problema con Catastro, no me prestaron plata. Me tienen manicruzado; ni puedo vender. Amarrado de pata y mano por ese problema—.

Vecino indeseable

A la cruzada jurídica de Orlando con su predio se le sumó una batalla inesperada: Orlando se dio cuenta que su vecino Jairo Bedoya, aprovechando el cambio de planos que le hizo Catastro, estuvo en la Notaría 38 haciendo una aclaración que consistió en que se ampliara el metraje de su lote, pero tomando la parte que Catastro le quitó a Orlando. Jairo Bedoya hizo la irregular aclaración en la mencionada notaría sin que hubiera vendedores del metraje en cuestión que agregó a su predio. El único y apoderado vendedor es Orlando, quien figuró como ausente en el procedimiento notarial.

Además, el funcionario y la misma Notaría 38, donde se hizo el procedimiento por parte de Jairo Bedoya, habría incurrido en un hecho de clara corrupción, pues en las escrituras originales —que se pueden consultar en la Notaría Octava—  Orlando es quien figura como el dueño, contradiciendo así lo ocurrido en la Notaría 38 en los años 90s.

Pero Jairo Bedoya no estaba contento con lo hecho en la Notaría 38. Una vez se apoderó del terreno de Orlando que le quitó Catastro, lo vendió a un yerno suyo con escrituras de 1992, en las que Bedoya no figura como dueño del metraje que le quitó a Orlando sino es Orlando quien funge como el titular de la propiedad. A los ojos de un abogado, Jairo Bedoya incurrió en la falsificación de documento público, corrupción y apoderamiento ilegal de un terreno que no es suyo en complicidad con un funcionario de la Notaría 38, quien, de defenderse en una batalla judicial, la perdería debido a que Orlando tiene cómo demostrar en una denuncia los delitos que se les acusarían por un juez a Jairo Bedoya.

—Yo estuve en la notaría octava—lugar donde se hicieron las escrituras originales—y dije: ayúdeme en esto (refiriéndose a lo hecho por Jairo Bedoya). Y me dijeron: aquí está común y corriente. Aquí no está arreglado (es decir, la escritura original de la notaría 38 no es como la original de la notaría octava que fue a consultar Orlando) Esa escritura puede ser falsificada. Me dijeron en la notaría octava—agrega don Orlando.

Orlando demandó a su vecino, pero nada prosperó y Jairo Bedoya logró venderle el terreno a su yerno. La relación con los personajes en cuestión es la misma del agua y el aceite por las distintas peleas que han tenido, en las que han involucrado a su hija.

—Me robaron y ahora son mis enemigos—sentencia Orlando.

En definitiva, para resolver su problema con Catastro, que lo ha llevado a gastar más de 30 millones de pesos en seis abogados como gastos propios de su búsqueda de justicia, Orlando Jiménez, cargando en sus manos la caja de media arroba del proceso judicial que ha hecho contra Catastro, espera lograr una indemnización económica por daños y perjuicios ocasionados por la arbitrariedad de Catastro al haberle cambiado sus planos.

En cuanto a su vecino, prefiere que su propia conciencia le atormente por las noches al dormir, pero desea que le solucionen para poder vender y así ponerle fin a la condena de 100 años de soledad que vive en la locura y la enfermedad en la casa que inició como un sueño para su familia.

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