¿Presidente, qué piensa mientras las calles del país están inundadas de gente decepcionada?

¿Presidente, qué piensa mientras las calles del país están inundadas de gente decepcionada?

"Si renuncia, se acabarán los comentarios de pasillo y usted, una vez más, podrá descansar de esta equivocación que le está costando el alma"

Por: Leguis A. Gomez Castano
noviembre 27, 2019
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¿Presidente, qué piensa mientras las calles del país están inundadas de gente decepcionada?
Foto: Twitter @infopresidencia

Respetado señor Duque

El día lunes, pasadas las diez de la noche, se cumplió el desenlace fatal, que aquel miembro del Esmad tenía claro pasaría al levantar su arma y disparar selectivamente sobre la humanidad de Dilan, un joven bachiller que salió a las calles de Bogotá a expresar su descontento con la situación del país. Hoy, cuando abrí mi computadora y entré a la página de El Espectador, la primera noticia que apareció, fue el suicidio de un soldado llamado Brandon, quien se sintió abandonado por un ejército que solo le enseñó el uso de las armas. Dilan, por si usted aún no lo sabe, protestaba porque no tenía oportunidades para estudiar en la universidad y Brandon quería ser médico. Los dos eran jóvenes y querían estudiar y los dos murieron sin lograr llevar a cabo sus sueños. No tenían padrinos que los llevaran a ser presidentes de un país, como le pasó a usted. Usted bien podría decirme hoy, ¿de qué me hablas, viejo?

¿De qué le hablo? Permítame usted recordarle la tragedia de Colombia: estamos matando a la generación del futuro inmediato del país, esa es la tragedia que usted no quiere ver. Los ejemplos que evidencian esta situación saltan a la vista. Hace un par de semanas nos enteramos de algo que usted nos ocultó, que dieciocho jóvenes, todos menores de edad, habían sido bombardeados por el ejército, aun cuando ya se sabía que estos habían sido reclutados en contra de su voluntad por un grupo guerrillero. Cuando le informaron, eso no le importo. Usted es un tecnócrata, no un hombre de estado. Usted tenía un objetivo y según lo que le informaron, se cumplió. La muerte de esos menores le resultaba irrelevante, por eso, cuando se le preguntó al respecto, usted no vio lo evidente. Seguramente usted tampoco verá lo que está pasando frente a sus ojos. Usted, sin duda, estará enroscado, haciendo que hace, pero sin hacer nada, mientras el país se va por un precipicio.

Me pregunto en qué pensará usted, mientras las calles del país están inundadas de gente que usted ha decepcionado hasta el cansancio. Por si no se acuerda, cosa normal en los políticos colombianos, usted está ahí, gracias a que millones de ciudadanos y ciudadanas creyeron en sus palabras de bonachón y depositaron su voto de confianza por un mejor país. Pero en vez de poner oído a los problemas que aquejan a la nación, usted se ha hecho el tonto, el que no necesita ya del apoyo de todos los que le votaron. ¿Realmente cree usted que el voto solo provee réditos políticos en una sola dirección?, ¿que los colombianos somos tontos, que un partido de fútbol o las noticias de farándula nos mantendrían atolondrados, mientras usted le regalaba el país a los mismos de siempre? Tenga usted algo bien claro: Colombia no lo necesita ya. Usted ha demostrado que no nos sirve, que el país le ha quedado grande y que usted fue solo una ilusión, una especie de cometa que alumbró temporalmente los sueños de los que querían ver luz en la tenebrosa noche de la violencia que inunda el país.

Por ello, antes, mucho antes de que las cosas se pongan peor para usted, y para el país, tome una de estas dos decisiones. Bien puede sacar pecho, tener cojones, apretarse los pantalones, empezar a ser de verdad el presidente fue elegido y dejar de escuchar a los que lo están llevando por un sendero de decisiones equivocadas y de espaldas a la realidad del país que gobierna, o bien, hacerse a un lado y renunciar. Eso también es de valientes, reconocer que usted se equivocó al aceptar un cargo que no estaba hecho para tecnócratas, sino para hombres de estado. Que no todos tenemos la capacidad para sortear realidades como la de Colombia, que usted lo intentó, tal vez no lo mejor que pudo, porque usted ocupó la silla físicamente, pero otro era el que realmente tenía el poder. Que usted se ha cansado de poner la cara, mientras otro se esconde, que se cansó, sencillamente se cansó, eso no está mal, deje ir, solo deje ir un cargo que le está haciendo un daño gigantesco al país.

Sé que ha de ser difícil aceptar que no es usted quien realmente manda, pero usted lo sabía desde el principio, así que le prometo que descansará de esta pesadilla en la que se metió. No se preocupe por el que dirán, ya todos lo sabemos, usted no es el que controla el país. Si renuncia, se acabarán los comentarios de pasillo y usted, una vez más, podrá descansar de esta equivocación que le está costando el alma. Aunque usted no ha bajado de peso, me imagino que come bien, otra razón para pensar que a usted nada le importa, que está haciendo muy bien su papelazo de presidente, que se sienta a su mesa e ingiere sus alimentos sin la mayor de las preocupaciones. Así que mi petición bien puede ser insulsa y usted ni se enterará de que yo le escribo esta carta, mientras el país seguirá levantado, más jóvenes inocentes morirán y usted seguirá engordando a costa de los demás, como si nada estuviese pasando.

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