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Cuentan las noticias que la juez en el caso del atentado a Miguel Uribe regañó fuertemente a “Gabriela”, de 19 años e implicada, toda vez que esta con mucho desprecio se rio durante la audiencia relacionada con su captura.
Por qué se ríe Gabriela, se pregunta uno. ¿Por qué esa aparente tranquilidad, esa certeza de que hablar del futuro es el principio del fin, quizá la idea de que nada está por sucederle? Y no hay duda de que llega a entenderse.
Se trata de que ella sabe que este es país de impunidad; porque aquí, contrario al refrán, el que la hace no la paga; porque el general Samudio Molina se murió inmune sin resarcir nada de su acción monstruosa en el Palacio de Justicia; se ríe porque quizá conoce cómo los implicados en el caso de Reficar o de Hidroituango van tranquilos, gozan de beneficios, de lujos, de buena vida.
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Acaso se ríe ya que ha visto que Salvatore Mancuso es gestor de paz, que la Gata hizo lo que quiso; porque toma nota de que Benedetti es ministro y ahora todos se rinden ante él y él también se ríe; porque a los delincuentes flagrantes los jueces no los consideran peligro; porque casa por cárcel parece una regla; porque sabe que los términos se vencen y los expedientes duermen cuando alguien con poder quiere.
Creo que es posible que se ría, puesto que ha aprendido que a casi niños como ella o como quien disparó a Miguel Uribe, los reclutan en masa, los usan en masa, los abandonan en masa las guerrillas, los paracos, los narcos, las disidencias, las nuevas Farc, todas las insignias de derecha o de izquierda, o de lo que sea. Se ríe ya que ha recibido noticias, muchas noticias, cientos de noticias, sobre eso de que jueces de distintos rangos se venden y ha sabido de expresidentes en entredicho que andan y mandan y opinan y deciden.
Se ríe, creo, porque gente como Musa Besaile casi está al otro lado, porque todos los que son como él ponen gente en altos cargos con privilegios y pensiones y guardaespaldas; porque en todos los gobiernos y en todos los congresos y en la intermitencia de los puestos públicos circulan corruptos reconocidos que siempre caen para arriba.
Creo que se ríe porque ha oído la gritería y luego ha percibido el silencio en cosas como el Cartel de la Toga, Foncolpuertos, el 8.000, la Yidispolítica, los falsos positivos
Creo que se ríe porque ha oído la gritería y luego ha percibido el silencio en cosas como el Cartel de la Toga, Foncolpuertos, el 8.000, la Yidispolítica, los falsos positivos, Agro Ingreso Seguro, las chuzadas; porque igual ve policías recibiendo coima; porque oye de tipos como un tal Papá Pitufo, oye de alias como Jorge 40, Taladro, Macaco, don Berna, que a veces hablan de paz y opinan.
Se ríe porque habrá tenido noticia de que criminales de todos los uniformes desplazan gente y son autoridad y reinan y cobran y trafican y deciden sobre la vida de personas en el Catatumbo, en Putumayo o en el Guaviare, mientras los políticos y las corbatas y las clientelas engordan y se reparten lo que hay de presupuestos y puestos.
Lo más factible es que se ría porque ha visto cómo se promete paz y se hace guerra, porque la violencia en la que ella ha participado es violencia de otras épocas, porque una violencia nueva encubre una violencia pasada; porque pocas cosas cambian a fondo en un país acostumbrado al hilo de sangre que zigzaguea, a los muertos sin nombre, a las fosas comunes, a la venalidad sin límite.
Imagino que se ríe porque con 19 años, tiene el discernimiento de que aquí todo da para mucho, o para nada, según se quiera.
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