China en Xinjiang e Israel en Gaza son historias distintas

Por qué lo que Israel hace en Gaza no se compara a lo que China hace en la región autónoma de Xinjiang

Poco se habla de la región autónoma de Xinjiang en China, donde la mayoría es de minoría musulmana, lo que hace distinta y particular la situación

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marzo 22, 2024
Por qué lo que Israel hace en Gaza no se compara a lo que China hace en la región autónoma de Xinjiang

Antes de 2017 poco o nada se hablaba sobre la región autónoma uigur de Xinjiang en el noroccidente de China, una región que corresponde al 17% de la totalidad del territorio del país donde el 65% de sus habitantes pertenecen a minorías étnicas, particularmente a la minoría Uigur.

Esta minoría proveniente de lo que en la antigüedad se denominaba el Imperio Turco (745 – 850 d.c.), que estaba compuesto por nueve clanes, uno de ellos denominado Uigur, fueron derrotados inicialmente por la dinastía Tang en el 657d.c., en una de las múltiples dinámicas históricas de su relacionamiento con las diferentes dinastías chinas hasta la completa integración del territorio a este país en el SXVIII durante la dinastía Qing.

Uigur es entonces una de las 55 minorías chinas que, si bien es mayoritariamente musulmana, no es la única en el país con estas características; podemos nombrar por ejemplo a los Hui, de origen persa que habitan mayoritariamente en el sur occidente de China. También es importante resaltar que los Uigures de Xinjiang son también descendientes de varias etnias de la meseta mongola, que luchaban contra el mencionado imperio turco.

Dentro de la región de Xingjiang se han presentado históricamente diferentes dinámicas sociales y políticas, una de ellas y la más relevante para comprender este caso, es la liderada por el Movimiento Islámico del Turquestán del Este (ETIM por sus siglas en inglés). Grupo creado por militantes uigures influenciados por el Panislamismo, que busca la creación de un Estado independiente llamado Turquestán del Este que estaría conformado por partes del territorio de Turquía, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán, Pakistán, Afganistán y la totalidad del territorio de Xinjiang.

El primer acto que se atribuye a este grupo separatista musulmán es la incitación de las Revueltas en el pueblo de Barín, en abril de 1990 y que hoy se determinan como el inicio de un violento ciclo de miles de actos de terrorismo en la región, que en China duró hasta 2016.

En el marco de la lucha contra el terrorismo el ETIM fui incluido dentro de la lista de organizaciones terroristas por el departamento del tesoro de Estados Unidos en 2002, y a petición de los gobiernos de Afganistán, China, Kirguistán y Estados Unidos, en septiembre de 2002 fue también incluida en la lista de organizaciones terroristas de la ONU. 

¿Cómo luchar contra el extremismo, el separatismo y el terrorismo?

La lucha global contra el terrorismo tomó un camino determinante a partir del 9/11. Sin embargo, es una lucha volátil, porque la complejidad y forma de comprensión del concepto mismo de terrorismo, determinarán si la lucha contra este requiere de bombardeos, genocidios y desapariciones de poblaciones completas, o si requiere de estrategias milimétricas en el corto y mediano plazo.

En el libro blanco de la lucha contra el terrorismo en Xinjiang del gobierno chino, lo primero que se determina es que sus raíces están en el extremismo separatista de la yihad en la región, el cual era ejercido por células terroristas como el ETIM.

Nunca se vinculó el terrorismo a una etnia específica ni siquiera a una religión en general, al contrario, se entiende como uno de los principales efectos negativos del terrorismo el de la violación a los derechos humanos que estos actos ejercen sobre todas las etnias residentes en la región.

En consecuencia, la estrategia para combatirlo nunca se ha planteado como una lucha contra los Uigures, o contra los musulmanes o contra la población de Xinjiang, sino específicamente como una lucha contra los grupos terroristas y su radicalismo separatista que producían caos en la región.

Claramente una parte inicial de la lucha implicó la persecución de los líderes de estos grupos y su consecuente encarcelamiento, así como el incremento de medidas de seguridad en la región.

Sin embargo, la aproximación más pragmática para controlar el extremismo separatista religioso en la región fue la de identificar las condiciones económicas y sociales no favorables de la población como origen de su vulnerabilidad.

De manera que se establece como forma de luchar contra el terrorismo la promoción del desarrollo, las habilidades blandas y técnicas de la población, la garantía del acceso a los derechos humanos y la protección estatal. En otras palabras, se determinó que el terrorismo en el mediano y largo plazo no se combate con armas, sino con desarrollo y oportunidades tangibles de progreso para la población.

En esta línea, se estableció como prioridad el desarrollo económico de la región autónoma uigur de Xinjiang en una estrategia multidimensional. El gobierno de China, por medio de diferentes mecanismos, por ejemplo, la iniciativa de la franja y la ruta (BRI por su nombre en inglés) se encargaría de proveer a la región de toda la infraestructura y capacidad logística necesarias para su desarrollo. De la misma manera se promovió por medio de incentivos fiscales y económicos, la inversión de otras provincias chinas en diferentes proyectos de desarrollo en la región. 

En lo que a la población se refiere, se amplió el acceso a la educación. Para el caso de personas jóvenes y adultas que ya habían salido de la edad escolar, se creó un proyecto de educación vocacional y técnica, que, en la misma línea de los centros de desradicalización del extremismo religioso de Dinamarca y Francia, fue financiado por el banco mundial desde 2007 con una refinanciación en 2015. Estos centros de educación vocacional y técnica no sólo enseñan chino, idioma oficial del país que no todas las etnias manejan y que además es fundamental para acceder a las garantías que el gobierno está obligado a entregar a sus ciudadanos, sino que también tienen programas de capacitación técnica y vocacional con los que se ha promovido el acceso a empleos formales de esta población. A estos centros pueden acceder todas las etnias residentes en Xinjiang, no sólo los Uigures, e incluso hay centros donde la mayoría de los inscritos son Han, la etnia mayoritaria china.

El resultado de estas políticas para combatir el terrorismo y el extremismo separatista ha sido ampliamente positivo. Después de 10 años de la aplicación de los proyectos de la BRI no sólo la región cuenta ahora con una infraestructura envidiable para cualquier país en vías de desarrollo del mundo, convirtiéndose en el corredor económico y nodo logístico más importante de Asia central, sino que además ha logrado una reducción sustancial de la pobreza y el desempleo, así como una elevación en la calidad de vida de los ciudadanos que es evidente tanto en las zonas rurales como en las urbanas. Hoy una persona gana mensualmente, lo que hace 10 años equivalía al ingreso anual de una familia.

Desde 2016 no se han vuelto a presentar ataques terroristas en la región. Los líderes de las mezquitas comentan que la enseñanza del “islam correcto” combinado con el desarrollo de la región que provee oportunidades reales a la población susceptible de caer en el extremismo separatista, han sido al final el arma de lucha más efectivo contra estas células terroristas.

¿Cómo nos cuenta Estados Unidos esta estrategia?

La pregunta, que realmente no es difícil de contestar, es por qué esta estrategia, que puede no ser perfecta pero que ha tenido muy buenos resultados, sobre todo en contraste con otras estrategias antiterroristas globales, nos ha sido contada desde 2017 como una historia de terror, llamando a los centros de educación “campos de concentración” y la estrategia de desarrollo de la región como “persecución religiosa y genocidio”.

Palabras más, palabras menos, en el contexto de una pugna geopolítica, comercial y tecnológica, en 2020 Estados Unidos retiró de la lista de grupos terroristas al ETIM y sus derivados, bajo el liderazgo de Donald Trump.

Siendo el país que más abiertamente ha perseguido a los musulmanes desde 2001, de un momento a otro decidió que tenía una gran preocupación por los musulmanes Uigures de Xinjiang, fundamentada en reportes escritos en su mayoría por 1 autor (Adrian Zenz) con 8 fuentes anónimas, con videos de presos yendo a trabajar referenciados como ciudadanos libres forzados a ir a estos centros, que se replicaban una y otra vez en diferentes medios de comunicación.

Las visitas oficiales del Banco Mundial antes de este año daban un reporte favorable de los efectos de los proyectos de educación técnica y vocacional, pero después del 2020 la narrativa de Estados Unidos prevaleció.

Como dijo el exjefe de gabinete del secretario de Estado de los Estados Unidos, Colin Powell, y coronel retirado del ejército, Lawrence B. Wilkerson en una conferencia en el instituto Ron Paul en 2018, “hay 20.000 Uigures en Xinjiang a quienes nos les gustan los chinos Han (…) si la CIA quiere desestabilizar China, la mejor forma de hacerlo es aliándose con esos Uigures y hacerlo desde adentro”.

En octubre del 2023 tuve la oportunidad de estar en Xinjiang investigando sobre lo que ha pasado en los últimos 10 años. En mis entrevistas con miembros de la policía, una frase común era “las medidas de seguridad son temporales, han venido disminuyendo en la medida que la amenaza terrorista ha disminuido y pronto se equipararán a las de las regiones pacíficas de China”.

En mis entrevistas con los Uigures y otros residentes locales, contaban cómo ya tenían pasaporte y querían comenzar entonces a viajar por el mundo, así como remarcaban que indudablemente estaban viviendo en una región más segura y con mayores oportunidades que hace 10 años.

El contraste entre estos relatos y lo que en ese momento comenzaba a ocurrir en la franja de Gaza, justificado como lucha contra el terrorismo era total.

Aun así, la distorsión de la información sigue llevando a la opinión pública a pensar que es más justificada la política israelí de aniquilación y muerte en esta región como respuesta al terrorismo, que los mecanismos de vida y promoción del desarrollo que se están aplicando en Xinjiang para luchar contra el mismo fenómeno.

De nuevo, la política china en Xinjiang no es perfecta, tiene sus más y sus menos, pero por lo menos es una política de respeto a la vida y de la promoción de oportunidades reales, no una política de muerte y desaparición como solución única al terrorismo. 

*Sinóloga Internacionalista. Directora Escuela de Relaciones Internacionales. Universidad Externado de Colombia.

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