Por qué invisibilizamos los corregimientos

Por qué invisibilizamos los corregimientos

Esta forma de organización territorial suele ser marginada y las consecuencias son lamentables. Es necesario cambiar la mentalidad que existe respecto a ellos

Por: Alexis Mejía
febrero 27, 2019
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Por qué invisibilizamos los corregimientos
Foto: SajoR - CC BY-SA 2.5

Los corregimientos son una de las formas de división del territorio colombiano establecidas para designar las áreas rurales de los municipios, incluyendo su base poblacional, dentro de los Planes de Ordenamiento Territorial (P.O.T). Se trata de una figura muy atractiva en materia de organización territorial, porque la Ley 136 de 1.994 los creó con el fin de mejorar la prestación de los servicios y asegurar la participación de la ciudadanía en los asuntos públicos de carácter local; es decir, que en su génesis misma, la figura del corregimiento se concibe como un núcleo para el desarrollo local, una especie de corazón del municipio.

No obstante lo anterior, a los corregimientos los aquejan una serie de problemáticas ligadas a la falta de políticas públicas inclusivas, con enfoque diferencial, para promover un desarrollo local auténtico, entre ellas: la informalidad de los instrumentos de planeación, la ausencia de mecanismos de control frente a la disposición y uso de suelo, la escasez en la financiación de proyectos productivos destinados a promover el desarrollo agrícola, el indebido aprovechamiento de los territorios como destinos ecoturísticos, el establecimiento de soluciones habitacionales para personas provenientes de otros contextos sociales sin un proceso de adaptación o familiarización con el nuevo entorno, entre otras.

Es increíble que en los mapas de Medellín, por ejemplo, los corregimientos aparezcan como zonas grises marginadas de las grandes concentraciones urbanas o como amplias zonas verdes que se asemejan a las selvas que se observan en fotos satelitales (al estilo de plataformas como google maps); como si fueran territorios inexplorados. Pareciera esta una de las razones para entender por qué los corregimientos son tratados como áreas que no le pertenecen a la ciudad.

A pesar de esto, me interesa destacar que los corregimientos gozan de una riqueza sin igual que contribuye con el desarrollo local. Por tal razón, creo que debemos promover la corregimentalidad, un término que he acuñado para suscitar una mirada reflexiva en torno a los corregimientos, orientada a corregir la mentalidad (los imaginarios) que existe respecto a ellos, a través de la movilización social, para que así el gobierno local y los medellinenses nos apropiemos y aprovechemos sus oportunidades de tipo ambiental, social, cultural, deportivo, etcétera.

Soy nacido en San Antonio de Prado. A este hermoso corregimiento, representado en sus entornos y sus gentes, debo lo que soy. Allí, como muchos otros niños, tuve la posibilidad de gozar de un ambiente sano en compañía de mi familia; como adolescente encontré en el escenario social y cultural mi pasión por la música y el liderazgo comunitario; y como joven, descubrí mi afinidad con el servicio público y mi vocación como actor político en los escenarios de participación. Por todo esto, soy testimonio de lo maravilloso que se gesta en el seno de los corregimientos.

Esta corregimentalidad nos debe hacer comprender que del área del municipio de Medellín, el 70% equivale a los cinco corregimientos (San Antonio de Prado, Altavista, Palmitas, San Cristóbal y Santa Elena). Ese territorio se constituye en un pulmón verde para la ciudad, en una fuente de agua valiosísima para el consumo humano y otros usos, en una oportunidad para el desarrollo agronómico, en una cuna para el florecimiento de manifestaciones sociales, artísticas y culturales, y en una óptima plataforma para el desarrollo de proyectos productivos innovadores que le den al municipio un diferencial importante frente a otras ciudades de Colombia.

En atención a lo anterior, uno de mis propósitos personales en el corto y mediano plazo es promover y fomentar la corregimentalidad en los escenarios de decisión y deliberación política, para que los habitantes de los corregimientos nos sintamos orgullosos de los territorios donde acontece nuestra cotidianidad y para que cooperemos con otros ciudadanos, buscando que Medellín sea esa ciudad de la que todos hacemos parte.

 

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