Petro y Trump: la guerra de los trinos

La tormenta diplomática que amenaza con romper la histórica alianza entre EE. UU. y Colombia y con afectar el mercado con aranceles exagerados

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octubre 20, 2025
Petro y Trump: la guerra de los trinos

Desde Nueva York

En un nuevo capítulo de tensiones diplomáticas, el presidente Gustavo Petro y el mandatario estadounidense Donald Trump se han enfrentado públicamente en una disputa que podría redefinir las relaciones entre Bogotá y Washington. El 19 de octubre, Trump calificó a Petro -sin aportar evidencia- de “líder del narcotráfico” y anunció la suspensión de la ayuda económica de Estados Unidos a Colombia.

Tras acusar al gobierno colombiano de fomentar la producción de drogas y no cooperar en la lucha contra el narcotráfico (AP News), echó a rodar también la especie, difundida por senadores republicanos como Lindsey Graham, de que habrá sanciones adicionales traducidas en aranceles impagables.

La raíz del conflicto está en una operación militar estadounidense en el Caribe, en la que un ataque destruyó una embarcación presuntamente vinculada al grupo guerrillero colombiano ELN, protegido según Washington por el cartel de los soles en Caracas, causando la muerte de tres personas. Según el Departamento de Guerra de EE.UU., se trataba de un golpe legítimo contra una red de narcotráfico. Sin embargo, Petro denunció que entre los fallecidos hay por lo menos un pescador inocente y acusó Donald Trump de violar la soberanía colombiana y cometer un asesinato extrajudicial. (Reuters) (The Guardian).

Los efectos de la confrontación han sido sublimados a través de las redes sociales, a las que ambos mandatarios son afectos, casi al punto de un uso compulsivo que relega todo el tiempo a los canales diplomáticos.

Desde la Casa Blanca, Trump defendió la acción militar y criticó el aumento en los cultivos de coca durante el gobierno de Petro. En un mensaje difundido por redes sociales, el mandatario aseguró que “no se enviarán más pagos a Colombia hasta que ese país deje de proteger a los carteles de la droga”. Petro respondió con dureza, afirmando que “Estados Unidos ha invadido nuestro territorio, ha disparado un misil contra un pescador humilde… es la patria de Bolívar, y están asesinando a sus hijos con bombas”. (Al Jazeera)

La crisis no surge de la nada. En enero de este mismo año, Washington ya había amenazado con sanciones por la negativa de Colombia a recibir vuelos de deportación con ciudadanos repatriados. Incluso se llegó a revocar la visa diplomática de Petro, un gesto que evidenció el enfriamiento progresivo de una alianza que durante décadas fue piedra angular de la política estadounidense en América Latina. (The Guardian)

Desde una perspectiva analítica, el conflicto podría tener consecuencias mucho más graves para Colombia que para Estados Unidos. En primer lugar, la suspensión de la ayuda económica afectaría directamente los programas de erradicación de cultivos ilícitos, inteligencia y estabilización rural, todos financiados parcialmente por Washington. Sin ese apoyo, el Estado colombiano perdería capacidad operativa frente a los grupos armados y las economías ilegales que aún controlan amplias zonas del país.

En segundo lugar, la estabilidad económica de Colombia podría resentirse. La cooperación estadounidense no solo financia programas de seguridad, sino también proyectos agrícolas, ambientales y de posconflicto. Una ruptura prolongada podría afectar la confianza de inversionistas extranjeros y de organismos internacionales que tradicionalmente siguen la línea de política exterior de Washington.

En tercer lugar, una confrontación abierta con Estados Unidos podría aislar diplomáticamente a Colombia en la región. Durante más de dos décadas, Bogotá fue el socio más confiable de Washington en Sudamérica, especialmente durante la era del Plan Colombia. Si ese papel se pierde, es posible que Petro busque nuevos aliados, quizás en China o Rusia, lo que podría provocar represalias comerciales o sanciones financieras por parte de Estados Unidos.

Por último, este choque podría tener un alto costo político interno. Los sectores opositores al gobierno aprovecharán el conflicto para reforzar la narrativa de que Petro está aislando al país y poniendo así en riesgo la cooperación internacional. Si la crisis se traduce en pérdida de empleos, reducción de programas sociales o aumento de la violencia, su ya mermada popularidad podría sufrir un golpe aún más significativo.

En definitiva, lo que comenzó como un intercambio verbal podría transformarse en una crisis estructural para Colombia. La relación entre ambos países ha estado marcada por cooperación y tensiones, pero nunca por una ruptura abierta. Hoy, los misiles lanzados en el Caribe no solo destruyeron una embarcación: también abrieron una grieta diplomática que amenaza con redefinir el equilibrio geopolítico de toda la región.

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