Cuando parecía que el año político colombiano se agotaba junto con el calendario, el Procurador General Alejandro Ordoñez lo dijo y lo hizo. En una polémica decisión no solo destituyó a Gustavo Petro de su cargo de alcalde de Bogotá, sino que lo inhabilitó por 15 años a ejercer la función pública, poniendo en jaque su futuro político. Lejos de acatar la resolución y luego del visceral discurso en Plaza Bolívar del día lunes, Petro dobla el envite y apuesta a capitalizar esta situación en su favor convocando a una tercera movilización popular para este viernes.
El lunes no fue precisamente el día más feliz en la historia política de Gustavo Petro. A partir de una amplia interpretación de los artículos 277 y 278 de la Constitución Nacional y dando lugar a 9 quejas presentadas contra el alcalde de la ciudad capital, el Procurador General de la Nación, culminó la investigación disciplinaria iniciada en enero pasado con la oficialización de su destitución e inhabilitación por la responsabilidad en las supuestas irregularidades que se sucedieron en torno a la implementación del nuevo sistema de aseo de Bogotá. Acusado, específicamente, de afectar de manera libre, consiente y voluntaria la libertad de empresa al haber estatizado un servicio público, sus horas al frente de la alcaldía capitalina estaban contadas.
“Crónica de una destitución anunciada” podría pensarse, parafraseando a García Márquez. No tanto entonces, por la existencia de argumentos claros que avalen una decisión guiada a todas luces por consideraciones ideológicas más que administrativas o judiciales, sino mas bien por los antecedentes del Procurador y su posicionamiento político. Adscrito al Partido Conservador desde su juventud, este funcionario critico del matrimonio homosexual y de los diálogos de paz con las Farc, ha aplicado sanciones disciplinarias sobre 1540 dirigentes políticos en solo su primer período al frente del Ministerio Público, y apenas comienza su segundo mandato. Desde su llegada a la Procuraduría, esta institución por primera vez empezó a utilizar de forma extendida el control disciplinario, lesionando gravemente los derechos políticos de una ciudadanía colombiana que elige representantes que son luego destituidos por un funcionario carente de legitimidad popular.
Sin embargo, estas dos situaciones, es decir, el carácter infundamentado de la destitución y la amplia oposición que genera Alejandro Ordoñez en su persona y facultades, son las que abren una grieta a través de la cual pueden filtrarse las posibilidades del ex guerrillero del M-19.
El presente y futuro político de Gustavo Petro está en una encrucijada. La disposición del procurador no solo frena su ascendente carrera política sino que la da por concluida. No obstante, criticada esa decisión por un amplio abanico político, investigada ahora esa investigación por la Fiscalía General, y con un importante apoyo popular en las calles, no todo está perdido para Petro.
Luego del encendido y pasional discurso del día lunes en el que convocó a la lucha pacífica por la democracia y la constitución del movimiento de los indignados de Colombia, así lo entendió. Y empezó a construir desde entonces una contraofensiva integral, que incluye un llamamiento al Presidente Santos a pronunciarse sobre la situación, contactos con el Fiscal General, recursos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y populares medidas de gobierno en lo relativo al futuro metro de la ciudad, subsidios al transporte y presupuesto educativo. Apuestas que, lo sabe Petro, necesitan de la presión que pueda ejercer una sociedad bogotana en estado de movilización permanente. La cual viene cumpliendo hasta el momento, y en número destacado.
En ese sentido, el martes se dieron cita frente al Palacio Liévano, profesores, estudiantes, artistas, defensores de derechos de los animales, votantes petristas y de los otros, por segundo día consecutivo. Y entre tantos individuos algunas agrupaciones, representadas por la CGT, sindicatos, Marcha Patriótica, barras de futbol, y claro, Progresistas y sus jóvenes.
Allí en medio de una cuidadosa puesta en escena, Gustavo Petro desarrolló esta nueva estrategia a través de un meditado discurso de futuro. “¿Quieren ver a Colombia? Esta es Colombia” dijo convirtiendo a la Bolívar en una plaza asamblearia, del poder constituyente movilizado en apoyo al poder constituido; ni uno ni otros, respetados por la decisión del Procurador. Gaitán, Allende y Chávez tuvieron sendas referencias en una alocución que apostó y pretende acercar a Colombia a los procesos de izquierda latinoamericanos, replicando sino la unidad del campo popular en torno a su destitución, por lo menos la de gran parte de este. Como su reacción, la plaza pasó del “Petro no se va” de la resistencia del lunes al “Petro Presidente” del martes.
A partir de esta semana, entonces, Gustavo Petro puede empezar a formar parte del pasado político colombiano. Pero también puede que no; que la decisión del Procurador se convierta en factor de impulso a su carrera política en caso de revertirse, o por lo menos, en factor articulador de los sectores populares colombianos frente a las elecciones del próximo año.
El futuro no está escrito. Es incierto, pero construido en base a decisiones…y movilizaciones, como la que se espera, inunde este viernes el centro de Bogotá.
