Peter, el teacher de básquet

Peter, el teacher de básquet

"No se sabe si recordarlo como el mejor instructor de baloncesto que tuvimos, el eximio profesor de inglés o lo buena persona que es". Un homenaje a un personaje de El Bagre

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
mayo 31, 2021
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Peter, el teacher de básquet

A estas alturas de la vida no me imagino lo que es celebrar un cumpleaños justo cuando apenas faltan unas cuantas horas para despedir el último mes del calendario, como supongo que sí lo sabe hacer el bien recordado profesor de inglés de mis años de bachillerato en El Bagre, Pedro Gordon Moreno, quien nació el lunes 30 de diciembre de 1957, cuando Zaragoza, su tierra natal, se mecía en una de esas bateas gigantescas que trajeron los chocoanos como única herramienta para hacerse un espacio en la tierra.

Cuentan que llegaron a las orillas del río Nechí en búsqueda del codiciado metal amarillo, que siempre despierta la avaricia en los seres humanos y que ha sido el origen y a la vez la tragedia de muchos pueblos que se fundaron alrededor del vellocino de oro, el mismo que Aarón construyó obligado por los hebreos ante la tardanza de su hermano mayor, Moisés, quien no resistió el llamado de Dios y se fue al monte Sinaí a recibir las famosas tablas de la Ley, que no eran otra cosa que los Diez Mandamientos. Así lo cuenta la Biblia en Deuteronomio 9:910 y en el Éxodo 31:18.

Desde la distancia, el educador recuerda que le tocó estar rodeado de bagreños quienes en aquella época tenían que ir a terminar sus estudios básicos a Zaragoza, porque en ese entonces en el corregimiento de El Bagre no había la oportunidad para acceder a un establecimiento educativo que ofreciera los tres últimos grados del bachillerato.

Pero también los padres de familia tenían sus propias razones para enviarlos al colegio de varones Santo Cristo, ya que era una de las instituciones mejor catalogadas en el departamento de Antioquia en la formación académica de sus bachilleres.

Esto le permitió que siendo muy niño pudiera observar la forma cómo los estudiantes bagreños, con apellidos como los Knight, los Corcho, los Machado, los Bello, los Madera, etc, se destacaban por ser los mejores deportistas y los mejores estudiantes de la Institución. Agrega que además de ser buenos futbolistas, también se dedicaban a la práctica del baloncesto y este hecho le llamó la atención, en especial cuando en su calidad de espectador veía los partidos y recuerda que el mejor jugador del colegio de aquel momento era Víctor Herrera Tovar, el hijo de doña Lola, de la dinastía de los Herrera Tovar. “Fue así como en los últimos años de la década de los 70 empecé a representar a mi municipio en los torneos Intermunicipales de Baloncesto”, me cuenta el profe con la nostalgia propia que despiertan aquellos años.

Cuando concluyó la secundaria le tocó, al igual que a muchos, emigrar a la ciudad de Medellín a estudiar Licenciatura en Idiomas y, una vez logrado aquel primer objetivo, a mediados del mes de abril de 1978, fue nombrado como profesor de inglés en el Liceo Departamental Mixto de El Bagre. El colegio en ese tiempo era regido por un grupo de monjas mexicanas de la Comunidad del Sagrado Corazón, motivo por el cual se sintió nadar en aguas extrañas debido a su condición de practicar el credo de los testigos de Jehová, lo que de paso lo dejaba como el único profesor no católico en aquella benemérita institución que se caracterizó por su formación laica.

Pese a sus primeras impresiones y a lo que muchos llevamos dentro, como son las ideas preconcebidas, no se cansa de repetir que aquellos años fueron los más fructíferos y deslumbrantes de su vida, porque en aquella población pudo ejercer con libertad su sagrado magisterio y desplegar su sabiduría sin ninguna cortapisa porque nadie lo vio como el mensajero de la iglesia de los Testigos de Jehová. En sus propias palabras, allí logró una compenetración extraordinaria con los estudiantes y “puedo decir, sin ambages, que fue la mejor época en mi vida como docente”, señala el educador.

Una vez radicado en El Bagre comenzó a promover la actividad del baloncesto entre los jóvenes, en un pueblo que solo respiraba fútbol por todos sus poros, con la firme esperanza de hacer despertar el ánimo de muchos de ellos en esta disciplina.

El tiempo, como siempre, le dio la razón y de aquellas primeras semillas que comenzó a sembrar, quizá apenas con la intención de mostrar el deporte de las canastas como una alternativa para quienes quisieran desertar del fútbol y fue tal el ánimo que despertó en los jóvenes, que una delegación de El Bagre llegó a ser campeón zonal nacional de Baloncesto en los Juegos Intercolegiados de 1982 y campeón Departamental en la categoría de mayores de los Juegos Departamentales en Rionegro en el año de 1988.

Hoy narra todo con la misma facilidad con la que dictaba sus clases de inglés bajo el sopor de los 36 grados a la sombra y dice que El Bagre ha sido tierra de excelsos deportistas, de manera que inculcar el baloncesto entre los jóvenes fue muy sencillo.

Dada su estrecha relación con la isla de San Andrés y con la ayuda de su colega Manuel Tovar Ruiz, a la sazón presidente de la Junta de Deportes, se trajo desde el archipiélago un par de buenos jugadores, cuyo objetivo era que los muchachos se contagiaran de la eximia técnica de aquellos enormes jugadores, donde estaban los mejores basquetbolistas del país, para que reforzaran al equipo masculino.

Efectivamente, aquellos jóvenes supieron captar la jugada de una manera rápida y se apropiaron de los fundamentos del Baloncesto y lo que antes era una simple cancha en la Escuela de Bijao, la misma de donde desalojaron al médico Fabián Palacio Zapata, pasó a ser el centro de los entrenamientos de las Selecciones masculina y femenina de El Bagre.

Y fue allí donde los niños más pequeños como Horacio Bermúdez, Eduardo Córdoba, Mao Ordoñez, Aníbal Navarro, Giovanni Romero, William Ortega, John Jaime Figueroa, Luis Fernando Castro, José Carlos Macoy y Rubén Darío Herrera Tovar, empezaron a practicar el baloncesto y a poner de su parte para quedar incluidos en el selecto grupo.

Esa sería la primera cuota para que en el año 1982 se pudiera conformar un buen equipo prejuvenil con estos muchachos y por primera vez el Liceo participaba en los Juegos Intercolegiados que para ese año tuvo como sede al municipio de Amalfi, donde vencieron a todos los equipos del Nordeste y de paso se clasificaron a la Final Departamental que tendría como anfitrión a Envigado, en el mismísimo corazón del Valle de Aburrá.

Allí le ganaron a todos a los que tuvieron en frente y la entonces Coldeportes, entidad que ya no existe, le asignó como nuevo rival al equipo de bachillerato de la Universidad Pontificia Bolivarianam que era el actual campeón de la rama, para dirimir el equipo que iría a representar a Antioquia en el Zonal Nacional.

Por supuesto que los jugadores de la UPB pensaron que el quinteto de El Bagre, por ser jugadores de pueblo, serían pan comido, especialmente porque el partido lo programaron precisamente en la cancha de la ciudadela del barrio Laureles, con su público a favor y enfrentándose a muchachos que por primera vez llegaban a jugar a la capital antioqueña.

Esa tarde nuestros jóvenes se inspiraron de tal suerte que vencieron al campeón de Medellín en su propio tablado.

Un mes después este quinteto representó a Antioquia y tuvo como rivales a los equipos de Caldas, Risaralda y Quindío. Fue así como por primera vez un equipo de El Bagre representaba a Antioquia en una final nacional que se jugó en Calarcá, Quindío, enfrentando a Ligas poderosas como las de Valle y Atlántico.

Los que la vivieron dicen que fue una experiencia maravillosa para los muchachos, si se tiene en cuenta que ese año de 1982 se convirtió en el de hacer la mayor cantidad de viajes para dejar en alto el baloncesto.

Toda la década de los 80s fue de mucha participación y triunfos en los diferentes zonales intercolegiados y de mayores que se jugaban, tanto en la rama femenina como en la masculina, clasificando sin ningún problema a todas las finales en los que participaron sin mayores inconvenientes.

El profe Pedro recuerda con mucha particularidad un zonal intercolegiado que se realizó en el municipio de Segovia, en el Nordeste antioqueño por allá por el año de 1984, con los equipos masculino y femenino y El Bagre terminó por vencer a todos sus rivales en los dos deportes que por entonces eran su ADN de mayor característica, el fútbol y el baloncesto. Basta recordar un partido en donde el equipo anfitrión, que contaba, como era lógico del respaldo de más de dos mil personas que atiborraron el coliseo, todas en contra de El Bagre, vieron caer en desgracia a los locales, en lo que hoy se pudiera describir como “sin siquiera despelucarse” de parte de los bagreños.

Y siguieron los triunfos y las participaciones de las mujeres y los hombres en finales Departamentales como en los municipios de Salgar, Envigado y particularmente la final más recordada en la categoría mayores cuando quedaron campeones en los Juegos de Rionegro en 1988, cuando vencieron en la final a la delegación de Frontino.

Y como no hay dicha completa, al año siguiente nuestro protagonista recibe una notificación de parte de la Secretaría de Educación de Antioquia, en donde se le informa su traslado a la ciudad de Medellín.

Se trataba de continuar su tarea como educador con especial énfasis en impulsar el crecimiento de los jóvenes en el Área Metropolitana y con ello le pone fin al trabajo como entrenador de baloncesto en El Bagre.

De eso hace 32 años, los mismos que nuestro municipio no ha podido clasificar a una Final Departamental en ninguna de sus categorías en baloncesto.

Es muy importante acotar que los éxitos del Liceo de El Bagre no solo se dieron en el campo deportivo, añade el profe, porque en ese mismo tiempo también se contribuyó en el campo de las ciencias al lograr primeros lugares en la Feria de la Ciencia en Medellín, una de las razones por las cuales se dio su traslado como educador al Valle de Aburrá a fin de trabajar mucho en el campo deportivo y en las ciencias.

“Ya en la década de los 90s me desempeñé como profesor en colegios públicos de Medellín y en el colegio privado bilingüe The Columbus School, en el Alto de las Palmas, un colegio internacional que me dio la oportunidad de recibir mayor capacitación en mi carrera docente en Savannah, Georgia, Estados Unidos”.

“Desde el año 2008 me encuentro retirado y pensionado del magisterio, pero estudiando mucho la disciplina del baloncesto”, de allí que todavía no descarta la posibilidad de volver y enseñar baloncesto a las nuevas generaciones del pueblo que lo vio crecer como docente.

Aunque en estos momentos no ejerce como entrenador siempre recuerda la generación dorada que floreció en El Bagre y que tantas glorias le dio y que puso en alto el deporte de este municipio, concluye con alegría, pero con un dejo de nostalgia el profe que uno a veces no sabe si recordarlo como el mejor instructor de baloncesto que tuvimos, el eximio profesor de inglés o lo buena persona que es.

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