Pellízcame, que creo estar soñando

Pellízcame, que creo estar soñando

Hubo una vez que un presidente negro que gobernó seis meses en los Estados Unidos de Colombia. No lo dejaron estar en el poder y lo borraron de la historia.

Por: German Peña Cordoba
agosto 01, 2022
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Pellízcame, que creo estar soñando

La derecha colombiana y sus añejas y obsoletas élites no son monjitas de la caridad, ni mucho menos seguidores y admiradores de la Madre Teresa de Calcuta. Hubo una vez, en los Estados Unidos de Colombia (etapa que antecedió a la República de Colombia), un presidente negro que gobernó seis meses. La historia es larga, aquí la toco superficialmente. Fue tal la perversidad y los odios de clase que sintió la godarria, que deliberadamente lo borraron de la historia.

Oficialmente no lo dejaron ocupar su lugar en ella y lo ocultaron hasta nuestros días. Se llamó Juan José Nieto Gil, un político y militar de la Costa Atlántica que gobernó tan solo seis meses. Su carrera militar y política fue larga, su mandato fue corto, fugaz; gobernó entre el 18 enero de 1861 a junio 25 del mismo año.

Los que siempre se han creído predestinados a gobernar eternamente por designios divinos y peor aún: convencidos que lo han hecho bien; con sus atávicos pensamientos que los cubre, sus odios insuperables que arrastran, sintieron el derecho a desaparecer a Nieto Gil de la historia.

La caterva, reaccionaria, decadente, retrograda y ultra goda, no permitió la impertinencia, de tener un negro disruptor en las altas esferas del poder. Había que desaparecerlo a como diera lugar y para tal efecto, su rastro debería esfumarse desde cualquier narrativa histórica, que pretendiera mencionarlo y posicionarlo.

Las añejas elites, tradicionalmente expertas en desaparición forzada se les facilito el hecho. Les daba vergüenza tener que reconocerlo y de manera deliberada lo ocultaron por décadas, en el sótano donde reposan los chécheres. Muchos años, no permitieron que su retrato ocupara un lugar en el escalafón de expresidentes de "la Casa de Nari".

Así, como un fantasma, Nieto Gil permaneció un largo tiempo. Después de siglo y medio y solo de la mano del expresidente Juan Manuel Santos, "Traidor de su Clase" (llamado así en los ultrasecretos conciliábulos del poder, por el hecho de haber buscado la paz) por fin, pudo Juan José Nieto Gil lograr el reconocimiento que lo acredita como exmandatario de todos los colombianos.

Los tiempos han cambiado de manera radical y hoy puedo decir: ¡Pellízcame que creo estar soñando!

Hoy, gracias al pésimo desgobierno de Iván Duque y las manifestaciones de descontento de la heroica juventud, se posesiona una vicepresidenta Negra: ¡pellízcame que quiero saber si lo que estamos viviendo es una realidad o es un sueño! Francia Márquez, vicepresidenta de Colombia. Una vice negra, en un país pluriétnico y multicultural; un país mestizo, indígena, mulato, negro, y con un reducidísimo núcleo blanco, localizado específicamente en Antioquia y el viejo Caldas extremadamente conservador y segregacionista.

¿Habrase visto tanta osadía de estos Nadies? Un embajador ante los Estados Unidos como el brillantísimo Luis Gilberto Murillo de Andagoya Chocó y educado en Rusia. Un cargo siempre destinado a las roscas elitistas predominantes.

¡Pero no te preocupes, hay más!

Un indígena vinculado al CRIC en la dirección de la oficina de restitución de tierras y una indígena wayu que no habla inglés nos representa ante la ONU. Tranquila godarria, no se incomoden: la falencia de no hablar inglés la suple la traducción simultánea.

Pero el saboteo histórico que le hicieron al expresidente Juan José Nieto Gil continua. En los hogares de antaño como al que yo pertenecía, la expresión "DEJAR LA OLLA RASPADA" no es extraña: el arroz se adhería en el fondo de la olla como sedimento graso y dejaba un delicioso "pegao" que todos lo disputábamos y ansiábamos.

Igual sucedía con las lentejas, las arvejas y los frijoles. Las madres siempre tan democráticas con los hijos, la mía, doña Hilia Córdoba de Peña, procedía a rifar del uno al diez la olla con el pegao. Raspar la Olla es llevar al límite cualquier actividad, en especial la económica, al buscar hasta el último peso para gastar.

Todo final de gobierno raspa la olla, pero este venal gobierno lo hace con mas ahínco y ardentía. Incluso lo hacen perversamente y con maldad incluida. Pretenden perturbar el mandato de quien llega. Así como a Juan José Gil le perturbaron el reconocimiento de su mandato, igual lo hacen con el gobierno Petro al dejarle comprometidos recursos que le dificultará muchas cosas por hacer.

Este execrable desgobierno deja una deuda externa más amplia, el déficit fiscal más robusto. Le lleno los bolsillos a los bancos y a empresarios amigos. Hizo exenciones por billones de pesos equivalentes a varias reformas tributarias. Es una total vergüenza lo que nos ha tocado presenciar. Mas sin embargo hasta el último minuto raspan la olla. ¡Fue el gobierno más corrupto de toda la historia!

La tradición nos muestra, que cada gobierno que llega es peor que el anterior y el que sale hace hasta lo imposible para que el que llegue le vaya mal. Creo, esta vez va a ser diferente.

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