De payasos y políticos quiero hablarle a Daniel Samper Ospina

De payasos y políticos quiero hablarle a Daniel Samper Ospina

"Resulta sumamente irónico que usted en sus vídeos y columnas le exija a los colombianos que respeten a los homosexuales, mientras los irrespeta a ellos tratándolos de cavernícolas e ignorantes"

Por: Jorge Luis Rodriguez Cortes
mayo 31, 2017
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De payasos y políticos quiero hablarle a Daniel Samper Ospina
Foto: El Espectador

¡Bravo Daniel, bravo! ¡El vídeo del payaso fue viral! Estoy seguro de que le consiguió unos cientos de seguidores más para su canal de Youtube, y le sacó una que otra carcajada a cualquier espectador desprevenido ¡Bravo Daniel!

Sin embargo, hoy quiero preguntarle algo: ¿es usted consciente de los demás efectos que tienen sus vídeos y columnas?

Usted ha sido un escandaloso promotor del acuerdo con las FARC bajo la premisa de que este nos traería paz y nos ayudaría al fin a construir una Colombia unida. En casi todos sus vídeos aboga abiertamente por los derechos de la comunidad LGBTI y se ufana de ser un hombre de mente abierta, que utiliza el humor para enseñar a los colombianos a respetar la diversidad y a aprender a vivir con ella en paz.

Todo esto suena muy bien y podría ser considerado una labor loable y hasta heroíca en una sociedad con unos índices de violencia tan alarmantes como la nuestra. Pero en realidad, los efectos que tienen sus vídeos son completamente opuestos a lo que usted asegura que quiere hacer.

En días en los que nuestro país vive una polarización tal que se puede percibir en cada taxi, peluquería, restaurante y esquina del territorio nacional, vídeos como los suyos solo sirven para acentuar dicha división y encrudecer el odio que hoy corroe nuestro desgarrado tejido social. Sus apuntes virulentos y peyorativos en contra de todo aquel que se considere uribista son metralla rosa que cercena con una efectividad que envidiaría cualquier arma de destrucción masiva la paz que usted dice defender. Sus humillaciones públicas a cualquiera que defienda el concepto tradicional de familia son balas que destruyen el cariño fraterno que deberíamos compartir entre hijos de una misma bandera, así pensemos diferente.

Y no me mal interprete Daniel, con estas líneas no pretendo defender los puntos de vista que acabé de mencionar, hoy solo quiero hacerle entender que esos debates, tan importantes para la vida nacional, deben darse con altura, con argumentos, sin odio en el corazón y sobre todo con respeto.

Resulta sumamente irónico que usted en sus vídeos y columnas le exija a los colombianos que respeten a los homosexuales, mientras los irrespeta a ellos tratándolos de cavernícolas e ignorantes. Todo, sencillamente porque, disienten con usted en algunos temas. Sea coherente Daniel.

Habiendo dicho eso, quiero volver al vídeo que me llevó a escribir esta carta: “El Tag del Payaso” donde nuevamente su mezquindad le hace un daño irreparable a nuestro país. En dicho vídeo usted dialoga con un reconocido comediante y entre sus preguntas y respuestas manda el mensaje de que es ser mejor payaso que político y que los políticos son seres despreciables que lo único que merecen recibir de la sociedad es repudio y malos tratos. ¡Bravo Daniel, Bravo! Con ese vídeo acaba de ayudar de una manera inigualable a esos políticos que, dice usted, detesta. Sí, a esos políticos como su tío... ¿Pero cómo? Se preguntará confundido cualquier lector inadvertido (Y aquí me dirijo a los terceros que se hayan tomado el tiempo de leer estas líneas, porque estoy seguro que Daniel Samper tiene muy claro cómo los está ayudando). Sencillo, al condenar, satanizar y ridiculizar abiertamente el ejercicio político, está alejando definitivamente a los jóvenes de la herramienta más efectiva para lograr un cambio en el país: la política. Dejando allí dentro únicamente a sus compinches los ñoños, los Besaile, los Samper, los Santos, los Gerlein, los Barreras, los Benedetti, los Nule y demás ralea que sin lugar a dudas merecen todos los adjetivos peyorativos que lengua castellana pueda poseer.

¡Contra ellos es la pelea, no contra la política! Es verdad que las cosas en la política nacional no van bien, pero la única manera de cambiarlas es haciendo que allí entren jóvenes con ideas innovadoras y ganas de trabajar por un mejor país, y eso jamás va a suceder si usted sigue destruyendo y ridiculizando a todo aquel que se involucre en ella. Si los jóvenes colombianos se quedan con sus chistes malos y su nariz roja, solamente criticando y burlándose desde fuera de todo aquel que intente hacer algo por su país ¿Quién va a cambiar las cosas Daniel? Ciertamente no va a ser usted ¿Entonces quién?

Al parecer nadie porque todos los jóvenes estarán muy ocupados riéndose mientras los politiqueros de siempre les siguen robando el futuro, si, esos politiqueros amigos suyos Daniel…

No siendo más el motivo de la presente me despido, no sin antes decirle que existimos jóvenes que estamos de acuerdo con que la política en este país va por muy mal camino, pero en vez de ponernos una nariz roja y burlarnos, decidimos amarrarnos las botas y salir a trabajar para cambiar este país con dedicación, con esfuerzo, con preparación y demás acciones que a lo largo de la historia han sido las únicas que han logrado cambiar su rumbo. Los chistes malos solo le sirven a bufones como usted para ganar seguidores en su canal de YouTube y, obviamente, para vender su libro.

Por último, les dejo a los jóvenes que leyeron esta misiva un fragmento de un discurso de Theodore Roosevelt que, considero, debe ser interiorizado por todo aquel que desee servirle a su patria:

“It is not the critic who counts; not the man who points out how the strong man stumbles, or where the doer of deeds could have done them better. The credit belongs to the man who is actually in the arena, whose face is marred by dust and sweat and blood; who strives valiantly; who errs, who comes short again and again, because there is no effort without error and shortcoming; but who does actually strive to do the deeds; who knows great enthusiasms, the great devotions; who spends himself in a worthy cause; who at the best knows in the end the triumph of high achievement, and who at the worst, if he fails, at least fails while daring greatly, so that his place shall never be with those cold and timid souls who neither know victory nor defeat”

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