Para morir solo hace falta estar vivo
Opinión

Para morir solo hace falta estar vivo

(y es aún más fácil morir si te enfermas en el Chocó)

Por:
diciembre 28, 2014
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Trinas.
Trinas con desespero.
Gritas con 140 caracteres.
¿Alguien ahí afuera te escucha?
¿Le importas a alguien ahí afuera?

Trinas.
Trinas como un pájaro enjaulado deseando libertad.
Pero lo que quieres es salud. Salud para tu madre.
Trinas hasta el cansancio sin agotarte porque intentas salvarla.
Te aferras a tus trinos en Twitter como el enfermero a la sirena de ambulancia.

Trinos 1

La situación hospitalaria en Quibdó es difícil, como tantas otras situaciones en ese lugar que podría llamarse olvido. Cercado por la indiferencia de unos y el robo continuado de otros resulta que la corrupción es una (otra) enfermedad terminal que tiene postrado históricamente al departamento. Intervención es una palabra —para seguir con el tono clínico— que continuamente se pronuncia a orillas del Atrato. Siempre está por aterrizar un avión con gentes traídas del interior del país que llegan con la intención de intervenir administrativamente alguna institución que aunque necesaria no resulta viable en las condiciones en que lo encuentran. Intervención dice el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y por eso EPM llega a orientar los servicios públicos de acueducto, alcantarillado y aseo por intermedio de Aguas del Atrato. Y lo primero que encuentras en su web es el Plan anticorrupción y de atención al ciudadano. Misma vía tomó la Lotería del Chocó tiempo atrás cuando fue intervenida por la Superintendencia Nacional de Salud porque durante tres años registró pérdidas, dejó de transferir recursos a la salud pero siguió ofreciendo premios en cada sorteo. Y así la lista de asuntos que suman destituciones, nombramientos, provisionalidades… Así la educación, así la administración pública, así la salud.

Trinas el 31 de enero pidiendo ayuda.
Trinas el 31 de enero pidiendo ayuda para trasladar a tu madre a otra ciudad.
Trinas el 31 de enero pidiendo ayuda al Ministro de Salud.

Trinas el 31 de enero, fotografías la situación del hospital donde es imposible no infectarse después de tres cirugías, dices. Un asunto ambulatorio se ha convertido en una sentencia de muerte por cuenta de la negligencia de la EPS Coomeva que atiende (¿atiende?) a  Rosa Cecilia Asprilla. Las fotos constatan que el hospital San Francisco de Asís está tan enfermo como tu madre. Los médicos te lo han dicho: en Quibdó ella no encontrará alivio. Mientras tanto del techo roto del hospital caen bichos al borde de la camilla de tu madre. Mientras tanto tocas la puerta de tres hospitales distintos en Medellín que dicen que no hay cama para recibir el traslado que intentas. Tu estás haciendo lo que debería hacer la EPS Coomeva. Sumado lo que deben las EPS a los hospitales en Colombia podrían construir el colegio, la sala de cine que no hay, el estadio que les prometieron, otra pista para el aeropuerto y un nuevo hospital en Quibdó. Por eso no te extraña que te digan que no hay cama para recibir a tu madre. Te duele.

Trino dos

No descansas, insistes. Cuentas tantas veces la misma historia “a mi mamá la operaron el 17 de enero, de la vesícula, una operación ambulatoria. Yendo a los controles posoperatorios descubrieron que estuvo mal hecho el procedimiento hecho por el doctor Armando Torregrosa y por no drenarla bien ella se infectó, tuvieron que hacerle una segunda operación por eso y dijeron que el jueves 30 a más tardar debía ser remitida a Medellín. La EPS no hizo nada y todo se siguió complicando, tanto que el 31 de enero debieron operarla por tercera vez. Vi a mi madre el sábado en la camilla de lo que en Quibdó es un quirófano, con una sábana naranja amarrada, casi inconsciente y sin poder hablar, sedada, triste, impotente (...)”

Trinas.
Trinas a @agaviriau ministro de Salud y Protección que tiene 53.000 seguidores.
Trinas, te llamas @fiamapaz y hoy después de tanto tienes 316 seguidores.

Alejandro Gaviria, el ministro, te contesta en la noche. Tu le mandas toda la información. Madrugas el día siguiente a pedir que no te olvide. Insistes. Escribes a la radio. La causa de Fiama Paz ya es causa colectiva y cincuenta personas están en el intervenido hospital San Francisco preguntando por doña  Rosa Cecilia Asprilla, tu mamá. Has tocado tosas las puertas que conoces: Defensoría del Pueblo, Secretaría de Salud, Procuraduría, todas… a tus 20 años de edad, hija única, recibes la respuesta del ministro: ha gestionado transporte y atención adecuada: a las tres de la tarde un avión ambulancia recogerá a doña Rosa para llevarla a Medellín, te avisa. Tu vuelas antes para recibirla, una tía vendrá con ella, llegas al Valle de Aburrá y corres a la misma IPS Universitaria que antes te había dicho que no había cama a esperar la llegada de tu madre. El vuelo anunciado para las tres partió de Quibdó luego de las 4:40 p. m.

Trinos 3

El vuelo es breve.
El vuelo es triste.
En el vuelo tu madre tiene un paro respiratorio, dos, tres veces. La reaniman los médicos que la acompañan. La presión, está tan delicada, ya se ve Medellín por la ventana, le dicen. Le piden que aguante. Otro paro. Ella se va. Los médicos intentan todo y no logran nada. Ella se fue. Ha muerto antes que el avión aterrice.

Mientras tanto tu esperas en el hospital.
La mala noticia llega más veloz que cualquier atención médica.
Lloras.
Lloro contigo.

Negligencia, corrupción y olvido dibujan muchas de  las cruces en el cementerio San José en Quibdó. Para morir sólo hace falta estar vivo. Y es aún más fácil morir si te enfermas en el Chocó.

@lluevelove

Fecha de publicación original: 9 de marzo de 2014

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