Para entender qué es Bielorrusia y qué pasa en ese país

Para entender qué es Bielorrusia y qué pasa en ese país

Lo que ocurre con Lukashenko puso a esta pequeña nación en el radar. Un egresado de la Universidad Estatal de Bielorrusia da luces sobre lo que allá sucede

Por: ALFREDO ANTONIO DE LEÓN MONSALVO
septiembre 07, 2020
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Para entender qué es Bielorrusia y qué pasa en ese país
Foto: Okras - CC BY-SA 4.0

Hoy Bielorrusia —pequeño país de 200.000 kilómetros cuadrados, enclavado en el oriente de Europa, y con límites con Rusia, Lituania, Polonia y Ucrania— es nombrado a menudo en diversos medios de comunicación. Y todo esto porque lo que algunos analistas han denominado “la última dictadura de Europa” se encuentra en crisis, producto de una presidencia que lleva 26 años en el poder en manos de Alexander Lukashenko, un nostálgico de la antigua Unión Soviética que se aferra al poder contra toda voluntad.

Los bielorrusos son de origen eslavo y cristianos ortodoxos. Bielorrusia significa Rusia blanca. En tiempos antiguos este territorio de inmensos bosques pantanosos estuvo habitado por mordvanos, ugrofineses y varegos o vikingos. Luego quedó supeditada al llamado Ducado de Lituania entre los siglos XIII y XV. Con el reinado de Iván III a finales del siglo XV entró a formar parte del imperio ruso hasta marzo 1918; pero ese año la joven república de los soviets, mediante el tratado soviético-alemán de Brest-Litovsk, la cedió por poco tiempo, hasta noviembre de 1918, cuando las tropas bolcheviques entraron y establecieron la República Socialista Soviética de Bielorrusia en enero de 1919. Finalmente, Bielorrusia declaró su independencia el 26 de agosto de 1991 con la caída de la Unión Soviética, iniciando un nuevo período de su historia que hoy es tambaleado por una juventud nacida después del socialismo.

En tiempos soviéticos Bielorrusia dio un inmenso salto industrial y social, ya que se edificó una fuerte y desarrollada industria automotriz alrededor de los tractores y camiones Bielaz, además de una industria liviana que hoy gira alrededor de artículos de uso y consumo para el hogar y el sector textil. Pero hoy como ayer, Bielorrusia depende del gas y el petróleo ruso, y se ha aprovechado de los bajos precios que Rusia le ofrece en este campo, ya que por su territorio pasa el gasoducto que surte a Europa Occidental del gas proveniente de Siberia.

En lo social, si algo sobresale en Bielorrusia es su mano de obra altamente calificada, producto de un sinnúmero de centros de educación superior de calidad, especialmente la Universidad Estatal de Bielorrusia, que de acuerdo al ranking internacional está entre las mejores 300 del mundo. Minsk, ciudad capital de Bielorrusia, cuenta actualmente con una población cercana a los 2 millones de habitantes, de los 9.5 millones de todo el país, y en dicha ciudad existen 23 centros especializados de educación superior, con 200 mil estudiantes, entre ellos muchos extranjeros, y donde en su tiempo pudimos estudiar cerca de 100 colombianos. De igual forma, Bielorrusia cuenta con una excelente infraestructura, tanto en energía, como vial y en comunicaciones. En Minsk hay una metro con tres líneas, algo insólito para una pequeña ciudad. Todo esto se complementa con un sistema social envidiable, donde la salud, la educación y el transporte, son gratuitos, lo cual se refleja con un índice de Gini de apenas 0,277 en 2017, de los más bajos del mundo, lo que la hace un país bien equitativo, al contrario de Colombia, que es de los más inequitativos. Aparte de esto, Bielorrusia es un país demasiado tranquilo y con baja delincuencia, al contrario de Rusia y el resto de ex repúblicas soviéticas, en donde la mafia domina amplios territorios.

¿Entonces, por qué de las revueltas hoy en Bielorrusia? Parte de las mismas hay que explicarlo desde el contexto de la juventud bielorrusa, aquella que no tienen ningún recuerdo de la Segunda Guerra Mundial, y que quieren cambiar sus vidas olvidando el pasado que hoy poco o nada les importa, ya que no quieren vivir de historias sino del presente. Pero quizás, me atrevería a decir, quieren ser europeos plenos, como sus similares de Europa Oriental, otrora países socialistas.

La juventud en todo sentido y época es propensa al cambio, y más cuando se adquiere conocimiento y se es altamente profesional y se hablan varios idiomas, como la mayoría de jóvenes bielorrusos. De pronto quieren más negocios, creen, y es posible, que el Estado ha estado presente a lo largo de sus vidas, y que llegó la hora de salir del cascarón, y de iniciar una nueva vida, pese a saber y no reconocer, que los polacos, un poco parecidos a los bielorrusos, son la mano de obra barata de Alemania. No les importa, ya que muchos jóvenes salieron de Bielorrusia en busca de mejor vida, de ahí una de las razones de la poca población de este país.

La juventud es en todas partes del mundo, y más en nuestros días, es la partera de los cambios del mundo globalizado mediante el fomento de la tecnología. La juventud dejó atrás a la otrora y hoy inexistente clase obrera, y al grito de cambiemos todo, aunque todo después siga igual, como sucedió en los países de la famosa Primavera Árabe, pide cambios a gritos, y más en Bielorrusia, donde grandes cambios no ha habido.

Esa juventud que hoy pide cambios en Bielorrusia se encontró con unas elecciones en las cuales un señor que lleva 26 años aferrado al poder hizo fraude en medio de una campaña electoral atemorizadora en la cual se encarcelaron a los serios oponentes, hasta el punto que sin darse cuenta, casi que de la nada, le salió al frente una joven mujer, Svetlana Tijanóvskaya, que a punta de mítines cortos, pero bien multiplicados en medio de apoyo de las redes sociales, lo confrontó, al parecer le ganó, y hoy lo acorrala desde el exterior, a donde le tocó irse ante las presiones del régimen.

Lukashenko, al igual que la dirigencia soviética de los años 70 y 80 del siglo XX, no logró entender en su momento que los tiempos cambian, y que los relevos de dirección son necesarios a fin de renovar la sociedad y el sistema dominante a mejores horizontes. Si algo tiene el capitalismo, y que no tuvo el socialismo, y menos Lukashenko, es no saberse renovar. A diferencia del capitalismo, que es un sistema que se renueva así mismo, el socialismo, y en este caso el poder omnímodo del bloque de poder de Lukashenko, no entendió que había que abrir espacios políticos, y por el contrario, se dedicaron a perseguir y encarcelar a quienes se le han opuesto, razón por lo cual hoy se encuentra en una sin salida.

Hoy Lukashenko se encuentra acorralado por una juventud en ebullición, y si bien ha sabido jugar hasta ahora con lealtades clientelistas en el plano interno, sobre todo con las Fuerzas Militares al estilo Nicolás Maduro, al tiempo que maniobraba, y aún maniobra entre los intereses geopolíticos de Rusia a la cual en su momento le propuso unir a los dos Estados en un sistema confederado, y los países de la OTAN, donde estos últimos quieren tomarse a Bielorrusia a fin de acercar su artillería nuclear y encerrar a Putin, se defiende tratando de contar con el sutil apoyo ruso. ¿Cómo lo hace y cómo trata que le salgan sus movimientos?

En mi entender no veo el final de Lukashenko tan cerca como algunos creen, ya que hasta ahora juega al desgaste de manifestaciones sin líderes definidos y sobre todo sin propuestas a futuro más allá de la salida a nuevas elecciones, pero sobre todo, se siente que ya Rusia comenzó a moverse con sigilo a fin de evitar un caos total que conlleve a que la Otan acerque sus misiles a Rusia desde plataformas bielorrusas, y sabe bien Putin, que con una Polonia bien pro occidental le basta y le sobra para permitir que lo que no pudo hacer Hitler se lo haga hoy Occidente mediante el motivo de cambiar a Lukashenko. Es por eso que el Oso Ruso con sigilo observa mientras le envía ayuda económica a Minsk, tratándole de decir a los manifestantes, “nosotros los rusos siempre hemos estado aquí, mientras Occidente nunca los ha tenido en cuenta a ustedes, y más que gas y petróleo, les hemos abiertos las puertas del mercado ruso”.

No en vano las manifestaciones en contra de Lukashenko han sido cautas en no promover un movimiento antirruso, saben y conocen que Rusia, más que un idioma el cual todos hablan a la perfección en la Rusia Blanca, es un gran mercado para la pequeña economía bielorrusa que por ahora no existe con Occidente, y que siglos de historia emparentados con Rusia no se podrán borrar de la noche a la mañana. Pero por otro lado, Rusia guarda cautela, ha entendido que una juventud que pide cambios pronto se le puede voltear en el imperio de Putin.

La ruleta rusa da vueltas en Bielorrusia, mientras la juventud bielorrusa no sabe si la dispara o la aleja con cautela.

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