En 1971 el presidente Nixon declaró que el abuso de las drogas era el principal problema de salud pública en EE. UU. Y en vez de “lavar los trapos en casa” buscando reducir la necesidad de consumo, Nixon decidió empezar una campaña mundial conocida como “la guerra contra las drogas”. Hoy, más de 40 años después, esta campaña no ha resuelto el problema si no que, al contrario, lo ha empeorado. El consumo de drogas sólo ha aumentado y el daño colateral en términos de corrupción, violencia y abusos es incalculable.
¿Cuál es el error de esta estrategia? Creer que eliminar las drogas elimina el problema. Es decir, creer que si no hay oferta, no habrá consumo. Gravísimo error. Por eso, todo el esfuerzo se ha dirigido a erradicar los cultivos de droga y a perseguir a productores y distribuidores. ¿Con qué resultado? Aumentar el precio de la droga y, por lo tanto, fortalecer a toda la cadena del narcotráfico.
El problema no es que haya drogas sino que haya personas que la quieran consumir, tristemente a cualquier precio, generando un negocio muy rentable pero muy dañino.
Le agradezco al papa Francisco que haya venido a Colombia y que haya compartido un mensaje de esperanza, inclusión y reconciliación. Muy bueno que durante su visita se hayan reducido los homicidios, como lo confirmó el alcalde Peñalosa, y que miles de colombianos hayan renovado su fe, pero no creo en la paz de un día. Esa es la paz de los medios y de los políticos, particularmente de los segundos que se aprovechan de la popularidad de un personaje para lavarse las manos y hacerse los Santos.
En este momento el problema no es la guerrilla.
Por ahora, los problemas de Colombia se reducen a dos:
corrupción y drogas
En este momento el problema no es la guerrilla. Ésta fue un problema y quién sabe si su nuevo partido político busque realmente construir un nuevo país o seguir destruyéndolo solo que por otros medios para convertir a Colombia en la próxima Venezuela. Ya veremos… por ahora, los problemas de Colombia se reducen a dos: corrupción y drogas. Hay muchos otros… una reforma tributaria y una injusticia que ahuyenta la inversión; una infraestructura obsoleta y pobre que afecta los costos de los productos colombianos; un sector salud quebrado que deja sin acceso a millones de colombianos…
En fin, la lista es larga, pero todos estos problemas tienen su origen en que los políticos están saqueando al país y que el negocio de las drogas, además de alimentar la corrupción, genera violencia, muertes, injusticia, rabia, venganza y miedo. La bendición del Papa poco cambia la deshonestidad de ministros, congresistas, jueces, gobernadores, alcaldes… políticos.
El papa poco puede hacer para reducir la corrupción, pero sí puede ayudarnos con la droga. Si él realmente quiere generar un verdadero cambio hacia la paz, no solo en Colombia sino en muchos otros países, deberá convertirse en un Embajador Mundial para acabar la insensata “lucha contra las drogas”.
Estimado papa Francisco, usted cuenta con el carisma y la credibilidad para convencer a los gobernantes de todos los países, principalmente los del “Primer Mundo” (lo que eso signifique), que el esfuerzo debe dirigirse a ayudar al ser humano, sin importar su raza, género o edad, a no buscar llenar los vacíos de su vida con drogas.
