País de risas o de tristezas
Opinión

País de risas o de tristezas

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diciembre 06, 2014
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Imagino que dentro de la literatura universal, debe existir un relato en donde las gentes salían a pasear en las tardes soleadas o los domingos de misa, y cuando se encontraban frente al castillo del rey, nadie podía aguantar la risa de todas las payasadas sin sentido que ahí se cometían, mientras el país se consumía en las mismas penurias. Y era el pueblo, circundando el castillo y tapándose la boca de tanta risotada.

Los tiempos han cambiado y ya las tardes soleadas es mejor pasarlas con un café y los domingos no vale la pena ir de paseo hasta el palacio de Nariño que queda bien lejos y sería viaje fallido ya que el presidente debe estar haciendo antesala ante cualquier señor de Oslo para cualquier merecido Premio Nobel.

¿Y para qué más risas?

Sobre un mismo asunto, ocurren tantas cosas a la vez que es mejor sentarse para poder asimilarlas, y para ello hacemos un resumen rápido y en pocas palabras de lo que acaba de acontecer.

Las Farc secuestran a un general. Una cosa es un campesino, un finquero, un soldado o policía, un turista y hasta un concejal. Llegados a casos extremos, digamos de un senador de la República, esos que lo pasan rico sin hacer un carajo valorable. Pero no, el secuestrado es un general, que según mi corto entender en asuntos militares, es lo más de lo más.

Lo secuestran en pantaloneta, en compañía de una abogada y de un cabo, y cuando al cabo de varios días son liberados, salen a relucir muchos datos que llaman la atención.

El general andaba en uno de esos pueblos olvidados de todo ayudando o cooperando en algo de temas de energía. La información fue tan sutil y vaga, que nada quedó claro, y viene la pregunta de rigor: ¿qué hace supuestamente un general de la república en asuntos tan extraños?

Y va en pantaloneta porque los uniformes no gustan a la gente. Eso dice.

El pueblo en donde anda es uno de esos sitios en donde mandan las Farc.

Y cuando lo liberan, el presidente lo único que ordena es que el general se defienda como pueda, allá él por irresponsable, y después de horas de charla (?) con el ministro de Defensa sale el general y, en una muy corta rueda de prensa sin preguntas, informa que fue sometido a malos tratos por parte de la guerrilla. Amarrado en las noches y sometido a paseos interminables a pie.

Y dice que se retira y nadie dice nada. Y con los días aparecen nuevas versiones que tratan de todo tan diferente.

De la abogada o el cabo nada se sabe.

Después de la payasada que causa risas a quien quiera reírse, Colombia sigue en sus giros sin rumbo y en donde se resaltan tres puntos.

Primero. Las conversaciones habaneras se reanudan el día diez u once o doce, ya se pondrán de acuerdo cuándo vuelven a las charlas.

Segundo: Blablablá Santos comienza otra vez a enredar la pita diciendo algo así como que el negocio de la droga de las Farc hace parte de su engranaje político y tal vez por eso es mejor no enjuiciarlos, a lo que el rezandero procurador pone el grito en el cielo, ¿dónde más?

Tercero: Uribe, (¿quién más?) invita por su Twitter (¿por dónde más?) a rebelarse contra el gobierno.

Puro teatro, todo es un puro teatro en donde los males mayores se desconocen y nada se dice de los dos soldados que a los pocos días de lo del general son liberados por las Farc y en donde en desgarradores relatos tratan sus días de cautiverio, de cómo los manipularon, cómo los iban a pasar a Venezuela, cómo dormían encadenados y cómo fue asesinado otro soldado compañero de ellos. Y casos como este: cientos, así como deben ser miles los pueblos olvidados del Estado omnipresente, como Las Mercedes.

… y hablando de…

Hablando de alcaldes geniales, agrada mucho saber que el alcalde Petro considera que no hay caos en la seguridad bogotana. Si a eso le sumamos que él piensa que el tema de basuras es una belleza y que los buses del Sitp son un ejemplo para el mundo, pues nada que decir. Claro que me imagino que dentro de una Toyota con treinta guardaespaldas no hay que quejarse mucho de la inseguridad.

Y hablando de dictaduras, sí hay que decir mucho de Venezuela. Los líderes opositores son enjuiciados por cometer actos terroristas, cuando se han limitado a elevar su voz de protesta.

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