Padre godo, padre mamerto

Padre godo, padre mamerto

Tan diferentes eran que parecía un chiste: mientras uno le enseñaba valores a su hijo, el otro lo corrompía y lo llevaba por el mal camino

Por: Dario Hidalgo
enero 06, 2019
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Padre godo, padre mamerto

Ambos padres se decían cristianos, mas el padre godo siempre decía que Dios por encima de cualquier cosa, iba a misa sagradamente todos los domingos y su fe era la única que respetaba. Padre mamerto en cambio enseñaba a su hijo los principios del nuevo testamento y la vida de Jesús, amaba a Dios sobre todas las cosas, pero respetaba a quienes tuvieran una fe distinta, incluso a quienes no la tenían.

Padre mamerto siempre habló de principios y, a pesar de ser tolerante, aconsejó no relacionarse económicamente con personas de dudosa reputación.

Padre godo, en cambio, dividía al mundo en dos grupos: los poderosos y los don nadie. A los primeros aceptaba y lamboneaba, ya fuera godos, liberales o comunistas, maricas o don juanes, católicos, ateos o protestantes. Con los segundos, en cambio, era selectivo y se relacionaba únicamente con los que compartían su moral.

Cuando el hijo de padre mamerto llegó llorando porque un compañero del colegio lo había acosado, padre mamerto le enseñó mil formas de evitar que eso siguiera sucediendo sin utilizar la violencia. Le pasó lo mismo al hijo del godo, pero su padre sin pensarlo dos veces le volteó el mascadero y le dijo “mirá a ver huevón si no te hacés respetar”.

Padre mamerto enseñó a su hijo a ser solidario, compartir con el vecino incluso lo que era escaso, también sacrificaba su tiempo por ayudar a los demás. Mientras tanto, padre godo siempre daba limosna en la iglesia y en las fechas especiales el cura lo nombraba como un gran benefactor, en navidades hacia pomposos eventos para regalar los juguetes que sus hijos ya no usaban, siempre haciéndose tomar una foto y haciéndole saber a la comunidad lo generoso que era.

Padre mamerto hacía fila, padre godo se colaba. Padre mamerto saludaba a todo mundo, padre godo solo a los patrones.

Padre godo se quejaba de la corrupción y enseñó a su hijo que también fuera corrupto porque “ladrón que roba a ladrón tiene mil años de perdón”. En cambio, padre mamerto exigió siempre integridad y le hizo caer en cuenta a su hijo que robarle al estado es robar a todos los ciudadanos sin distinción.

Padre godo le recalcó a su hijo "haga plata, mijo. Si puede, honradamente, pero si no… haga plata, mijo".

Padre mamerto le enseñó el valor del dinero, cómo cuidarlo, invertirlo y ganárselo practicando el oficio que más le guste en la vida.

Padre mamerto crió a un hijo respetable que triunfó en el fútbol, era un gran defensa, un ídolo en el mejor equipo de Colombia y en la Selección lo llamaban el caballero de las canchas porque era una gran persona en todo el sentido de la palabra. La Selección Colombia participó en el mundial de fútbol pero no tuvo el desempeño que se esperaba y fue eliminada en la primera ronda, con tan mala suerte para el hijo del padre mamerto que hizo un gol en su propio arco.

Padre godo crió a su hijo a su imagen y semejanza, quien siguió el ejemplo a la perfección y esto le sirvió para hacer dinero rápidamente, mezclando cuidadosamente negocios lícitos con los ilícitos. Se hizo amigo de los más poderosos de su región y se había hecho a pulso un lugar dentro de la elite paisa.

Días después de terminado el mundial de fútbol ambos hijos se encontraron en una discoteca, fiel a su estilo, el hijo del padre godo no dudo en matonear al hijo del padre mamerto por el autogol del mundial. El hijo del padre mamerto guardó la compostura y de buena forma exigió respeto. Dichas buenas formas le valieron madres a don hijo de padre godo y lo sentenció con el grito de guerra típico de los hijos de padres godos: ¿usted no sabe quién soy yo hijueputa?”. En seguida, el matón que tenía como chofer: pam, pam, pam, pam, pam, pam. Le aplicó al jugador la pena de muerte.

Hoy en día el hijo de padre godo es un respetable empresario antioqueño, la sociedad olvidó su travesura y cuando sale bien librado por la justicia de otra de sus pilatunas, los medios de comunicación lo llaman cariñosamente “el caballista”.

Triste decirlo, pero al padre mamerto le faltó enseñarle algo a su hijo: emigra a un país civilizado, en Colombia si en el camino te le atraviesas a un hijo de padre godo, terminarás lastimado.

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