Otty Patiño y José Félix Lafaurie en los diálogos con el ELN
Opinión

Otty Patiño y José Félix Lafaurie en los diálogos con el ELN

Un acierto la designación de Otty como coordinador de la delegación, una audacia política la designación de Lafaurie como delegado, y la aceptación de este

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noviembre 20, 2022
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Ya no es hora de andar preguntándonos si debe haber o no proceso de paz con el ELN. Lo pertinente, realista y sincero es preguntarnos si queremos que ese proceso de paz prospere o fracase.

Con todas las letras me cuento entre quienes queremos que esos diálogos sean exitosos.

Las dudas que rondan el ambiente son grandes y más que comprensibles. Amplios sectores de la población albergan serias dudas respecto de la viabilidad de algún proceso de paz en las actuales circunstancias políticas y económicas, dudas sobre la voluntad de paz del ELN, dudas sobre lo que puedan pesar los intereses del gobierno venezolano, dudas sobre el planteamiento de Paz Total del gobierno, dudas sobre lo que puedan pesar contra un proceso de paz los grados de corrupción e ilegitimidad a las que han llegado los partidos políticos.

Yo espero que el proceso de paz con el ELN termine produciendo paz y no más violencia y dolor. Así de simple. Sé lo que eso significaría para extensos territorios adonde viene expandiéndose ese conflicto a lo largo de décadas enteras. Sé lo que podría significar como avance en la histórica búsqueda de la paz de Colombia. Sé lo que podrían aportarle a la democracia colombiana si lo hacen bien y lo hacen con sentido democrático.

Por eso me parece un acierto del presidente Petro la designación de Otty Patiño como coordinador de la delegación gubernamental.

Primero porque Otty sabe del tema. Otty es un experto en temas de paz porque los ha vivido y los ha estudiado con un rigor excepcional. Otty fue uno de los jefes principales del M-19 y siempre su voz era escuchada con mucha atención por la característica de que tiene una inteligencia muy creativa y muy original. Siempre sale con una mirada distinta y lúcida de las cosas y es un hombre maduro y serio.

Otty tiene dos cualidades que son imprescindibles a la hora de concebir un proceso de paz bien hecho: es un demócrata y es un hombre con fuerte sentido moral. Se puede creer en su palabra. Cuando digo que es muy importante su condición de demócrata lo hago porque estoy convencido de que el eje rector de la paz para Colombia es la democracia. Si el tejido de soluciones y acuerdos que vayan tejiéndose en un proceso de paz no coinciden con el sentido democrático que inspira a la nacionalidad colombiana, entonces dichos acuerdos terminan sembrando más división y caos que paz y reconciliación. Otty es, a carta cabal, un hombre de la Constitución del 91, lo cual lo convierte en merecedor de la confianza y la representación de las grandes mayorías democráticas de la nación en la mesa de negociación.

No había terminado de asimilar, en el buen sentido de la palabra, la designación de Otty, cuando me sorprendió la audacia de Petro al proponerle a José Félix Lafaurie que formara parte de la delegación del gobierno, y me sorprendió también, la audacia con que José Félix le aceptó la propuesta. La audacia es una virtud política. La paz necesita audacia.

Me gusta la audacia de Petro y de Lafaurie porque rompe las antilógicas de la polarización política de izquierdas y derechas que tanto ha empobrecido el debate público y tanto ha aumentado la irracionalidad y las broncas atávicas de la sociedad colombiana.

José Félix tiene, también, una serie de cualidades que lo convierten en un magnífico protagonista de un proceso de paz con el ELN. Es un hombre brillante y formado. Es un líder gremial valiente y sale a defender con mucho carácter y madurez la dignidad y los intereses del sector social que representa. Además él es, individualmente, un líder nacional reconocido por un amplio espectro de la sociedad colombiana.

Y también José Félix es un demócrata y un hombre con sentido de la palabra. José Félix sabe decir no cuando decir “no” es difícil y también sabe de sí cuando decir “sí” es difícil. Con este “sí” que le acaba de dar al presidente Petro, Lafaurie lo está demostrando.

Ni más faltaba que los ganaderos no pudieran sentarse en un proceso de paz después de haber sido el sector económico más victimizado por el conflicto armado. Ni más faltaba que sus razones no fueran escuchadas en las discusiones de paz de las regiones. Ni más faltaba que la experiencia valiosa de un hombre como Lafaurie no tuviera cabida en la construcción de un proceso de paz de nuestro país.

Conozco al ELN desde hace muchos años. Nos conocimos con Gabino en 1985 una tarde que llegó a visitarme a un hospital de la Habana adonde me recuperaba de las heridas de un atentado que sufrimos en Cali, y él iba de paso a un curso militar en Viet Nam. Han pasado 37 años desde entonces. También conozco a Antonio García y a Pablo Beltrán. Hace muchos años compartimos un mismo campamento en la selva durante más de seis meses. Aunque no hablamos desde hace más de veinte años pienso que conozco aspectos de su pensamiento y de su carácter.

El primer y gran error que no puede cometerse es confundir al ELN con las Farc. Son, literalmente, como el agua y el aceite. Comenzando porque las Farc se especializaron en nunca decir una verdad. Las Farc son una organización genéticamente mentirosa, se formaron pensando que la guerra les daba el derecho de engañar al “enemigo” y por esa vía terminaron creyendo que podían vivir engañando y mintiéndole a todo el mundo. El ELN es distinto. El ELN dice lo que piensa y discute con su verdadero parecer de las cosas, independientemente de que estén en contravía de quien sea. En ese orden de ideas, el diálogo con el ELN cobra otro valor.

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El nivel intelectual de Antonio García y de Pablo Beltrán son muy superiores al que tuvimos que ver en las mesas con las Farc

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El diálogo, el ejercicio de dialogar, va a tener una importancia inmensa en la negociación con el ELN. De hecho, el nivel intelectual de Antonio García y de Pablo Beltrán son muy superiores al que tuvimos que ver en las mesas con las Farc. Para ser más precisos, no exagero si digo que los niveles intelectuales de todos los jefes de las Farc, sumados, no les llegan ni a los tobillos de estos dos jefes del ELN. Estoy seguro de que las discusiones de esa mesa van a ser muy exigentes.

Por eso resulta tan importante que el presidente Petro haya incorporado en la delegación negociadora a dos personas de las calidades de Otty Patiño y de José Félix Lafaurie.

No me cabe la menor duda de que harán hasta lo imposible por construir un proceso del tamaño de la paz de Colombia.

 

 

 

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