Otros 'polvitos'

Otros 'polvitos'

El sexo no tendría por qué ser tabú en la Iglesia católica, más bien debería permitirse como una sana terapia para liberar energías, algo que tanta falta le hace a la institución

Por: Iván Antonio Jurado Cortés
enero 09, 2019
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Otros 'polvitos'
Foto: Pixabay

A propósito de polvos, los que la gente mucho disfrutó en los recientes carnavales de negros y blancos celebrados en el sur del país, existen otros ‘polvitos’ que solapadamente la sociedad colombiana se los goza permanentemente. Entre dichos y refranes, una buena eyaculada es considerada un excelente ‘polvo’ o ‘polvazo’, actitud regocijante para sus protagonistas. Lastimosamente la función fisiológica mayor practicada en la vida del ser humano como el coito, sigue siendo un farisaico tabú que carcome progresivamente la mente de los facultados.

Así como ingerir alimentos es una real necesidad para la supervivencia, las relaciones sexuales también lo son, entendiéndose como la única manera para la proyección de la vida. A diferencia del resto de los seres vivos, el sexo en los humanos por irresponsabilidad de los mismos se ha convertido en un irónico misterio, que por evitar la estigmatización, este comportamiento se encuentra expuesto a grandes riesgos que pueden afectar la propia vida.

Investigaciones científicas realizadas en distintas épocas y países, concluyen la importancia de copular, entendiéndose como una terapia natural en pro del mejoramiento del sistema cardiovascular. Los mismos estudios expresan que es de las pocas actividades físicas donde la persona quema gran cantidad de calorías y elimina toxinas, algo necesario para un excelente desempeño anatómico. Además de convertirse en el ejercicio más placentero y deseado por cualquier racional.

Por designios ‘cristianos’, tanto monjas como curas, ante los ojos devoradores de la misma secta se han abstenido aparentemente de una necesidad natural tan importante para la armonización y equilibrio metabólico del cuerpo. Sin embargo, según recientes investigaciones, uno de los mayores riesgos que actualmente ostenta la religión católica a nivel mundial es la desertación de sus pastores, siendo la abstinencia sexual la principal causa.

Es común escuchar casos de pedofilia, homosexualismo y accesos carnales violentos, por parte de líderes religiosos, lo mismo que la ridícula justicia para castigar a los infractores. Desde hace siglos en nombre de los dogmas religiosos se han venido cometiendo atroces crímenes, conllevando a través del tiempo a la formación de actitudes anacrónicas, generando retrocesos en el comportamiento de la sociedad.

Se dice que alrededor del 70% de los dirigentes católicos son cuestionados por actitudes mojigatas en contra de su propia necesidad. La única manera de comprender como este procedimiento ha permanecido figuradamente en la historia eclesiástica es por la sutil hipocresía tanto de la institucionalidad evangelista como de sus congregados.

La presión de las sociedades modernas ha contribuido, aunque de manera lenta, para que estos vetos vayan desenmascarándose, quedando al descubierto la realidad del sentimiento humano. Hoy no es raro observar sacerdotes con hijos o monjas en iguales condiciones. Cada vez este fenómeno estigmatizado por la ultraderecha conservadora, es más común, hasta el punto de formularse con carácter de urgencia propuestas formales ante el alto clero.

Indudablemente de aprobarse que los curas puedan tener pareja, automáticamente disminuiría tanta crueldad interna, que martiriza constantemente a estos subyugados espirituales, y de paso, evitar ‘polvitos’ solapados, que en este caso particular no son tan disfrutados, al contrario muy criticado y arriesgado. Aunque el papa Francisco ha intentado incluir en su dirección cristiana algunas propuestas liberales, esta, la de que los curas puedan tener pareja aún sigue siendo todo un misterio.

Pese que el tema ya no es novedad en Europa, en Latinoamérica sigue siendo vetado, sin importar la podredumbre que allí se guarde, conllevando a consecuencias letales contra una sociedad que coadyuva hipócritamente para que los sacerdotes y monjas sigan siendo pedófilos por naturaleza.

Los ‘polvitos’ no deben interpretarse como un tabú, al contrario, deberían permitirse como una sana terapia para liberar energías, algo que tanta falta le hace a la Iglesia católica, para que por primera se enfoque por un sendero de verdaderos principios morales y éticos. El Vaticano seguirá en deuda hasta que tome la progresista decisión de abrirse paso a solventar las necesidades contemporáneas.

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