Otros modos de lo metropolitano: la consulta del suroccidente
Opinión

Otros modos de lo metropolitano: la consulta del suroccidente

Se inicia una agencia metropolitana con solo tres municipios, mientras la mayoría del área conurbana se niega a entrar en esta asociatividad. Lo que dejó la consulta

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noviembre 29, 2024
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Se realizó el pasado 24 de noviembre la consulta ciudadana para establecer el área metropolitana del suroccidente colombiano, en la cual se preguntó a la población en siete municipios si estarían dispuestos a asociarse para generar respuestas comunes a la creciente dinámica de conurbación. El resultado concreto es que cuatro municipios, Dagua, Palmira, Candelaria, y Villa Rica, han dicho que no; Cali, Jamundí y Puerto Tejada han dado una decisión positiva. Más allá de la precaria votación, sucede que ahora se inicia una agencia metropolitana con escasos tres municipios, mientras la mayoría del área conurbana se niega a entrar en este tipo de asociatividad. En ese contexto, es necesario extraer aprendizajes respecto de la reciente consulta para lo que viene; al respecto apenas se van escuchando diversas opiniones que habrá que dejar sedimentar como balances y horizontes; veamos algunas de las valoraciones más comunes antes de proponer algunas lecciones.

Hay quienes afirman que el ejercicio del pasado domingo permitió avanzar parcialmente en la construcción de una herramienta que permitirá mostrar las virtudes de este tipo de asociatividad, en términos de organizar los primeros linderos en el Sur del Valle y el Norte del Cauca con iniciativas y proyectos de beneficio común; tocará estar atentos a las agendas que protocoliza este nuevo hecho de asociación de tres municipios; la inquietud que perdura es ¿sobre cuáles hechos metropolitanos se trabajará y hacia dónde irán esas iniciativas? Hay por otro lado, sectores que afirman que el experimento no salió tan bien, cuestionan la legitimidad de la consulta dadas tan bajas votaciones que llegan escasamente al siete por ciento del censo electoral en el caso de la ciudad de Cali y observan además que lo que podrá hacerse no tiene los alcances asociativos deseables. Hay también ciudadanías que sienten que la consulta nunca estuvo clara y que sus resultados quedaron en el limbo, en la medida en que no están todos los municipios invitados y las agendas no están legibles respecto a sus posibles realizaciones y consecuencias.

En ese contexto de debate ciudadano, vale la pena entonces preguntarse qué aprendimos de la experiencia de la consulta, quizás en términos de reconocer que asistimos a un fenómeno de aglomeración metropolitana, con hechos complejos y disímiles que pueden y deben ser definidos en diálogo y en asociatividad, pero eso sí mediados por una conversación más amplia con las ciudadanías, sin dejar que el proceso se reduzca reuniones en oficinas y salas de hotel, de mucha pava, guayabera, PowerPoint y publicaciones de ocasión, en las cuales no se invita ni escucha a las fuerzas vivas de los territorios, en términos de reconocer sus necesidades, problemas y propuestas; la consulta se hizo, pero a partir de cotos de pensamiento cerrado que convocan en torno a sus propios intereses.

Es importante entonces pensar las situaciones y agendas que se van dando en la clave metropolitana, reconociendo que lo urbano y su articulación con los territorios, especialmente con los tejidos rurales, no se resuelve con una hegemonía de urbanización desmedida, desconociendo que entre los síntomas de la actual crisis del modelo civilizatorio, están los procesos de aglomeración urbana con sus cargas contaminantes, sus desbalances energéticos y sus desigualdades socio económicas. Dirán que precisamente para resolver esos problemas está pensada la AMSO y muchas voces responderían que esos asuntos no se agotan en palabras expertas, un cálculos político electorales o en intereses económicos corporativos; eso lo saben, lo viven, lo sufren  las gentes y están demandando participar en los términos de la construcción de propuestas desde otras maneras de habitar la ciudad y la ruralidad.


Tocará insistir en que no se trata de reducir las alternativas a atrapar municipios y sus poblaciones en la lógica de un desarrollo convencional que ya fracasó


Tocará insistir en que no se trata de reducir las alternativas a atrapar municipios y sus poblaciones en la lógica de un desarrollo convencional que ya fracasó, del extractivismo y el monocultivo agroindustrial que seca las fuentes de agua, de los planes de vivienda que ahogan en deudas a cientos de familias, de la concentración urbana desordenada y segmentada socialmente, cercada por gestos de insolidaridad. No se trata de generar cualquier institucionalidad cerrada en sí misma, de una apuesta sin relieve social, sin especificidad de diseños ciudadanos; lastimosamente cuando en este caso se revisan las propuestas incipientes lo que se encuentra es más de lo mismo, más hierro, más cemento, más mega obras lejanas de la vida de los territorios y sus poblaciones.

Para avanzar en un camino más esperanzador se requieren encuentros en la diferencia para re imaginar el territorio, para generar protección de la vida. Esclaro que se necesita la prospectiva pero con participación ciudadana amplia, se demanda generar herramientas de gerencia pública pero con transparencia e incidencia ciudadana, por supuesto que debemos explorar  lo asociativo, pero con diálogo pedagógico, con la presencia de la diversidad de actores sociales, con conversación mediada por la investigación y el conocimiento empírico actualizado. Necesitamos avanzar con iniciativas interterritoriales que pongan al centro las ciudadanías para afrontar democráticamente los grandes problemas de la aglomeración urbana; eso si, con mayor solvencia de lo que nos están proponiendo algunos sectores.

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