¡Ojo con lo que queremos!
Opinión

¡Ojo con lo que queremos!

Hay quienes esperaban la desaparición y el delito del Paisa para sacar pecho (¡Si vio!) y quienes desean profundizar una crisis económica para cobrar en las urnas. Alerta con ellos

Por:
noviembre 12, 2017
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Cuando se supo que alias El Paisa había salido de la zona veredal de Miravalle, y que nadie daba información sobre su paradero, se prendieron las alarmas en el país.  El tema sin duda es importante y sensible.  Este exguerrillero fue responsable de algunos de los más sangrientos episodios de nuestro conflicto armado: el bombazo del Club El Nogal; las masacre de concejales de Rivera, Huila y Puerto Rico, Caquetá; múltiples “pescas milagrosas” y secuestros como los del Edificio Miraflores en Neiva y el del los Diputados del Valle y atentados contra el expresidente Uribe, entre otros.  Hernán Darío Velásquez Saldarriaga conoce perfectamente los negocios del narcotráfico y las armas (fue capturado en 1989 con un cargamento de más de 1000 fusiles y 250 morteros)  y se mueve como pez en el agua en las zonas donde aun hay mucha coca y poco Estado.

Alias el Paisa volvió a la zona veredal un día después entre versiones variadas y contradictorias.  Temas de seguridad, la revisión de un sendero ecológico, una fallida deserción para armar disidencia propia y una fuga abortada por una nueva orden de captura por delitos de testaferrato y lavado de activos cometidos después de firmado el acuerdo fueron algunas de las explicaciones que se dieron para la fugaz desaparición.  Aún no está claro que pasó y las autoridades deben esclarecer el tema pero el Paisa está otra vez bajo la sombrilla del acuerdo.

Frente al incidente me impactó la reacción por redes de algunos críticos del proceso.   En primer lugar, hubo una especie de revuelo compartido que aparentemente se presentaba como indignación.  No obstante, al analizar los mensajes, el tono y los emisores quedaba claro que, bajo la fachada de indignación, realmente había un alto grado de satisfacción.  La desaparición de este peligroso exguerrillero era la prueba reina de algo que venían afirmando desde hace años.  “El proceso es una farsa y esta gente hace lo que quiere”.  Tener al Paisa desarmado y desmovilizado en un lugar conocido, como parte de un proceso en el cual necesariamente tendrá que cumplir con exigencias de no repetición y en el que tiene que pasar por la JEP, contando todo lo que hizo y reparando sus víctimas, no es bueno para los críticos del proceso porque demuestra que, a pesar de los retos, este avanza y el monstruo, responsable de todos nuestros males, no está por ahí suelto haciéndonos daño.

 

 Al analizar los mensajes, el tono y los emisores quedaba claro que,
bajo la fachada de indignación,
realmente había un alto grado de satisfacción

 

Frente a la reacción por el suceso me aventuro a decir que algunos energúmenos, nunca una mayoría, pero desafortunadamente muchos más de los que uno cree, hacían fuerza porque rápidamente se pudiera constatar que el Paisa no solo había desaparecido, sino que estaba otra vez delinquiendo.  Su foto posando armado hasta los dientes; una grabación en la que ordenara un envío de cocaína e incluso (¡Ay país!) una noticia sobre un secuestro o un asesinato, les otorgaría la posibilidad de decir:  “¡Si vio! Esa gente nunca cambia.”

Hemos llegado a un punto en el que tener la razón, demostrar la pericia propia y la ineptitud o la maldad ajena y ganar las próximas elecciones es más importante que cualquier otra cosa. Ni la verdad ni la decencia ni la prudencia ni el respeto se interponen en el plan trazado por algunos para constatar o propiciar la catástrofe y avanzar en su proyecto.

 

Escuchar a un expresidente de la República en foros internacionales
invitando a los empresarios extranjeros y a los demás Estados
a no invertir en el país...

 

Escuchar a un expresidente de la República en foros internacionales invitando a los empresarios extranjeros y a los demás Estados a no invertir en el país (en medio de una economía desacelerada. ¿En serio?);  constatar que los debates parlamentarios que apuntan al desarrollo de los acuerdos y a la construcción de paz se mueren por falta de quorum (quorum que nunca falló cuando había mermelada) y sorprenderse al oír a gente “formada y respetable” decir sin sonrojarse que hay que aprovechar que las Farc están desarmadas para capturarlos y aplicarles la justicia ordinaria son todos síntomas claros de que se ha ido diluyendo el tejido básico que nos une y nos permite compartir este tiempo y este espacio.  Para ponerlo en los términos del  filósofo norteamericano John Rawls: se nos está resquebrajando el consenso entrecruzado sobre el cual debemos ejercer nuestra diferencia y mediante el cual se asegura la estabilidad del sistema.

Quienes creemos en el Estado de Derecho, la institucionalidad y la justicia tenemos que calmarnos y no perder de vista que aún tenemos mucho trabajo por delante y ese trabajo es colectivo.  Insistir tercamente en destruir o desconocer los frágiles avances del país porque eso nos da la razón; o nos asegura puestos y contratos o simplemente nos permite una ventaja electoral para el 2018 es irresponsable y peligroso.  No le demos juego a los que esperaban el delito de alias el Paisa para sacar pecho ni a quienes desean profundizar una crisis económica para cobrar en la urnas.  Desde las diferencias, pero con prudencia y respeto, se puede escribir una nueva página para el país.

 

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