Obra de teatro: el atentado

Obra de teatro: el atentado

Una estatua, un encapuchado, una joven con pasamontañas y una mujer mayor son personajes de esta obra en la que se habla sobre el concepto de nación y libertad

Por: Silvio Avendaño
septiembre 20, 2022
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Obra de teatro: el atentado

Personajes:

Estatua de Sebastián de Belalcázar.

Un encapuchado.

Una joven con pasamontañas. Su rostro no se distingue

Mujer mayor, de rostro impreciso, con bufanda y sombrero.

La estatua con casco, armadura, lanza, yace en lo alto de una pirámide indígena, en una noche de luna llena.

Estatua: Hace frió en la noche de luna llena. Más el frío y la lluvia de la cordillera me tienen sin cuidado. En noches como éstas puedo ver las bóvedas cristalinas, a Venus, los satélites y, la ciudad a mis pies. ¡Pero no hay paz! ¡El peligro acecha! Desde hace cierto tiempo una cuadrilla de malandrines ha venido para cortarme la cabeza. ¡Si estimado público, así como lo escucháis! ¡Con una segueta quieren arrancarme la cabeza! ¡Una muerte indigna! Vivimos en tiempos de barbarie… (Silencio) Don Sebastián mira hacia el Pueblito Patojo) Allá vienen esos bandidos, suben lentamente como las hormigas. Por favor, estimado público, vosotros que tenéis celulares: ¡Llamad la policía!

Llegan fatigadas tres figuras, después de haber subido por uno de los lados de la pirámide.

Joven. La luna parece un gran farol que alumbra todos los rincones de la ciudad. La claridad nos delata, querido mío. A lo largo de la obra sale y entra al escenario dado que está campaneando

Encapuchado. ¡Eso es lo malo! Hay mucha luz y dificultad nuestro cometido. ¡No seas cobarde, amorcito!

Mujer. Espero que esta noche por fin logremos decapitar a este oprobioso monumento. Hace un tiempo soñé que le cortábamos la cabeza. ¡Mira que nadie venga!

Joven. Abajo en el pueblito no hay nadie. Ningún vigilante. Más estoy atenta, a ver si llegan. En el caso de que la policía se asome, ¡tendremos que huir!

Encapuchado. ¡Ojalá que esta noche la policía no venga! Ellos están muy ocupados. Asaltos a casas, colisiones de autos, persecución de bandidos, un alijo de coca…

Joven. La última vez que intentamos cortarle la cabeza, por poco nos pillan los polis.  ¡Cogimos las de Villadiego!

Encapuchado. ¡Estuvimos de buenas! ¡Suerte! Si hubiesen venido con sigilo y cautela nos hubiesen sorprendido. ¡Hacen mucha bulla!

Joven. Y, en el caso de que nos sorprendan con la cabeza de bronce entre las manos.  Nos llevarían, amorcito, a lo más hondo de la cárcel.

Encapuchado. ¡Hondo es poco! ¡Nos joden a los tres! Ningún abogado saldría en nuestra defensa. La tradición nos lanzaría a la guandoca.

Mujer.  Toda la gente de bien nos condenaría, es especial, las de dedito parado.

Encapuchado. ¡S¡¡Sí!, por sacrílegos… por injuria. No quieren reconocer que esta estatua es el sometimiento en bronce.

Joven. Desde que llegó Belalcázar al Nuevo Mundo, disque a erigir la ciudad. A mí me da miedo meterme en estas cosas.

Encapuchado. Desde hace siglos. Pero, queridas mujeres, a él no le importaba la ciudad. Venía en busca del Dorado.

La estatua los mira a cada uno.

Mujer. Desde que entramos a la escuela, se nos enseñó que la ciudad Pop fue fundada por Belalcázar. Pero cuando me pongo a pensar en lo que intentamos hacer y que nos atrapen. No sé…

Estatua. ¡Gente que duda! Y yo que hice la guerra justa.

Joven. ¿Quién habla?

Estatua. Pues yo quien granjee nombre brevemente/de diestro capitán y de valiente/ Asustados, no les cabe el asombro en el cuerpo. Retroceden. La joven abraza al encapuchado.

Joven. ¡Qué susto que me he llevado!¡ Voy a mirar que nadie venga.

Mujer. No nos dejemos psicosear. Tanto nos han hablado, tanta historia patria que en nuestra imaginación la estatua habla.

Encapuchado. Hagamos pronto nuestra obra. ¡Córtemele la cabeza, a ver si sigue hablando!

Estatua. ¡Partida de maleantes! ¿Cómo os atrevéis a tal cosa? ¿No sabéis lo que haría la Academia de Historia? Víctimas del odio.

Mujer. ¡Escandalo! De ahí no pasarían. Tienen mentalidad quijotesca. ¡Estudian el pasado! ¡Nunca el presente del pasado.

Estatua. No entiendo qué queréis hacer. Gente que destruye la moral. ¡Precipitáis la ciudad al caos!

Mujer. Para los miembros de la Academia de Historia, Belalcázar vivió en tiempos gloriosos.

Encapuchado. La visión épica.  Las grandes hazañas de los hombres son el caudal de la historia. La historia narrada por los señores.

Estatua. De mí dijo el poeta: Incansable para resistir, prudente para descubrir, certero en acometer, prodigo para repartir, busco oro como signo y medio de fomentar la conquista.

Mujer. ¡Bellas palabras! ¡Palabras bellas! Que yo sepa y recuerde lo que se dice es que usted fundó la ciudad Pop en 1536.

Estatua. Y, ¿acaso fundar una ciudad no es digno de recordarse? Además trajimos las luces, la civilización, las buenas costumbres.

Mujer. Eso no es cierto. La ciudad Pop existía antes de que llegaran los chapetones.

Estatua. ¡Asentamientos indígenas! Recuerdo aquella mañana de enero, en 1536. Instauramos la paz en la encantada comarca Pop. “Ante el presente escribano y testigos…”

Encapuchado. Tiene buena memoria. Lo mismo que dijo la maestra en la escuela primaria: Belalcázar arrancó un puñado de hierba y con su espada dio tres golpes en el suelo y, finalmente reto a quien se opusiera.

Estatua. Y, después, de tanto joderse, de la toma del territorio y la sujeción de los indígenas, una partida de cafres viene a aserrarme la cabeza

Mujer. ¡Bueno! ¡Bueno! Jálele al respetico que nosotros no somos ni maleantes ni cafres, ni malandrines. Somos estudiantes de la Universidad de Athenea.

Estatua. ¡Juventud y locura! Ignoráis la autoridad y la jerarquía. Vuelve la joven quien ha estado vigilando.

Joven. Todavía no me ha pasado el susto. Allá abajo no he visto ningún movimiento sospechoso. Si la estatua habla cometemos cometer un asesinato. Mejor dejemos esto y nos vamos a tomar café.

Encapuchado. Blandiendo la segueta. Nunca imagine que mi novia fuera tan miedosa. ¿Quién dijo que cortarle la cabeza a un monumento es un asesinato?

Mujer. Es que es muy joven. Algo increíble. Tan joven y llena de prejuicios, a pesar de que no tiene experiencia.

Encapuchado. Al fin y al cabo. Esto que estamos haciendo si va a hacer una hazaña, como dicen los libros antioccidentales.

Estatua. La pérdida de los valores. ¡Un sacrilegio!

Encapuchado: Sacrilegio sería si la estatua fuera cosa sagrada. Pero Belalcázar fue un asesino.

Estatua. ¡Sois unos bárbaros! Desconocéis que en la guerra la violencia es necesaria. Valentía y atrevimiento es lo mayor que se puede hallar en los trances de la guerra.

Joven. A mí no me deja de correr el miedo por el cuerpo.

Estatua. ¡Desagradecidos! Después que yo los encauce por la civilización. Parece que la culpa no fuera parte de vuestros sentimientos, sino de ser dogmáticos.

Encapuchado. Y, ¿qué era la civilización?

Estatua. Os dimos la lengua, las leyes, la sangre, a Dios…

Mujer. Más no la libertad.

Estatua. No era menester. España no la tenía. Además, ¿libertad para qué? Cinco siglos de civilización son suficientes.

Joven. Apúrate mi amor. Nos estamos demorando mucho. De pronto viene la policía.

Estatua. ¡Qué os detengan! Con contarme la cabeza queréis eliminar vuestras raíces.

Encapuchado. Las raíces nuestras son los pueblos americanos. Nuestra identidad.

Estatua. Un acto censurable. Un acto de violencia. Parecéis comunistas.

Encapuchado. Muy curiosas razones. El comunismo se acabó hace tiempo. Le enseña la segueta.

Mujer. Y, ¿en qué consiste el legado que dicen haber traído?

Estatua. Os hicimos parte del Imperio de Nuestro Señor el Rey. Establecimos el sagrado derecho de la propiedad.

Encapuchado. No solamente eso. Trajeron los misioneros. A los indios les enseñaron catecismo y les quitaron las tierras.

Estatua. ¡Proferís blasfemias! Nosotros os sacamos de las tinieblas. Creamos el orden, la jerarquía. Os dimos la luz

Joven- ¿Acaso el sol antes no alumbraba?

Estatua. No se trata de eso. No conocíais la salvación, los privilegios de la gente de bien. ¡Gilipolla!

Encapuchado. No sea bellaco. ¡Respete a mi novia!

Joven. Me voy otra vez a campanear. No sea que de pronto…

Mujer. ¡Bah, lo que pasa es que mi amiga es una gallina. ¡Es muy joven para estas cosas!

Encapuchado. ¡Que vaya y mire! ¡A lo mejor acierta!

Joven. Soldado avisado no muere en guerra. De la policía nunca se sabe cuándo llega.

Estatua. Ellos vendrán esta noche. ¡Ya lo verán!

Encapuchado. ¡Amenazas! Usted lo que tiene es miedo y, me lo contagia.

Estatua. ¡Dios te mira! ¡Él es tu amo! Es mejor que os perdáis.

Mujer. Don Sebastián lo está ablandando. Se va a acobardar como la vez pasado. ¡Ay, Jalisco no te rajes!

Encapuchado. No me vengas con el cuento de que tengo miedo.

Estatua. Y, decidme: ¿qué vais a hacer después de que me decapiten? Recordad: Yo soy la autoridad y, si me quitan la cabeza, ¿Quién os gobernara?

Mujer. Pondremos la estatua de nuestros ancestros. La estatua del Cacique de la Ciudad Pop. Recuperarnos nuestros valores.

Estatua. ¡Sois tontos! Pasada una generación vendrán otros y le cortarán la cabeza al cacique.

Encapuchado. ¡Eso si qué no! ¡Qué diosito no lo quiera!

Estatua. ¡Tarde que temprano volveréis al vacío!

Mujer. No entiendo porque volveremos a la nada. Eso no dicen los libros.

Estatua. Dado que lo único valioso lo recibisteis de nosotros. Quisimos trasladar a América el mundo hispano.

Mujer. Entonces somos una mala copia.

Estatua. Cómo sería esta tierra de vacía que para contraer matrimonio tuve que ir a la madre patria por mujeres.

Mujer. ¿Acaso los indios no tenían mujeres?

Estatua. Carecían de aristocracia.  No eran blancas. No tenían sangre azul. ¡Templos del demonio”, dijo Motilinia.

Encapuchado. ¿El mundo americano era un mundo sin sentido?

Estatua. ¡Exactamente, así no lo creáis. Un continente vacío, sin población y sin cultura.

Mujer. ¡Mentira, ustedes trajeron la codicia!

Encapuchado. Se establecieron en la ciudad Pop porque estaba cerca de las minas de oro.

Estatua. Me sentía melancólico. No todo fue color de rosa.  Tuvimos que traer esclavos del África. Los indios son perezosos y maliciosos.

Joven. Vuelve. Me parece que abajo en el camino veo movimientos sospechosos.

Encapuchado. No creo, mi niña, pues no se escucha la sirena.

Mujer. Más eso quiere, pues tilín, tilín y, nada de paletas.

Estatua. Mejor sería que os fuerais. No sea que de pronto la policía os sorprenda.

Encapuchado. ¡Amenazas, bah! Lo que pasa es que Don Sebastián de Belalcázar tiene miedo. Teme que yo le corte la cabeza.

Mujer. Nos pasamos de pendejos. Nos dejamos engañar con las palabras. ¡Manos a la obra!

Encapuchado. Es cierto. Me he puesto a conversar.

Mujer. Engatusar, yo diría que mientras llega la policía.

Encapuchado. ¡Bah, pero de esta noche no pasa! Se sube al caballo y comienza a seguetear la nuca de la estatua.

Estatua. ¿Qué vais a hacer muchacho? No seáis temerosos y osados. Si me  degolláis el pueblo no te perdonara.

Mujer. Le concedemos un último deseo.

Estatua. Pido que no me corten la cabeza.

Encapuchado. ¡Petición negada! Seguetea. La sirena de la policía se escucha a lo lejos.

Joven. Allá vienen. ¡Bájate, querido, lo más pronto y huyamos.

Mujer. Por ponerse a hablar, perdimos otra oportunidad.

Estatua. ¡Apresuraos follones! ¡Ojalá que la ley os coja y os castigue. Huyen.

Encapuchado. Huyamos hacia el lado del bosque de pinos.

Joven. Ya vienen por la falda de la colina.

Mujer. Desde que no traigan perros.

Joven. No somos drogadictos. Luces rojas y azules de las patrullas de la policía. Varios disparos. Luego viene el silencio de la noche.

Estatua. ¡Ja!, ¡Ja!, ¡Ja! A estos mequetrefes es fácil entretenerlos, así como al pueblo se le entretiene con la religión y el cuento de la tradición. Hablar les encanta pues tienen la soledad en el alma. La policía no llega hasta acá, no se necesita. El miedo de cada uno los lleva a que huyan… Esta noche me he salvado, aunque la segueta comenzaba a penetrar en mi cuello. Pero no puedo estar seguro. No se sabe cuándo lograran su cometido. Todo por el atrevimiento de estos muchachos bárbaros que no creen en la religión ni en la patria. ¡Estimado público, como podéis ver esta noche ha sido azarosa! En otras noches termino en una traba por los mariguaneros o bien contemplando escenas de las parejas que no quieren pagar un motel. De todos modos, os agradezco, estimado público, ya que alguno de vosotros llamó a la policía.

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