No son sorpresivas las votaciones por Fajardo y De la Calle
Opinión

No son sorpresivas las votaciones por Fajardo y De la Calle

Los antecedentes presagiaban la alta votación de Fajardo y la desaparición del Partido Liberal, dos eventos que están correlacionados

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mayo 30, 2018
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Se destacan dos sorpresas en las elecciones, aunque más exactamente hubo dos hechos destacados que no son tan sorpresivos: la alta votación del candidato Fajardo y la práctica desaparición del Partido Liberal.

No son sorpresa porque lo decían -aunque no en forma tan marcada- las encuestas. Pero sobre todo no son sorpresa porque corresponden a unos antecedentes que presagiaban eso.

Porque lo que no se ha entendido o propuesto bien es la correlación entre estos dos eventos.

El antecedente más simple es que lo que era el Partido Liberal cuando estaba enmarcado en la legalidad y la legitimidad del respaldo que le ofrecían sus seguidores  contaba siempre con una mayoría absoluta del electorado: hasta el año 2000 siempre el liberalismo incluyendo sus eventuales disidencias contó con algo del orden del 50 % de la votación. Es claro que esa disminución se fue a otra parte; en anteriores elecciones fueron los votantes que apoyaron a Lucho, a Samuel Moreno, al mismo Petro, y que en las presidenciales acompañaron a Carlos Gaviria 22.02 % y después a Clara López 16 %.

El liberalismo que ha disminuido de ese 50 % del electorado ha buscado y votado con las opciones de izquierda.

Es una población de huérfanos políticos que se alejaron del oficialismo liberal donde el expresidente Gaviria había trasladado la propuesta neoliberal que había impuesto desde el famoso ‘revolcón’ bajo su gobierno.

 

Los huérfanos políticos que se alejaron del oficialismo liberal
donde Gaviria había trasladado la propuesta neoliberal de su famoso “revolcón”
tuvieron como opciones Fajardo y Petro

Ese electorado ‘huérfano’ que seguía con la idea liberal de que la función del Estado es buscar la armonía social, que debe intervenir del lado de los desfavorecidos y de quienes no tienen el poder para orientar las decisiones oficiales, no podía votar por el partido que los había alienado, ni por las derechas del Centro Democrático o de Vargas Lleras, quedando como opciones Fajardo y Petro. La extrema izquierda, vista o presentada como encarnada por Petro nunca ha logrado más del 5 % pero compartió con esa izquierda moderada el espacio que antes ocupaba el liberalismo.

El descalabro de Humberto de la Calle no se debe a su persona, sino que es la continuidad de las sucesivas elecciones presidenciales patrocinadas por el gavirismo: 1998: 57 % y 48 %; 2002 : 33 % ; 2006 : 11 % ; 2010 : 4 % ; 2014 no pudo presentar candidato.

Y aquí toca hacer algo de la historia que ha transcurrido en los estrados justiciales  y que los intereses de los medios no han recogido (Gaviria se queja ahora de manipulación en los medios).

En el año 2000 el Partido Liberal expidió unos estatutos definiendo su ideología en un momento en que la controversia universal giraba en torno al llamado Consenso de Washington que enumeraba las condiciones para la implementación de la propuesta neoliberal. Dichos estatutos concretaron su calidad de afín a la social democracia y de rechazo al neoliberalismo, acabando con la exclusividad de la clase política en la dirigencia del partido, dando entrada a los sectores sociales (campesinos, mujeres, juventudes, sindicatos, etc.) a los órganos directivos y de participación; entregando a las regiones el derecho a presentar sus propios candidatos,; estableciendo los Tribunales de Garantías y Disciplinario para que los funcionarios respondieran ante sus afiliados; delegando en el Congreso la escogencia de los altos funcionarios (Dirección, Fiscalía, Tesorería, Secretario General, etc). Es decir, con la definición de su ideología, y coherentemente con ella, modernizó y democratizó la organización interna.

Simultáneamente ingresó formalmente a la Social Democracia Internacional y produjo una consulta interna a través de la Registraduría, en la cual se avaló con 2.5 millones de votantes eso que reivindicaba la historia y las posiciones tradicionales del partido. En ningún país una consulta interna de un partido había tenido tal resultado y menos cuando era en una votación sin candidatos.

En el 2002 el expresidente Samper acordó con César Gaviria que se eligiera candidato a Serpa y Director único a Gaviria (rompiendo la tradición de que el candidato era automáticamente jefe del Partido). Desde entonces la presencia y poder del gavirismo lo han llevado a lo que hoy se lamenta.

Gaviria mismo intentó presentar en el siguiente Congreso una propuesta de ‘nuevos estatutos’ que no pudo ni siquiera leer pues fue abucheado por los presentes. Impuso a Pardo como candidato sin cumplir con los estatutos, lo cual llevó a la derrota del 4 % (aseguran que con trampas en la Registraduría logró salvar el umbral del 4 %), y contra la tradición de que el perdedor entrega las llaves a quienes no estuvieron con él, el Dr. Pardo lo que hizo fue conservar su puesto para sacar en forma unipersonal los estatutos que ni siquiera había podido presentar como director el expresidente Gaviria. Esos estatutos fueron declarados ilegales por el Tribunal de Garantías  -cuya función era justamente velar por la legalidad de los actos de los directivos-, pero, basado en esos estatutos emitidos ilegalmente, la dirección destituyó al Tribunal de Garantías .

El Consejo de Estado calificó esto de ilegal, contra los principios democráticos, contra la Constitución, declarando mediante acción popular que la dirección liberal había violado la moralidad administrativa, y ordenó reconocer el fallo del Tribunal.

Pardo bajo sus propios estatutos cambio el máximo órgano -Congreso- por una convención elegida bajo sus reglas para que aprobara sus estatutos y entregó la Dirección del Partido a una dirección presidida por Simón Gaviria.

Así una ‘segunda Constituyente con 25 978 participantes, que no cumplió ni siquiera con el quórum reglamentario, derogó -ilegalmente según pronunciamiento de la máxima autoridad en la Justicia Administrativa- la decisión de 2 500 000 liberales.

¿Qué puede tener de sorpresiva la desaparición de un Partido cuya Dirección obra desde la ilegalidad y la ilegitimidad?¿Qué mejor opción quedaba a esos de espíritu liberal que ven a Petro como ‘extremismo de izquierda’?

 


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